2. 𝐸𝑙 𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜

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La tarde ha comenzado a caer, tiñendo los cielos de un naranja rojizo mientras el sol se esconde entre las nubes rosadas. El clima está fresco, pronto frío, por las bajas temperaturas que aguarda la noche de hoy. Wang Yibo lo sabe, pero hace mucho que dejó de afectarle los cambios en el ambiente.

Sin embargo, eso no evita que vista elegantemente de negro. Está frente al espejo de su habitación, terminando de ajustarse la corbata negra y acomodarse el saco negro. No es diferente a las comunes vestimentas que trae consigo casi siempre, por lo que casi no siente la diferencia en la ropa.

Solo que, sabe que esta vez sí tiene algo que hacer: hoy oficialmente comienza como guardaespaldas de Xiao Zhan... y no sabe cómo se siente al respecto. O al menos, lo ignora.
Frente al espejo se refleja el chico de piel marmolea, cabello negro desordenado y ojos fieros con un inusual toque de misticismo en estos. La gente normal, no podría verlo... pero si sentirlo.

La mirada de Yibo es tan amedrentadora como intimidante. Él lo sabe.

Un suspiro lo abandona mientras da vueltas por la habitación recogiendo las últimas cosas pendientes: su teléfono celular, un colgante que siempre lleva en los pantalones de sus bolsillos, que se detiene un momento a mirarlo antes de guardarlo... y su cartera.
Sin necesitar nada más, finalmente sale del oscuro espacio de composición minimalista oscura, para entrar a otra sección del pent-house.

Los grandes ventanales que abarcan toda una pared, iluminan el interior del lugar en colores cálidos. Contrasta con la paleta de colores oscura de los muebles y accesorios, pero, sigue luciendo extrañamente bien.
Mientras camina y observa todo esto, Yibo también nota que no está solo. En los muebles de la sala, está Liying sentada leyendo unos documentos. No tiene que ahondar mucho para saber qué es lo que está viendo.

Pasa detrás de ella, rodeando la sala y yendo hacia la cocina, por un poco de agua. –Ya me voy. –informa, con voz tranquila. –vuelvo mañana en la mañana.

La chica de largos cabellos negros y rostro delicado, viste cómodamente con una pierna cruzada, perdida entre las páginas de información que analiza cuidadosamente. Desde que hablaron esa mañana en la mansión de los Xiao, cada uno se repartió una tarea específica a realizar para resolver ese caso.

Lastimosamente, apenas comenzaban y no tenían mucho todavía recopilado. Por eso, en su rato libre, trataba de unir los puntos faltantes en la carpeta de investigación.

No despegó los ojos. –Hola, hola. –saludó de regreso, con voz calma. –está bien. Nos vemos mañana para avanzar con esto, me vendría bien tu ayuda. No logro unir estas dos evidencias... –se rascó la cabeza, suspirando. –Sencillamente no lo entiendo.

Yibo estaba hasta la zona de la cocina, pero el eco del espacio abierto sin divisiones permitía verla y escucharla perfectamente. Mientras se servía el vaso de agua, le prestó atención.

–Probemos ahora. –propuso él, dándose la vuelta y mirándola con aquellos ojos oscuros. –¿Qué es lo que tienes? Dime a detalle. –sujetó el vaso entre sus labios y comenzó a beber. Esa manzana de Adán en el cuello, se balanceaba por cada sorbo de agua.

Liying todavía miraba las imágenes, con un leve ceño fruncido por la molestia. –Bueno, recapitulando lo más importante es que familias enteras con conexiones en la política y alta sociedad están desapareciendo o muriendo de formas... –sus cejas se alzaron, aspirando entre dientes. –muy grotescas. Parece una especie de venganza personal.

–Mnn. Correcto. –Yibo terminó de beber, y se giró al lavabo para lavar el recipiente.

–Se ha descartado el uso de armas de fuego o blancas. Sin embargo, hay señas de asfixia, aprensión, fuerza, forcejeo, cráneos aplastados... –Ella soltó un suspiro pesado, con una mirada contrariada. –no luce como que un simple mundano haya podido hacer esto. Pero tampoco hay signos de... de ellos. No es su forma de ataque.

Guardián SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora