No te rindas [hyewon]

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Chaewon POV

Desperté poco a poco, ¿cuándo me había quedado dormida? ¿Cuánto llevaba en tal estado? Sentía unas cosquillas en mi rostro, y al abrir mis ojos, me encontré con la mirada adormilada de Hyejoo, la cual tenía la barbilla apoyada en mi pecho y con su dedo índice estaba acariciando mi rostro, repasando los detalles. Sonreí inmediatamente y llevé mi mano a su mejilla, dejando una caricia corta en esta, pasando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

-Menos mal que despertaste, estaba contemplando la opción de ir a buscar a Bbomi y dejar que te lamiese la cara. Tu madre llegó hace media hora. -Me alarmé un poco al escucharla, ¿mi madre nos había visto dormir juntas?- Tranquila, le dije que nos hemos quedado dormidas viendo una película...

Volví a sonreírle mirándola fijamente, levanté un poco la cabeza y le di un beso en la comisura del labio.

-¿Has... has descansado? -Pregunté a quemarropa de su piel y ella asintió, rodeándome con su brazo para apegarme a su cuerpo.

-Descansé mejor de lo que podría haber imaginado nunca. -Reí por lo bajo, haciendo que rodásemos en el colchón para quedar yo encima de ella, la abracé y escondí mi rostro en su cuello.

-A veces... pienso que... que no hay nadie c-como tú para... para mí. -Dejé un tierno beso en la piel de su cuello, el cual me permitió sentir temblar mis labios por la risita que a ella le salió.

-Eres tan maravillosa que no dudo si algún día alguien se obsesiona en hacer que sientas algo por él o ella.

-Ella. -Dije firmemente y reí, mi sexualidad nunca había sido un tema de conversación ni con Hyejoo ni en casa, pero ahora, en este mismo instante, tenía claro que me gustaban las chicas. Me gustaba Hyejoo. ¿Quién sabe si en el futuro pueda cambiar?

-Bueno, ella, pero la persona que se sienta atraída por ti puede ser un chico, ¿no?

-Cállate... -Dije poniendo mis dos manos sobre los labios de Hyejoo, superpuestas una a otra para alzarme un poco y mirarla fijamente a los ojos. Apoyé mis labios sobre las manos, como si nos besásemos, pero con mis manos de por medio. Sus ojos se achinaron en señal de que estaba sonriendo y yo también lo hice.

Mordió la palma de mi mano y yo me quejé, pero volvimos a reírnos como idiotas, yo sentada a horcajadas ahora encima. Coloqué mis manos en su abdomen y lo acaricié un poco mientras me quedaba mirándola.

-¿Qué es lo que más te gusta de mí?

Formuló esa pregunta y con una sonrisa nerviosa en el rostro, la volví a mirar -Me g-gusta... me gusta que... me comprendas. Tú... ¿tú recuerdas el día que... te pusiste c-cinta adhesiva en... en los labios? B-bueno... fue como... algo que nadie ha hecho por mí. Haces que me sienta... menos rara. Menos... menos idiota. -Volví a bajar la mirada y noté que puso sus dedos bajo mi barbilla, me acercó y me dio un beso lento pero corto.

-No eres idiota ni rara. Eres increíble y nunca me cansaré de repetírtelo hasta que un día me creas.

-¿Qué es lo... lo que... más te gusta de mí? -Me separé de su rostro para recostarme en su pecho.

-Es difícil escoger algo, me gustas demasiado por cómo eres y cómo has ido creciendo como persona en el tiempo que nos conocemos. Digamos que lo que más me gusta es la forma de ver todo a tu alrededor, me explico, cuando vamos por la calle, siempre te noto atenta al entorno, y es que tienes un alma inquieta que quiere aprender todo, quieres investigar todo, y aunque a veces seas bastante inocente, me dan ganas de aprender contigo todo lo que observas y te callas. Daría todos mis bienes por poder saber lo que esconde esa mente que tienes. Estar callada tiene que ser frustrante cuando ocurren tantas cosas en tu imaginación, ¿no es así? -Escuché tan atentamente sus palabras, ¿podía tener tanta razón?