19| ¿ A p o s t a m o s ?

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Hoy tengo ganas de ti— Miguel Gallardo.

Jaden:

Entro a casa agotado, amo mi trabajo, pero, en días como hoy, lo único que deseo es tirarme en mi cama y descansar.

Se supone que los viernes son mis días libres, pero hoy, un trabajador perteneciente a mí área avisó que estaba enfermo, por lo que, como jefe del área de envolturas, debí asistir a mi trabajo.

Un resumen de lo que hago en mi trabajo: planificar y crear las envolturas de las golosinas. Sonará como una tontería, pero a decir verdad, es un trabajo bastante complejo, puesto que tienen que ser buenas, como la calidad de los dulces, y tienen que ser llamativas, para la atención del cliente.

También estoy agotado porque no he parado de pensar en cómo le fue a mi muñequita en su consulta mensual.

Dejo mis zapatos en el closet de la entrada, al igual que mi abrigo y mi saco.

—¡Hola, hola!¿Hay alguien por aquí?—hago de mis manos un supuesto megáfono mientras voy entrando en la sala.

Sonrío al escuchar ruidos en la cocina, así que camino hasta allí. Mientras voy por el corredor, oigo una olla caer, y luego a Bridget maldecir, me apresuro para asegurarme de que solo haya sido su torpeza y no algo más grave.

—¿Te encuentras bien, muñequita?—me agacho junto a ella para recoger la tapa de la olla. Ella levanta la vista y me sonríe.

—Sí, solo somos mi torpeza, mis hijos y yo.

Me levanto y la ayudo a ponerse en pie, luego la tomo de sus, un poco crecidos cachetes, y le doy un beso.

—¿Cómo te ha ido?—pregunta ella mientras me abraza y apoya su cabeza en mi pecho.

—Un día bastante agotador, pero productivo a la vez. ¿A ti?

—Bien, todo marcha genial en este embarazo.

Me quedo esperando que ella diga algo con respecto al sexo de nuestros hijos, porque es algo que me tiene emocionado.

—¿Y...?—ínsito a que ella hable.

—¿Y qué?—ella trata de ocultar una sonrisa, pero le sale bastante mal el jueguito.

—Ya dime, ¿te dijo el sexo de estos niños?

Noup—dice negando con su cabeza, y saliendo de mis brazos para seguir revolviendo lo que está cocinando, algo que larga un aroma exquisito.

—Oh...bueno, la próxima será. Iré a ponerme otra ropa, ya regreso.—me acerco a darle un beso en la mejilla y porqué no, un golpecito en el culo, ese culo que se ve espectacular en esos pantalones de chándal blancos.

—Está bien. No te tardes, la cena estará lista en unos minutos.—creo que ella no quiere sentirse en desventaja, porque cuando paso a su lado me pega un golpe en mi culo también.

—¡Atrevida!

Río mientras subo las escaleras. Voy hasta la que es nuestra habitación en esta nueva casa y enciendo las luces.

Estoy un poco confundido, cuando al acercarme a la cama, veo una pequeña caja blanca, con un moñito del mismo color.

Trato de ignorarla hasta cambiarme de ropa, seguramente es algo de Brid y no quiero ser chismoso, pero...

¿A quién engaño? Mi alma es el de una abuela chismosa. Por lo que, cuando me termino de cambiar, me acerco a la cama y tomo la cajita.

No tengo tiempo de arrepentirme cuando la abro y quedo boquiabierto al ver lo que hay en ella.

Lo que dice tu mirada [Libro II biología "Miradas"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora