Parte 11: El significado de Nosotros.

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Se sentía raro, Kageyama miraba su nuevo cordón y no entendía porque estaba ahí, es decir, sabía por qué pero no lo comprendía realmente. No se había disculpado, Hinata tampoco pero ninguno se lo había exigido al otro... estaban en... empate? O en tablas o en tregua, quizás ningún término le parecía adecuado. Lo que sí entendía con certeza era su miedo, si bien el pelirrojo no había vuelto a insinuarle nada sobre besarle, ni algo similar, el terror casi pánico a que lo hiciera repentinamente le molestaba. Y si un día llegaba y le preguntaba cosas de esas que no se preguntan de nuevo.

"¿Eres gay?", "¿Te gusto?", "¿Has querido besarme alguna vez?" Porque para todo la respuesta era "Sí" pero él tendría que responder con un "No" por supuesto, porque es un adolescente de 15 años que no ha besado nunca, no tiene ni idea de relaciones y por supuesto no se fija en el género que debería fijarse. Muy al contrario que Hinata. El hace amigos en tiempo récord, le ha visto, habla con chicas y esta claro que al menos la mánager le gusta un poco, no sabe nada de si Hinata ha tenido pareja alguna vez pero si está más cerca de eso que él mismo. Hinata es... esa clase de tío que le cae bien a todo maldito ser viviente, incluso a los animales, también le ha visto interactuar con ellos, claro. Kageyama recuerda como una vez intentó coger un gato de la calle, no era muy grande y parecía tranquilo, tenía 3 colores a parches por todo el cuerpo (amarillo, negro y blanco) y unos ojos Ámbar que parecían estar leyéndote el alma, el solo se acercó unos metros y recuerda que fue la peor experiencia de su vida ¿Cómo un animal podía odiarle tanto sin haberle visto siquiera? Por el contrario Hinata se había hecho muy amigo del gato de la tienda de al lado del colegio y ahora le ronroneaba la pierna cada vez que pasábamos. Definitivamente, Hinata era un completo inútil para el voleibol pero un maldito genio de las relaciones sociales. Eran polos opuestos. Muy opuestos.

Seguían entrenando, ya no con los cordones atados, por precaución, pero si quedaban en las pistas de detras del gimnasio a darse pases.

- No mejoras las recepciones, así no vamos a ganar

- Bakayama ya estás otra vez... -Voltea los ojos exasperado.

Kageyama solo resoplaba, porque admitir que llevaba 3 horas pasándose el balón con el pelirrojo y que se le había olvidado almorzar de lo entusiasmado que estaba, era imposible. Se había remangado el jersey lo necesario para el toque de antebrazo pero no se lo quería quitar porque la noche estaba cayendo y resfriarse no estaba en sus planes. A Hinata la salud era un tema que no le preocupaba en lo absoluto y por eso llevaba unas bermudas y una camiseta de manga corta. El frío ni lo nota porque le late muy rápido el corazón y está dando lo mejor de sí, en el fondo sí que quiere impresionar un poquito a Kageyama. Se muere porque el pelinegro le diga que lo hace bien o bueno quizás eso es demasiado poco realista... pero quizás, le pueda decir que ha mejorado un poco. Un poquitín aunque sea.

No lo quiere admitir, pero en tan solo unos días Hinata ha aprendido a recibir decentemente. Eleva la mano y golpea el balón directo al contrario, este se posiciona, se coloca y recibe.... Penosamente. El balón se embarca en la copa de un árbol cercano.

- ¡Bakayama te he dicho que hay que tener cuidado si entrenamos fuera!

- ¡Y yo te he dicho que sigues siendo igual de malo recibiendo y es tu culpa!

- ¿El Rey siempre le tiene que echar la culpa a los demás.

- EHH?! -Se vuelve enfurecido hacía el pelirrojo- ¿Qué has dicho?

- ¡NADA! - Se apresura a responder mientras nota la furia emanando de cada poro del colocador.

En la garganta se le queda la rabia, la que ha despertado al escuchar el maldito apodo que le pusieron en segundaría. "Rey" Joder cuanto lo odiaba, pero sin duda lo que más odiaba era escucharlo de su boca. El fastidioso pelirrojo, tonto e infantil, era todo eso, pero estar con él era divertido y sus ojos honestos le hacían sentir que Hinata Shoyo era la persona más pura que había conocido. Estar con él le tranquilizaba y le daba energía, como emerger a coger aire después de hundir la cabeza en el agua durante unos segundos.

Marcas (Kagehina/Kuroken/Iwaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora