Kageyama
Con mi maleta cargada de incomodidad los años siguieron pasando. ¿Por qué tengo que contarlo? Pues porque el mundo se me venía abajo. Nunca podría ser como Oikawa. No quería enredarme en recordar como él unía al equipo, lo motivaba y les daba un apoyo solido sobre el que sostener todo el peso del equipo. Lo único que me acercaba a él era la habilidad que desarrollaba.
Cada día de mi vida se resumía en esfuerzo.
Y nunca era suficiente.
Porque para llegar hasta el nivel de Oikawa había que ser extraterrestre. Y yo solo era humano. Pero sería el humano que mejor jugara a voleibol del mundo. Esa era mi lucha diaria, ser el mejor.
- Ojīchan, quiero seguir jugando... – Le dije haciendo una mueca a mi abuelo que me mandaba pases en el jardín trasero de mi casa. En ese entonces debía de tener unos 8 años.
- Bueno... eso está bien, eres joven y tienes mucha energía – Me sonreía amable.
- Un día te cansarás de jugar Tobio, no es para tanto – Añadió Miwa, mi hermana, mientras me observaba sentada en la tarima del porche.
- ¡YO NO ME CANSARÉ NUNCA!
El voleibol era lo mejor. Y lo sabía ciertamente porque no había nada que hiciera aparecer el cosquilleo de la nuca. Esa sensación que recorría mi espalda desde la zona baja y atravesaba mi piel, mi carne, mis huesos y se alojaba justo en la zona del nacimiento del pelo, al inicio de la columna. En el pequeño recoveco de la felicidad. No tenía cosquillas en ninguna parte del cuerpo y extrañamente ese hormigueo involuntario que me extasiaba hasta los límites era lo único que a veces me recordaba que la felicidad se acaba. Se acababa al salir de la pista.
- Tobio creo que eres bastante bueno, podrías elegir ser delantero y con tu potencia tendrías un remate realmente bueno
- Ojīchan... pero en los Adler del partido que vimos el otro día, el rematador estuvo 10 minutos en el banquillo... ¡10 minutos enteros sin jugar!
- Ahh... si cierto – Hizo una mueca – Pero eso es normal, los atacantes suelen ser sacados en las rotaciones de zagueros para que descansen mientras el líbero recibe por ellos.
- ¿Ellos no pueden recibir?
- Si pueden, pero, no son los mejores haciéndolo... por lo que lo mejor es que aprovechen las energías para una buena oportunidad.
- Eso no es ser el mejor entonces...
- Tobio eres un quejica, ser atacante es lo mejor, todo el mundo les aplaude, y comenta lo bien que lo hacen y todas esas cosas, aunque no sean la gran cosa – Vuelve a intervenir Miwa.
- Si tanto te gusta ¿Por qué no eres rematadora tú? – Le respondí molesto.
- Bueno... Miwa no tiene tanta potencia, pero sí mucha precisión y es inteligente, muy inteligente – Dijo el abuelo con una sonrisa. - Por eso es la mejor colocadora.
El abuelo adoraba a mi hermana, mi padre era hijo único y mi abuela siempre quiso una nieta, ella murió sin conocer a Miwa y mi abuelo le cuenta cada día al altar lo guapa, inteligente y fuerte que es su nieta y lo mucho que la querría si pudiera verla. A veces, le cuenta entre susurros que ha heredado sus labios finos pero elegantes y la arruga del entrecejo que se le forma cuando se enfada, porque mi hermana realmente se enfada muchísimo pero claro... el abuelo se ríe, a veces con lágrimas pequeñitas en las comisuras de sus ojos mientras exclama "¿¡Cómo es posible que haya heredado tu mal genio cariño!?"
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Marcas (Kagehina/Kuroken/Iwaoi)
FanfictionHay veces que el cuerpo se mueve solo, Kageyama sabe que está perdiendo el control sobre él mismo pero... es Hinata y no puede evitarlo. Fanfiction sobre Hinata y Kageyama (principalmente) de la serie Haikyuu. La historia se sitúa entre los primero...