Parte 4: Los besos que nos atan

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Kageyama

Los recuerdos de Oikawa nunca se fueron. Seguiría recordando esa intimidad ajena que presencié y que no pude desterrar de mi mente. Era el último año de mis sepáis en la escuela media y aquellas pequeñas cosas que aprendí vinieron a mi memoria cuando, próximos a la graduación, el entrenador nos llamó.

- Chicos ya quedan tan solo unos meses. Nuestra última oportunidad será el torneo de segundaria de primavera luego de eso tendremos que despedir a algunos de nuestros compañeros. Es por ello – Dijo algo emocionado- que espero que todos lo hagáis lo mejor posible, aprended de ellos y disfrutad mucho como equipo este tiempo que nos queda juntos. - Termino con una pequeña inclinación hacia nosotros. A veces notaba cierto aprecio por parte de este hombre sencillo. Le recordaba a su abuelo, era agradable.

Las miradas fueron significativas entre todos, la fuerza del equipo residía principalmente en Oikawa, pero el quipo parecía tener esperanzas en que yo pudiera mantener el nivel competitivo en los siguientes años. No era algo que me hubieran dicho literalmente pero ya hacía tiempo que notaba como me probaban como colocador intercambiándome con Toru. Si me hubieran preguntado en ese momento por él, creo que habría afirmado con rotundidad que no había mejor jugador, tenía una espalda ancha que cargaba con la confianza de todo un equipo, unos brazos fuertes que alcanzaban cualquier parte de la pista contraria y sin duda... tenía una precisión mecánica que hacía que pensase que los balones eran dirigidos a los lugares certeros por un robot de dentro de los mismos y no por la habilidad del colocador... Un chico así era simplemente inalcanzable.

- ¡Por cierto! Quiero que ya que estamos reunidos todos demos la enhorabuena a nuestra estrella por conseguir una invitación directa a la escuela número uno de Voleibol. ¡Oikawa-kun irá al Shiratorizawa a estudiar la preparatoria!

Como agua helada cayendo por un cuerpo tibio y haciendo que este convulsionara por el tacto violento de la temperatura en su piel. Así era el rostro de Iwaizumi. Oikawa sonreía y agradecía a sus compañeros. Todos le alagaban, pero Hajime solo miraba al frente sentado en la tarima de la pista y con las piernas flexionadas sobre sí. De vez en cuando, una mueca involuntaria, un rostro angustiado, una mirada perdida, un sudor frío por la espalda. El entrenamiento no estaba siendo el mejor ni se le acercaba.

El torneó llegó sin darme cuenta. Oikawa e Iwaizumi no habían vuelto a tener la relación de antes, pero seguían brillando en la pista. Verlos me ocasionaba una pequeña punzada en el corazón, no sabría explicar porque, pero me entristecía el dolor ajeno a pesar de que no sería algo que yo viviera por mi mismo nunca. Sus miradas se conectaban y alcanzaban cada punto que podían juntos, no había oportunidad que Toru no aprovechara para colocarle a Hajime y el se mantenía a pensar del cansancio y del sudor que marcaba su rostro. Podría haber jurado que en la pista solo jugaban ellos y que sus cuerpos estaban unidos por hilos invisibles a los ojos, pero que les hacían conjugarse perfectamente.

- Oikawa-kun creo que te cambiaré por Kageyama a la vuelta de la parada técnica y así renovaremos fuerzas para terminar el set.

- NO

Fue la respuesta de Oikawa.

No tenía su característica media sonrisa, no tenía una ironía escondida en la mirada y no había duda en su voz. El entrenador calló un momento sin saber como reaccionar ante la insubordinación de este. El colocador no miró a ninguno de sus compañeros que le observaban nerviosos y comenzaban a inquietarse. Unos segundos se dio así mismo para respirar y luego añadió.

- Déjeme acabar este partido entrenador – Dijo inclinándose- Cargo con la responsabilidad de lo que ocurra, pero... ¡No voy a perder hoy!

Marcas (Kagehina/Kuroken/Iwaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora