Hay veces que el cuerpo se mueve solo, Kageyama sabe que está perdiendo el control sobre él mismo pero... es Hinata y no puede evitarlo.
Fanfiction sobre Hinata y Kageyama (principalmente) de la serie Haikyuu. La historia se sitúa entre los primero...
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No hay un tiempo concreto, unas normas ni unas guías marcadas para establecer una relación en la que digas "Está bien así". Como un árbol que nunca deja de crecer. Siempre quieres más, primero acaricias, un día le agarras la mano y todo te quema la piel de dentro afuera con el mínimo contacto. Jodidamente maravilloso. Con mucho miedo e incertidumbre una tarde de otoño pruebas a ver a que saben los labios que llevas tanto tiempo mirando. No están hecho de fresa ni caramelo, sino de carne y saliva y te lanzas con anhelo a sabiendas de que vas a quemarte, si una caricia hace arder la piel, sabes casi a ciencia cierta y sin dejar espacio a la duda de que después del beso serás ceniza. Si sobrevives a besarle, quizás tengas opciones. Quizás abordando la estrategia de ensayo, error y repetición, puedas después de un tiempo, saber como hacer de los besos una rutina, hacerlos cotidianos sin tener que estar al borde de la muerte cada vez que la humedad de las bocas se une. No funciona siempre y si no lo controlas adecuadamente, empezarás a perder batalla tras batalla contra tu propio cuerpo. Hasta donde entra una boca en otra, que partes puedes acariciar con la lengua, que sabor tienen los labios por la mañana al despertar y antes de dormir, como sienta clavar los dientes en mitad de un beso y sonreír boca contra boca. No hay frenos que paren la guerra que libras contra todo lo que quieres hacer, lo que "deseas" hacer... Sobre todo cuando no te ponen límites. Si alguien supiera lo que es besar a Hinata Shoyo, se daría cuenta de cuan perdido estoy y de la guerra de la que es vencedor. Conocedor o no de su victoria sobre mi, cada beso es una tormenta en la que me arrastra, sin dejarme tiempo para recuperarme destroza cuanto soy para ponerme a sus pies y que toda la realidad se reduzca a él. Si alguien pudiera ver esos ojos de fuego segundos antes de que me queme vivo. Como clava sus ojos midiendo la distancia y el tiempo en la que se prepara para atacarme. Da igual donde esté, si es en clases, en un partido, en la calle o en entreno. Y para cuando quiero frenar ya es tarde, voy cuesta abajo a toda velocidad y la única forma de no caerme por el precipicio al final de la calle es... estrellarme contra el asfalto y rezar para que el golpe no sea tan duro. Por mucho que yo me estampe contra el suelo tratando de pararle... el siempre vuelve a la carga. Imposible de detener, directo a mi. Me recoge los labios con los suyos sin reparos. Un cambio de clases, le escucho por el pasillo y comienzo a temblar, arrastrándome de la muñeca hacia el hueco de la escalera y luego con fuerza y sin miramientos me empuja hasta clavar mi espalda contra la pared. El tiempo se detiene y el corazón se va a salir del pecho. "Kageyama aquí no nos ve nadie..." Y es mentira, por supuesto que pueden, cualquier alumno que pase con retraso, un profesor que baje de la sala de estudios, el conserje... Demasiadas posibilidades y todas desastrosas... Todo le da igual y a mi también. Su cuerpo está caliente, siempre lo está, cuando sus manos pasan tibias por mi cuello y le sigue un beso húmedo en el mentón. A la mierda Dejar caer mis brazos por detrás de su espalda, hasta la zona de las lumbares y atraerle así, hasta mi. Hasta que entre su cuerpo y el mio no hay espacio y ya no sepa distinguir si era su temperatura o la mía la que sube y embriaga cada extremidad. Me devora con hambre, sin miedo y repasa parte a parte cada centímetro de mi boca, la profundidad de su lengua, el como juega y se ríe mientras trato de usar los míos. Me vibra con su risa cada uno de mis dientes, la legua que atrapa entre los suyos y todo vuela por mi columna hacia cualquier lugar de mi cuerpo. Hacía todas, no hay partes neutrales, la guerra llega hasta donde no he podido descubrir. Como un niño pequeño me dejo llevar, de su mano, mientras tira de mi por el gimnasio, vestuarios, pasillos y parques. Quejándome en alto para que él pueda callarme con su boca. "Cállate ya Bakayama y bésame..." siempre es Hinata quien besa primero, quien toca primero, quién arrastra de mi hasta lo más profundo y luego... con una sonrisa siempre es él quién me manda al mundo real... "Volvamos ya... que creo que me estoy quedando sin saliva" y se ríe el maldito, con una sonrisa enorme, los labios rojos de besarme y joder que maravilla. Vivir así... esperando que llegue un día más... para besarle... y jugar a voley con él, ver quién llega antes por la mañana, acompañarnos por las tardes, que me toque con sus manos calientes todo el hielo que me cubre la piel. Que el estómago se vuelva del revés de esperar que venga por mi... JODER ¿Cuando me he convertido en una de esas princesas tontas de los cuentos? NO PUEDE SER Todo se pone cabeza abajo, y es difícil volverlo a su estado original como si estuviera doblando un calcetín. Porque la realidad no funciona así. Porque no me siento solo, porque no me oculto y el mundo real ya no me parece malo. No tanto. El mundo que se había reducido a soledad y voleibol ahora, era una mezclolanza de luz, ilusión y voley. Todo sabía diferente, el olor de la pista me llenaba los pulmones - Balón medicinal - ¿Cómo va a oler a eso idiota? - Bakayama cierra los ojos y respira hondo, super fuerte y llénate los pulmones.