直接冲突 : CAPÍTULO 8

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TEN

Se tomó ''la molestia'' -porque sí, en parte le molestaba, en parte también se hallaba un poco preocupado- de buscar a Dejun por los lugares que su madre ya había revisado y finalmente terminó en un mercado nocturno que quedaba cerca de la zona.

Ese lugar no era el destino, sino un lugar muy cercano al mismo que se trataba de una especie de parquecito en donde habían algunos bancos y mesas de cemento. Este poseía también una preciosa vista a un río y la única noche que salieron juntos, habían pasado parte de la misma allí.

En esa ocasión había acompañado a Dejun a comprar un juego de terror que había salido hacía poco. Recordó cómo el chino se había puesto un poco nervioso en el mercado, habían pasado por allí exclusivamente para comprar algún que otro aperitivo aprovechando que estaba abierto, pero al menor de los dos le agobió un poco el flujo de gente, así que decidió apartarse y esperar al mayor en un lugar más tranquilo.

Tenía un fuerte presentimiento de que no iba a encontrarlo allí, mas nada perdía revisando. Era su último intento y siendo honestos, no quería volver con las manos vacías sabiendo que la señora Qian lo estaba esperando.

Y también, por obvias razones, debía admitirse a sí mismo que su ''intuición'' estaba siendo influenciada.

Después de pasar por el mercado, el cual no estaba tan lleno dado a que era día semanal, llegó al parquecito y comenzó a buscar al joven.

Para su sorpresa, no tardó casi nada en dar con él. Lo supo reconocer por la característica campera de jean azul que solía usar y se acercó a él con urgencia.

Ten sobresaltó a Dejun sin querer y sus miradas chocaron al instante. El pelinegro notó que el muchacho traía los ojos llorosos y que las algunas lágrimas se habían deslizado por sus mejillas.

—..¿Qué haces aquí? —preguntó un molesto Dejun y se secó el rostro con los bordes de su abrigo.

—¿Estás bien? —preguntó ahora un preocupado Ten. No, no pudo evitar dejar en evidencia su preocupación y se maldijo por eso.

También se tornó dubitativo y no supo si tomar asiento a su lado.

Seguro no falta mucho para que salga con alguna estupidez. Solo estoy ayudando a su madre, nada más.

Al final se sentó y Dejun no emitió ni una queja, simplemente se quedó como estático mirando el calmado río frente a él.

El silencio reinó por unos momentos, hasta que más tarde fue roto por unos débiles sollozos provenientes del castaño. Este ocultó la cara en sus manos y apoyó los codos en sus piernas, inclinándose un poco hacia adelante.

La primera reacción de Ten fue evadir la lógica y abrazarlo.

—¿Qué te sucede, Dejun? —preguntó.

Dejun correspondió al abrazo y se aferró a Ten de una manera casi desesperada. El llanto no cesó hasta pasados largos segundos, luego se alejó con lentitud del tailandés y enganchó su mirada a la suya. 

Sus rostros se hallaban a tan solo unos centímetros. El del menor estaba húmedo y se notaba como hacía esfuerzos por respirar mejor. Ten, una vez más actuó con el corazón y le secó las lágrimas, luego, acarició con suavidad el rostro impropio, acción que Dejun aparentemente disfrutó, porque cerró sus ojos ante el tacto y ladeó su cabeza en dirección a la palma que le daba cariño.

Ahora mismo parecía que ninguno estaba actuando con la lógica.

¿Qué hacía Ten cuidándolo y qué hacía Dejun disfrutando de los cuidados?

Ten continuó mirándolo, analizando cada detalle del triste y bonito rostro frente a él. Era absurdo negar que era una persona físicamente hermosa. 

Incluso así, con un estado anímico muy bajo y una apariencia descuidada, seguía viéndose atractivo.

De repente, Dejun abrió los ojos y su mirada viajó hasta los labios de Ten.

Durante esos momentos, ni la lógica ni el corazón dieron pasos por los dos. Ambos se quedaron congelados, mirándose por unos segundos, hasta que Dejun empujó a Ten sin mucha fuerza y se levantó del banco.

—Te he dicho que no me toques ¿Qué demonios haces? —esa pregunta malhumorada, fue suficiente para que Ten se enojara también y se pusiera de pie. 

Sabía que saldría con alguna estupidez.

—Mi descuido. —soltó con bronca, no podía pensar bien y tenía la -esta vez, acertada- sensación de que no era el único en esa situación— Te he venido a buscar porque tu madre está preocupada, solo eso.

Se podría haber ido sin más, pero lamentablemente tenía que verificar que el joven llegase al departamento sano y salvo, así que tuvieron que compartir el viaje de regreso. 

Y lo último que Ten sintió fue comodidad.

Sobre todo porque no podía dejar de pensar en lo sucedido. 

straight conflict ‹ xiaoten;tenxiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora