Ira.
Traición.
No podía dejar de besar a Caleb. Sus labios eran suaves y dulces. Pero sabía que esa no era la razón principal por la que no paraba de besarlo. Sabía que en el momento exacto en el que nuestros labios se separaran, volvería a la realidad y no quería eso. La realidad apestaba. La mano de Caleb me cogió la cara profundizando el beso. Me acercó más a él, mis pechos rozando su torso. Nuestras respiraciones eran pesadas a medida que nuestros cuerpos se calentaban de lujuria. Mis hormonas gritaban de felicidad. ¿Qué podía hacer? Caleb era sexy. Apoyó una mano en mi muslo y la otra se envolvió alrededor de mi cintura. Mis pulmones protestaron por falta de aire, estaba a punto de echarme hacia atrás cuando un destello me cegó.
- ¿Qué pasa? - dije confundida.
- Hola. - exclamó Caleb, mirando a algo fijamente.
Seguí su mirada y me econtré con una chica joven. Tenía el pelo corto, oscuro y rizado. Tenía los ojos increíblemente azules. Me di cuenta de que sostenía una cámara. - ¿Qué crees que estás haciendo? - Caleb dio un paso hacia ella.
- Nada. - respondió casualmente. Otro flash salió de su cámara.
- ¡Para! - se quejó Caleb.
- Lo siento. - se disculpó, metiendo la cámara en su bolso.
- ¿Por qué nos tomas fotos? - pregunté asustada.
- Dame eso. - dijo Caleb caminando hacia ella, pero la chica comenzó a huir. - ¡Oye! - gritó, y corrió detrás de ella. Ella desapareció en la oscuridad y Caleb regresó derrotado.
- Cálmate. Probablemente es aficionada a la fotografía y le gusta tomar fotos de la gente en las calles. - afirmé, tratando de explicar el comportamiento de la niña.
- ¿De verdad? - levantó la mano para mostrarme algo. - Mira lo que se dejó. - era una especie de identificación.
- ¿Es periodista?
- Sí, de una revista de chismes.
- ¿Estás diciendo...?
- Sí, quizá estemos en la portada mañana. - dijo Caleb, pasándose las manos por el pelo.
- ¿Qué? - estaba conmocionada. - ¿Por qué?
- No sé si lo has olvidado, pero mi familia es rica. - se sentó en el banco, obviamente pensando qué hacer.
- Pero nunca pensé que fueras lo suficientemente rico como para ser portada de una revista. - sostuve mi frente dramáticamente.
- Esto no va a terminar bien. - me asusté cuando oí la melodía de un teléfono. Caleb sacó del bolsillo su móvil, su expresión cambió cuando miró la pantalla. - Es Justin. - me quedé helada.
- No respondas.
- __...
- Por favor.
- Lo siento. - dijo y respondió a la llamada. - Hola. ¿Qué pasa? - hubo un largo silencio. Justin parecía estar hablando mucho. Empecé a morderme las uñas nerviosamente.
- No le digas que estoy contigo. - susurré.
- Está aquí. - era un traidor. - Está bien. No te preocupes, la llevaré a casa ahora. Vale. Luego nos vemos.
- Gracias por tu lealtad. - dije con sarcasmo. Caleb se puso de pie.
- __, Justin no te engaña.
- Por supuesto, tú estás de su lado. ¿Qué esperaba? - dije, mirando los árboles solitarios que rodeaban el lugar.
- Los mensajes que viste no eran para él. Eran para mí.
- Sí, claro.
- ¿Te acuerdas de las iníciales? ¿KG? Representan el nombre de mi chica. Kylie Giselle. Es una chica que he estado viendo.
- ¡Deja de mentir! - grité frustada.
- No estoy mintiendo. Usaba el teléfono de Justin porque había perdido el mío. No fue sino hasta esta mañana que me dieron uno nuevo. - me mostró su teléfono. Todavía tenía el plástico protector en la pantalla.
- No... yo... - una esperanza me cruzó. Una parte de mí quería creer las palabras de Caleb, pero la otra se sentía culpable. Me había besado con el primo de Justin. - Esto tiene que ser una broma.
- Es verdad. No tengo ninguna razón por la que mentirte. De hecho, tú sabes que quiero que estés conmigo. Así que, ¿por qué iba a mentir por él?
No sabía qué decir. Todavía tenía dudas acerca de las palabras de Caleb. Justin era su primo. Podría estar mintiendo para protegerlo. Pero, yo le gustaba. No tenía sentido perder una oportunidad para que me fuera con Justin.
- ¿Me estás diciendo la verdad? - pregunté.
- Sí, Justin está dispuesto a llevarte junto a Kylie para aclarar las cosas. - me quedé en silencio por un rato. - Vamos, te llevaré a casa. - dijo suavemente.
No podía hacer esto. Mi corazón empecó a martillar contra mi pecho, lo sentía en la garganta, en los oídos. Tragué saliva y abrí la puerta. Él me daba la espalda. Pude ver su pelo oscuro y sus anchos hombros.
- Justin. - lo llamé, se volvió hacia mí.
Mi aliento quedó atrapado en el interior de mis pulmones. Era hermoso. Sus rasgos faciales eran perfectos. Sus oscuros ojos se encontraron con los míos y me congelé. Llevaba un traje formar con corbata roja, probablemente iría a trabajar después de hablar.
- Hola. - me dio una pequeña sonrisa y me esforcé por no saltar hacia él y besarlo desesperadamente.
- ¿Cómo estás? - pregunté, notando las bolsas debajo de sus ojos. Quizá estaba loca. Pero las bolsas debajo de sus ojos le daban un aspecto más sexy de lo habitual.
- No muy bien, ¿y tú?
- Estoy bien.
- __, tienes que creerme. Te quiero, nunca te engañaría. - la honestidad en sus ojos me hizo daño, porque yo lo había engañado horas antes.
- Yo...
- Mira. - dijo y se dirigió a su coche. Hizo un gesto extraño y una esbelta chica de pelo rojo se bajó del coche junto a Caleb. Caminaron hacia mí. - Ella es Kylie Giselle.
- Hola. - me ofreció la mano. - Lo siento, no era mi intención causar un gran malentendido. - me estrechó la mano rápidamente. - Este es mi teléfono, puedes comprobar los mensajes que tengo de Caleb. Lo siento mucho. - revisé todos los mensajes e hice toda la investigación para confirmar que en realidad era Caleb quien estaba viendo a aquella chica. La culpa llenó mis venas y miré a Caleb. Me sonrió con tristeza.
Me sentí mal. Caleb y la chica caminaron hacia el coche para darnos un poco de privacidad a mí y a Justin. Pero entonces, la chica se detuvo y le dio una bofetada a Caleb.
- ¡Eres un hijo de puta! - fruncí el ceño. Comenzó a caminar hacia mí, la rabia plasmada en su rostro.
Di un paso atrás. Justin se puso delante de mí para protegerme.
- ¿Qué crees que estás haciend? - preguntó Justin furioso.
- ¡La voy a matar! ¡Es una perra! - gritó furiosa. ¿Qué estaba pasando?
- No insultes a mi novia. - contestó Justin con seriedad.
- ¿Tu novia? Mira esto. - le mostró su teléfono. Miré la imagen y mi corazón dio un vuelco. Era la foto de la noche anterior. En la que Caleb y yo estábamos besándonos.
Hubo un silencio sepulcral. Podía ver el dolor y la rabia en la cara de Justin.
Había estropeado las cosas.
Había hecho daño al hombre que quería.
Sólo esperaba que él me pudiera perdonar.
La tensión era espesa. Observé en silencio cómo la expresión de Justin pasó de golpe de dolor a rabia. Apretó el teléfono y comenzó a respirar rápido. Kylie disparaba dagas en mi dirección, mientras Caleb permanecía inmóvil, con las manos a los costados. Pude ver cómo los ojos miel de Justin oscurecían. Quería decir algo, quería romper el silencio, para explicarlo todo, pero no podía pronunciar una palabra. Justin me miró y mi corazón se rompió en mil pedazos cuando vi el dolor reflejado en sus ojos. Sus cejas se fruncieron ligeramente como si no pudiera creer que la foto fuera real.
- Justin... - levantó la mano hacia mí.
- No. - su voz era fría como el hielo. Lágrimas llenaron mis ojos.
- Déjame explicarlo. - supliqué. Comenzó a caminar por el jardín hacia su coche. - ¡Espera! ¡Justin, espera! - grité, pero él no se detuvo. Caleb lo siguió y lo agarró del hombro haciéndole girar hacia nosotros.
- Hermano. - comenzó. - No era... - Justin le dio un puñetazo en la cara. Dejé escapar un grito de sorpresa. Caleb cayó al suelo aterrizando sobre su trasero. Kylie se punso tensa a mi lado, pero no dijo nada. Probablemente pensaba que Caleb se lo merecía. Justin se acercó a él y le agarró por la camiseta levantándolo del suelo.
- ¡No! ¡Para! - corrí hacia él y lo agarré del brazo. - Para. - apartó mi mano y empujó hacia atrás a Caleb.
- No me llames hermano nunca más. - dijo en el tono más duro y frío. Entonces sus ojos se centraron en mí. - Y tú. - se detuvo, apretando la mandíbula con fuerza. - Mantente lejos de mí. No quiero verte nunca más. - sus palabras quemaron en mi pecho.
- Justin, déjame...
- ¡No! - gritó. - No. - giró sobre sus pies y se dirigió a su coche. Empecé a seguirlo, pero Caleb me agarró del brazo.
- No, está demasiado enfadado. Deja que se calme. - me recomendó tápandose la nariz con la otra mano, la sangre rodó por sus dedos.
- ¿Estás bien? - pregunté preocupada. Asintió moviendo la cabeza hacia atrás. Tratando de evitar que la sangre saliera. - Kylie pasó por nuestro lado y se fue directa al coche de Justin. ¿Iba a irse con él? Justin puso en marcha el motor. Ella abrió la puerta y se metió dentro. Maldita perra. Ví, como el coche desaparecía por la calle. Frustración y tristeza se apoderaron de mí.
- __. Todo estará bien. Hablaré con él.
- No te va a escuchar. - contesté a sabiendas. Justin podía ser muy terco cuando estaba molesto.
- Le seguiré, no te preocupes. Te llamaré si ocurre algo. - dijo y se fue.
Me quedé inmóvil. Mirando distraídamente el jardín.
Justin se había ido.
Quizá me odiaba. No podía creer lo que había hecho.
***
1 2 3.
4 días habían pasado y no había oído hablar de Justin o Caleb. Había tratado de llamarlo docenas de veces, por supuesto, pero él no respondía. Iba a la Universidad, pero mi mente estaba en otra parte. El club estaba cerrado, se suponía que abría el fin de semana siguiente, así que no tenía que trabajar.
Lo había perdido. Mi dolor empeoraba con el paso de los días. Estaba presente en cada cosa que hacia. Caminar por la casa como un zombie se había convertido en mi rutina favorita. Alain había tratado de animarme, pero nada funcionaba. Había fingido cientos de sonrisas y risas delante de mi madre, no quería que se preocupara por mí. Tenía suficiente.
Quizá era una perra por quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. Llorar y lamentarme por lo que había hecho no me haría recuperarlo, no me haría volver atrás en el tiempo. Había hecho mal, pero no lo había hecho conscientemente. Estaba abrumada por el dolor y la frustración y no había pensado con claridad en ese instante.
Me levanté de la cama y miré el ordenador. Recordé la foto que nos habían hecho a mí y a Caleb. Recordé lo que me dijo. Su familia era rica. Por lo tanto, eso implicaba también a Justin. Me levanté rápidamente y corrí hacia el ordenador. Escribí el nombre completo de Justin. Y sonreí al encontrar lo que estaba buscando.
Si no podía encontrarlo en su casa. Lo encontraría en su trabajo.
Era el momento de recuperarlo.
Abrí la puerta para encontrar una oficina elegante. Una alfombra negra cubría el suelo y las paredes eran azules. Dos sofás oscuros estaban en un rincón, mis ojos aterrizaron por fin en él: Justin. Estaba sentado frente a una mesa cuadrada. Detrás de él había unas paredes acristaladas. Su perfil estaba frente a mí. Tenía un teléfono pegado a la oreja. No se había dado cuenta de mi presencia.
- Sí, necesitamos esas piezas de repuesto en este momento. - su voz varonil envió un escalofrío a través de mí. - No, no me importa cuánto cueste. El departamento de maquinaria me llamó esta mañana. Es urgente. - cerré la puerta detrás de mí y se quedó en silencio.
Se veía tan importante, tan sabio, tan sexy. El traje negro que llevaba le sentaba bien. Tenía el pelo desordenado, pero de una forma sexy. Tenía un aura de gran alcance en torno a él, era el jefe, el dueño del lugar. Cada empleado probablemente se quedaba helado cada vez que lo veían caminar junto a ellos.
- Sí, necesitamos diez mangueras hidráulicas y treinta filtros de aire. - se quedó callado un tiempo, escuchando a la otra persona en el teléfono. - Necesito esas piezas de repuesto para reparara el Bulldozer D65, el proyecto del edificio se ha detenido debido a que la máquina está dañada. - me froté las manos y di un paso hacia el escritorio. Justin suspiró frustrado. - No llames aquí hasta que no consigas las piezas. Adiós. - colgó y se frotó la sien.
Parecía estresado.
- ¿Te vas a quedar ahí todo el día? - su pregunta me hizo saltar de sorpresa.
- ¿Cómo...?
- Tu olor está por toda mi oficina. - dijo mirándome. Sus ojos oscuros me miraron con intensidad. ¿Se refería a mi perfume? - ¿Qué estás haciendo aquí, __? - la forma en que hizo mi nombre me hizo sentir un cosquilleo.
- Yo... Tenemos que hablar.
- No, no tenemos. - dijo con frialdad.
- Solo escúchame, ¿vale? - supliqué. - Si no quieres verme después, te dejaré en paz.
- Tienes veinte segundos. - su tono de voz era frío.
- Sé que cometí un error, un gran error. Pero estaba confundida, creí que me habías engañado y quería algún tipo de venganza...
- Ojo por ojo, ¿no? - me interrumpió bruscamente.
- Estaba triste. Pregunta a Caleb, él te contará todo. - la expresión de Justin se endureció.
- No digas su nombre delante de mí.
- Tienes que creerme.
- No puedo. Creo que tú y Caleb han tenido una cosa por un tiempo.
- ¿Qué? No. Te quiero solo a ti.
- No te creo. - mi corazón se hundió profundamente.
- ¿Cómo que no me crees? ¿Y todo lo que hemos pasado?
- Me engañaste, __. ¿Qué esperabas? ¿Quieres celebrarlo? ¿O simplemente actuar como si nada hubiera pasado?
- Cometí un error, soy humana, los seres humanos cometen errores.
- ¿Eso es todo lo que tienes? Tus veinte segundos han pasado. Deja mi ofina.
- No, no lo haré. - dije segura.
Él me miró. - ¿No lo harás? No me hagas llamar a los guardias, __.
- No... - Justin presionó un botón en el teléfono y segundos después aparecieron dos hombres.
- Señorita, por favor, síganos. - dijo uno de ellos agarrándome del brazo. Justin miraba la pared, evitando el contacto visual.
- ¿Sabes lo que duele? - pregunté mientras el guardia empezaba a empujarme hacia fuera. - Te perdoné. - él permaneció inmóvil. - Cuando me mentiste acerca de tu novia. Cuando omitiste la razón principal por la que me querías la noche en la que nos conocimos en el club. Te perdoné.
- No es lo mismo. - susurró.
- No, no lo es. Pero esto sólo demuestra lo pequeño que es el amor decías tener por mí y lo grande que siento yo por ti. - mi voz se quebró. - Pero está bien, te dejaré solo, Justin. - dije. - Puedo caminar por mí misma. - le dije al guardia.
Él me sonrió y me señaló la puerta.
Se acabó. No estaríamos juntos. Y yo no tendría mi final feliz.
- __. - la voz de Alain me sacó de mis pensamientos.
Lágrimas llenaron mis ojos. Lo extrañaba. Echaba de menos su olor, su sonrisa torcida, su arrogancia, su voz... Era increíble cómo se amaban las pequeñas cosas de las personas. Incluso extrañaba la forma en que me besaba en la frente suavemente cuando quería consolarme. Alain agitó la mano enfrente de mí.
- Vas a llegar tarde.
- No quiero ir. - dije, cayéndome en la cama, miré fijamente el techo sosteniendo las lágrimas.
- Vamos, __. No puedes seguir así. - dijo sujetando mis hombros, obligándome a sentarme de nuevo.
Un mareo se apoderó de mí, mi boca se llenó de un líquido salado. Salté de la cama y corrí al baño. Me arrodillé frente a al váter y vomité violentamente, mi cuerpo temblaba mientras la comida salía de mi estómago.
- Oh dios mío. __, ¿estás bien? - me preguntó Alain preocupada.
Me limpié la boca con el dorso de la mano. Respiraba con dificultad.
- ¿Estás bien?
- Estoy bien. - dije, sintiéndome un poco mareada.
Sostuve mi frente, Alain me ayudó a ponerme de pie. Me apoyé en el lavabo y me lavé la boca. Odiaba el vómito. Era la peor sensación del mundo. Me eché hacia atrás y me quedé inmóvil mientras miraba el ganibete encima del lavabo.
- Alain. ¿Hoy que día es? - pregunté nerviosamente.
-3 de enero. ¿Por? - mi estómago se retorció de miedo. Esto tenía que ser una broma. - __, ¿qué pasa?
- Tengo un retraso.