Justin había venido a recogerme putualmente, estaba vestido con un traje negro y con una camiseta oscura sin corbata. Hoy se veía extremadamente sexy. Su piel contrastaba con su traje, haciendo que sus ojos miel se volvieran cristalinos, y sus labios rosados se volvieran más irresistibles.
- ¿Por qué nunca te vi por el club? Es decir, sólo te vi la noche en la que nos conocimos. - pregunté, cuando el camarero se acercó para retirar los platos. Él pensó la respuesta.
- No me gusta ir a lugares en donde las putas y los traficantes están por todas partes. - muy buena respuesta. Estaba en lo cierto, la mayoría de los clubes de striptease eran así. - A pesar de que algunas de tus amigas actúan como putas. - no iba a hablar de aquel echo, ya que era verdad. Megan era una de esas. Lo había visto por sí mismo.
- Entonces, ¿por qué volviste al día siguiente? - pregunté curiosa.
- Por ti. - su respuesta me dejó sin aliento. Miré hacia abajo totalmente sonrojada. Per entonces, me acordé de Megan.
- ¿Por mí? - pregunté mirando hacia arriba. - ¿O por Megan? - sabía que no tenía que haber dicho eso. Pero las palabras habían salido de mi boca antes de poder detenerlas. Él sonrió con picardía.
- ¿De verdad crees que estaría interesado en alguien como Megan? - su pregunta me hizo dudar. - Apenas me conoce. Pero las pocas cosas que conoce, te puede llevar a la respuesta de esa pregunta. - suspiró. - Entonces, ¿realmente crees que yo estaría interesado en alguien como ella? - no me gustó el tono que estaba usando. Megan podía ser una puta y la odiaba. Pero ella era una stripper como yo.
- Ella es bailarina de striptease como yo, y tú has dicho que estabas interesado en mí. Así que no sé la respuesta a esa pregunta. Porque si la estás juzgando, me estás juzgando.
- Ella es una puta. - dijo seriamente.
- ¿Cómo sabes que no soy una, también? Apenas me conoces.
- No lo eres. - afirmó seguro.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro? - le pregunté desafiante. Se inclinó un poco hacia mí
- Porque tus ojos son los más legibles que he visto. Puedo ver a través de ellos sin esfuerzo. - su mirada intensa me puso los pelos de punta. - Cuando te toco, no veo las expresiones que una puta haría, veo los gestos de una niña descubriendo sensaciones nuevas. - mi corazón simplemente dejó de latir. Tragué saliva, y me levanté.
- Disculpa. Voy al vaño. - afirmé.
- Por supuesto. - respondió triunfal. Odiaba esa expresión.
Caminé a través del salón hasta que vi la puerta del baño. Entré y me miré en el espejo. Mis mejillas estaban completamente rojas. ¿Cómo podía Justin saber que todas las sensaciones que había experimentado con él eran nuevas? Él era más inteligente de lo que yo pensaba. ¿Sabría que era virgen? Odiaba su arrogancia, su inteligencia, su capacidad de ver a través de mis ojos... ¿a quién estaba engañando? Me gustaba. Me gustaban todas esas cosas sobre él. Era misterioso e interesante. Sabía muchas cosas sobre mía, mientras que yo apenas lograba saber algo de él.
Caminé de regreso a la mesa. Justin estaba hablando por teléfono con una sonrisa maliciosa en su rostro. Tan pronto como llegué, colgó. ¿Lo estaba haciendo a propósito? Me senté lentamente.
- ¿Quieres postre? - preguntó. Pero yo seguía preguntándome acerca de su misteriosa llamada y la forma en que colgó al llegar a la mesa.
- No. - respondí automáticamente. Justin frunció el ceño.
- ¿Por qué no?
- Tengo que irme. - le dije, tratando de forzar una sonrisa.
- ¿Está todo bien? - preguntó, mirándome directamente a los ojos. Miré hacia abajo, porque no quería que él viera nada.
- Sí. Estoy cansada. - sabía que él no me había creído, pero tendría que vivir con mi mentira. Justin pidió la cuenta y pagó.
Nos fuimos del restaurante en silencio. Un chico de uniforme trajo el coche de Justin y le dio las llaves cortésmente. Justin condujo en silencio, y Vivaldi comenzó a sonar. ¿Cómo sabía que las cuatro estaciones de Vivaldi era mi canción favorita? La suave melodía me ayudó a relajarme. Estaba mirando por la ventana cuando sentí la mano de Justin acariciar mi muslo.
Le miré, pero él se centró en la carretera como si nada sucedía. Sus caricias fueron arriba y abajo, subiendo mi vestido un poco. Su mano era cálida y suave. Hacía demasiado calor. No podía dejar de sonrojarme.
Su mano continuó haciendo su camino hacia el centro de mis piernas, y fue hasta mi ropa interior. ¿Qué estaba haciendo? La respuesta fue inmedita cuando sus dedos tocaron mi zona sensible. Solté un pequeño suspiro mientras él seguía tocando arriba y abajo por encima de la tela, aumentando mi calentura.
Lo miré de nuevo, pero su rostro no mostró ninguna expresión. Su mano dejó mi ropa interior y subió hacia mis pechos, me estaba muriendo poco a poco con su toque. La expectativa me estaba matando, y entonces él deslizó su mano por debajo del vestido y sostén. Cuando su dedo tocó mis pezones desnudos, gemí en voz alta. Él lo apretó, haciendo que arquera la espalda. Cerré los ojos dejando que la sensación me recorriera el cuerpo. Su mano volvió a mi ropa interior, y esta vez, la movió hacia un lado para tocar mi intimidad directamente.
Su dedo cálido acariciaba mi clítoris hacia arriba y abajo haciéndome gemir sin control. Abrí mis piernas inconscientemente dejándole acceder fácilmente. Arriba y abajo, arriba y abajo... pensé que mi cuerpo estaba a punto de explotar. Levantó el dedo índice, al mismo tiempo que su pulgar seguía rozando mi clítoris. Era simplemente demasiado.
Gemí cuando mi cuerpo exigió la liberación. Su dedo entrando y saliendo me estaba volviendo loca. Me mordí el labio inferior para detener la serie de gemidos, pero no tuve éxito. Mi cuerpo se arqueó y exploté de placer mientras mi primer orgasmo fluía a través de Justin. - ¡Justin! - grité su nombre cuando sentí que mi cuerpo palpitaba de placer. Una sensación de relajación corría por mis venas. Justin retiró su mano y la puso en el volante. Me dirigió una mirada rápida, y luego susurró:
- Eso es lo que te pasa cuando me mientes. - lo odié en ese momento. Pero debía admitir que había sido impresionante. Siempre había escuchado acerca de la grandeza de los orgamos en el club, pero nunca había experimentado uno. Había sido la sensación más increíble del mundo. Sabía que tenía que haberlo detenido, pero ese era un pensamiento que lo hacía aún mejor. ' Lo prohibido siempre sabe mejor '. A todos nos gusta lo que no debemos hacer, nos gusta la adrenalina de saber que lo que estamos haciendo está mal.
Mi corazón todavía latía desesperadamente. Me sentía relajada. De repente, Justin detuvo el coche, y me di cuenta de que estábamos justo en frente de mi casa. No sabía qué decir, estaba enfadada conmigo misma porque me había rendido fácilmente. Justin puso su antebrazo en el volante y se dirigió a mí. Tenía un brillo en sus ojos. Sonreí interiormente porque estaba emocionado.
- ¿Has aprendido la lección? No me mientas nunca, __. - miré hacia abajo, y entonces visualicé su miembro duro por encima de la tela de los pantalones. Me reí. - ¿Qué? - preguntó confundido.
- Y eso es lo que te pasa por jugar conmigo. - señalé hacia sus pantalones y abrí la puerta del coche. Me bajé y cerré la puerta. Me di la vuelta y me asomé por la ventana, él me miraba confundido. - Nos vemos. - dije sonriente, y me alejé, caminando por el camino de piedras hasta la puerta de mi casa. No entré hasta que vi el coche de Justin alejarse.