¡Muévete, __! - gritó y siguió corriendo.
Lo seguí y sonreí al ver la puerta principal frente a nosotros.
Eso nos llevaría a la salida. Cruzamos la puerta y seguí corriendo hasta llegar al coche. Mi hermano se metió dentro y arrancó el motor, me subí en el asiento de copiloto.
- Vamos, vamos, vamos. - exclamé mirando a los guardias viniendo hacia nosotros.
Alex comenzó a conducir rápido, saliendo del aparcamiento. Todavía estaba respirando rápidamente, mis pulmones luchaban por conseguir aire suficiente.
- Estuvo cerca. - logré decir, apoyando mi cabeza en el asiento.
- ¿Qué fue todo eso? - preguntó Alex atento a la carretera.
- No lo sé. Me sentía en una película de terror donde el protagonista es llevado a una institución mental, incluso aunque no estuviera loca.
- Apuesto a que los padres de Justin tuvieron que ver con eso.
- Estoy de acuerdo. - dije, recordando a Justin.
Me levanté de la cama e hice la rutina de siempre. La noche anterior habíamos llegado a casa bien entrada la noche. Mi madre nos había estado esperando despierta en el salón, no tuve otro remedio. Tuve que contarle todo desde el principio hasta el final.
Después de innumerables intentos inútiles para hacer que mi rostro se viera normal, decidí rendirme y coger unos vaqueros y una camiseta al azar. Estaba a punto de bajar cuando el timbre sonó. El corazón me dio un vuelco, ¿podría ser...? No, de ninguna manera. Justin debía estar aún en la clínica. Mi esperanza se desvaneció dejando un espacio vacío en el pecho.
- Alex, abre la puerta. Estoy ocupada. - gritó mi madre desde la cocina. Pero Alex no estaba a la vista.
- Lo haré yo, mamá. - declaré dirigiéndome a la puerta, y luego procedí a abrirla suavemente.
Mi boca se abrió por la sorpresa.
- ¿Qué estas haciendo aquí? - pregunté confundida. Era la madre de Justin.
- Hola, __. - saludó cortésmente y luego me ofreció una bolsa. - Son algunas cosas que dejaste en mi casa. - respondió, al ver mi cara de confusión. Abrió la bolsa y me mostró mi ropa y mi teléfono. Agarré mis cosas y luego la miré.
- ¿Sabe Justin que estás aquí? - tuve que preguntar.
- Sí.
- ¿Qué le dijiste de mí?
- Nada.
- Tengo que hablar con él.
- Me temo que eso no es posible.
- ¿Por qué me odias? ¿Es porque no soy una rica rubia?
- No, mi marido y yo no somos así.
- Entonces...
- Tienes que entenderlo, nuestro hijo está herido, __. Admito que las acciones de mi marido son un poco groseras, pero él está tratando de protegerlo.
- Lo quiero.
- Está herido por tu culpa, y le rompiste el corazón. Lo siento, pero tengo que ser egoísta. Aléjate de él. - dijo.
- Por favor...
- Lo siento. - se volvió y comenzó a caminar alrededor de la limusina.
Cerré la puerta y me apoyé contra ella. Agarré el teléfono y comprobé la batería. Tres rayas. Traté de llamar a Justin pero no había respuesta. Me las arreglé para obtener el número de Caleb. Corrí al teléfono de casa y empecé a marcar el número. Me mordía las uñas, esperando que Caleb cogiera el teléfono.
- ¿Hola? - la esperanza invadió mi cuerpo.
- Caleb.
- Hey, yo...
- Por favor, no cuelgues.
- Estoy ocupado. - oí voces de fondo.
- Estás con tu tío, ¿no es así?
- Sí. - respondió con frialdad.
- ¿Justin está? - pregunté.
- Sí. - mi corazón saltó.
- ¿Puedo hablar con él?
- Ahora no, tengo que irme.
- Caleb, por favor.
- Lo siento. - colgó mientras una lágrima rodó por mi mejila.
Me hubiera gustado poder oír su voz. Mi pecho estaba vacío. No quería perderlo. Pero parecía tan lejano ahora. El teléfono de la casa comenzó a sonar y me hizo saltar de la sorpresa.- ¿Caleb?
- Eh... no. - dijo una voz desconocida.
- ¿Quién eres?
- Calvin, te llevé a casa ayer y...
- Oh Calvin. Lo siento, estoy un poco agitada.
- ¿Qué te pasa?
- Nada importante. ¿Qué querías?
- Acabo de salir del trabajo. Y estaba pensando en ir al cine esta tarde, pensé que podía venir conmigo. Quiero decir, es deprimente ir al cine solo, ¿no? - obviamente estaba nervioso. - Si quieres claro.
Tomé una respiración profuna. - No sé, ¿sería una cita? Porque si lo es, lo siento, pero...
- No, no es una cita. Es un grupo de amigos. - dijo rápidamente.
- Oh, bien entonces.
- ¿Eso es un sí?
- Claro. Suena bien.
- Está bien. ¿Puedes darme tu número de móvil para mandarte un mensaje con la dirección?
- Claro. - le di el número y luego nos despedimos. Sonreí cuando colgó, me había alegrado oír a Calvin nervioso. Caminé hacia la cocina y corrí hacia mi madre.
Mi móvil vibró. Pensé que igual era Calvin con la dirección. Dejé de caminar y respirar cuando leí el mensaje.
De Justin:
'' Creo que lo mejor para nosotros es estar separados. No te molestaré más. Adiós, __. ''
Sentí que mi corazón estaba siendo perforado por miles de agujas. No podía estar hablando en serio. Eso no podía suceder. Justin nunca diría eso. Estaba a punto de responder cuando mi teléfono se apagó en mis ojos. Batería baja. Corrí escaleras arriba desesperadamente. Entonces, abrí la puerta de mi habitación con violencia, necesitaba encontrar el cargador.
Recorrí la habitación, tratando de recordar dónde lo había visto por última vez. Lo encontré en la mesa de noche, lo conecté al teléfono, pero tenía que esperar unos minutos hasta que la batería hubiera ganado algo de alimentación.
Suspiré, cayendo en la cama. Me quedé mirando el techo, preguntándome qué iba a contestar. Estaba segura de que Justin no me lo había mandado, pero, ¿y si lo había hecho? Mi corazón se rompería. Me había entregado a él por completo. Observé el teléfono. Lo cogí y lo encendí.
¿Y ahora qué? ¿Qué iba a responder? Tal vez debería llamarlo para saber si realmente era él. Lo llamé, cinco veces, pero no cogió el teléfono. Suspiré frustrada. Y comencé a escribir.
'' ¿Es eso lo que quieres? ''
Después de diez minutos, que se volvieron eternos, mi teléfono sonó. Revisé la pantalla con esperanza, pero era un número desconocido.