El pedazo de tela húmedo tenía un extraño aroma que hacía al Beta sentirse débil. No soportó mucho antes de que todo se volviese negro para él. Comenzó a recobrar la conciencia mientras escuchaba como algunas personas hablaban sobre lo que al aparecer harían con él. Intentó moverse, pero se encontró con sus brazos atados tras su espalda, así como sus tobillos, ya no traía el gran abrigo puesto, sino que se encontraba recostado sobre él. Miró alrededor notando como estaban en una desgastada cabaña, quizás un almacén al haber algunas cajas con comida, una mordaza le evitaba decir cualquier cosa mientras quienes notaron su conciencia se acercaron.
— Parece que ya despertó. – Dijo un alto hombre de complexión robusta, cabello rojizo y una gran barba blanquecina, a su lado se encontraba otro de cabello negro y corto. Ambos vestían pieles de color negro y portaban con cuchillas en sus cinturones.
— Entiendo porque lo eligió aún si no puede dar descendencia. – Dijo el de cabello azabache mientras sacaba una daga de su cinturón y la ponía contra el mentón del Beta para que alzara el rostro.
Por su parte Kuroo se encontraba en la sala de reuniones dejando que todos notaran su ira al enterarse que su pareja había sido secuestrada.
— ¿CÓMO DIABLOS PASÓ ESTO? – Gritó al tiempo que golpeaba la mesa de madera frente a él y los demás daban un respingo mientras agachaban la cabeza.
— Mi señor, acaba de llegar esto. – Interrumpió un guardia que apenas entraba en la sala con un pergamino en sus manos. Le arrebató aquello al guardia y se apresuró a leerlo haciendo que hirviese más en colera.
— Los mataré yo mismo. – Masculló para si mismo mientras arrugaba el papel entre sus dedos. Era una maldita carta de rescate. Si pagaba lo suficiente dejarían ir a Akaashi sin hacerle daño.
— Tienes que calmarte. – Habló ahora Bokuto mientras ponía su mano sobre el hombro del otro. — Si nos apresuramos todo será peor.
— ¡No tengo tiempo para esa mierda! – Gritó de nuevo alejando la mano que se posaba sobre su hombro, pero en lugar de molestarse, el de ojos dorados lo sujetó de nuevo para que se girara a verlo.
— Kuroo piensa un poco. Eres el gobernante de este reino, no puedes solo ir masacrando personas, aunque se lo merezcan, tenemos que actuar con cautela y sabes que te ayudaré en lo que decidas, pero una vez que lo hayas pensado calmadamente. – Bokuto tenía total confianza en su rey y no dudaría en asesinar a quien fuese necesario por él, pero sabía que si actuaban como locos podrían terminar haciendo que dañaran al Beta.
Algunas horas pasaron y Akaashi se sentía cada vez más asustado por su situación. No sabía si Kuroo estaba al tanto de donde se encontraba o lo que estaba pasando. Quería mantenerse sereno y ser fuerte, pero el miedo era algo que no podía controlar, lo que si podía hacer era fingir estar bien, mantener su expresión de póker aún si por dentro estaba gritando por ayuda.

ESTÁS LEYENDO
Izmena
Fiksi PenggemarAkaashi siempre disfrutó de la comodidad de ser un Beta, de encontrarse libre de ciclos de celo y posibles ataduras. Al ser el menor creyó que solo tenía que ser obediente, no imaginando lo que pronto llegaría para cambiar su estilo de vida, como ll...