El imperio de Maotóuying se había encontrado en paz desde hace décadas, gracias a la diplomacia de sus gobernantes. Cada hijo era educado para poder desenvolverse en cualquier situación, desde una ceremonia del té hasta un duelo con espadas. Akaashi era el menor de cuatro hermanos y a diferencia de estos y su padre, no había nacido como un imponente Alfa, sino como un "simple" Beta.
Aquello no le molestaba en lo absoluto. No debía preocuparse por los llamados celos, ni suyos ni de los demás, ya que no era afectado por las hormonas a diferencia de sus hermanos que tenían que ser doblemente cuidadosos para no deshonrar a la familia con algún acto indecente o no bien visto por el emperador, que aún si era su padre, no dudaría en desterrar a quien sea que rompa las reglas sobre cómo se suponía que debían vivir. Siempre siendo honorables, educados e inteligentes. Akaashi era consiente de todo aquello, por lo que era cuidadoso en las palabras que salían de su boca, en las expresiones que dejaba ver a los demás e incluso en las actividades que realizaba día con día. Disfrutaba especialmente de ir al jardín y leer algún pergamino o simplemente gozar de la soledad de aquel lugar rodeado de árboles, arbustos y flores que proporcionaban privacidad y tranquilidad. Solía vestir con yukatas del color del cielo o el mar, aquellas tonalidades resaltaban aquel par de lagunas sin aparente fondo, un azul que parecía esconder más de un secreto que pudiera ser mencionado alguna vez. De nuevo deambulaba por aquel enorme jardín en busca de su lugar favorito bajo unos cerezos, que en esa época del año ya se encontraban floreciendo, sin embargo, su paz ni siquiera pudo comenzar cuando ya se encontraba interrumpido por uno de los sirvientes que le daba el mensaje de que su padre quería verlo.
Sin prisa retrocedió en sus pasos de regreso al palacio, se quitó el calzado y permitió que sus sirvientes le colocaran otro par para andar dentro del lugar. No tardó demasiado en llegar hasta donde el emperador se encontraba esperándole. Como era costumbre se puso de rodillas para hacer una reverencia en señal de respeto, pues, aunque fuese su padre, no podía tratarlo casualmente cuando este se encontraba sentado en el trono.
— ¿Me ha llamado? – Preguntó mientras bajaba su mirada al suelo en señal de respeto.
— Así es. Llegó el momento que le brindes honor al imperio. – Akaashi no pudo evitar alzar la mirada interrogante a quien le miraba por encima. – Contraerás matrimonio.
El de cabello oscuro no se vio sorprendido por aquella noticia. Sabía que era cuestión de tiempo para que su padre arreglara un matrimonio para él, aunque no entendía porque en ese momento.
— Por supuesto, ¿Con que mujer contraeré matrimonio?
— Con el futuro rey de Belaya Koshka. – Eso si le había tomado por sorpresa y no pudo evitar demostrarlo en su expresión antes de bajar la cabeza de nuevo al notar la mirada dura que su padre le había dirigido. — Él ha mandado un barco para que cruce el océano en la búsqueda de tu mano, ha enviado regalos para mostrar que tiene lo necesario para darte la vida que mereces y, sobre todo, con su unión traerás una alianza con aquel reino escondido en la nieve.
— Pero padre, no veo como podría ser un buen candidato para dicho matrimonio. No puedo darle descendencia, solo soy un Beta.
— Eso no parece importarle, así que acepté dar tu mano en matrimonio con él. Estoy seguro que estás de acuerdo. – Akaashi tragó saliva al sentir como el frio metal de la espada de su padre rozaba su cuello en clara advertencia en caso de que siquiera pensara en una negativa.
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Izmena
FanfictionAkaashi siempre disfrutó de la comodidad de ser un Beta, de encontrarse libre de ciclos de celo y posibles ataduras. Al ser el menor creyó que solo tenía que ser obediente, no imaginando lo que pronto llegaría para cambiar su estilo de vida, como ll...