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pov's kim solhee

Me encontraba sentada en silencio, mamá accedió con un simple mensaje a mi solicitud de cenar con nuestro vecino, estaba en su casa por primera vez, el comedor-sala es un ambiente algo acogedor a pesar de que está casi vacío por la falta de muebles, las cajas que hay en las esquinas me da a entender que aún le falta desempacar mucho. Unos ladridos en mi dirección me hicieron bajar la mirada, a mi lado se encontraba un escandaloso canino de pelaje blanco y anaranjado.

¡Un perrito! No dude más de dos segundos en tomarlo entre mis brazos a pesar de sus ladridos y de que corría el riesgo de que me muerda, estaba a cantada, jamás he podido tener una mascota, debido a que mi progenitora no es fan de los animales y que no podemos darnos el lujo de cuidar de uno cuando prácticamente estamos todo el día afuera, un ser vivo merece atención y cuidados, eso es algo que nosotras no podemos darle. Cuando el perro detuvo sus ladridos pude comenzar a besarlo, era tan pequeño que no se me dificultó alzarlo entre alagos.

—Veo que ya conociste a Mickey.—detuve mis movimientos cuando el Señor Jung salio de su cuarto, mis ojos lo recorrieron con cautela, notando como se cambió por algo más casual.

—Es muy lindo.—dije, acariciando atrás de sus orejas, el animal se movió entre mi regazo dando señal de que le agradaban los toques.

—Es algo viejo, pero sigue siendo igual de tierno que cuando llegó.—pude sentir su cuerpo a mi lado cuando se acercó a acariciar también a Mickey, mi cuerpo se congeló involuntariamente, mi sistema entró en un colapso sin yo saber la razón— En fin, ¿Qué te gustaría cenar?

Se volvió a alejar, caminando hacia la pequeña cocina del departamento, solo ahí pude relajar mi tenso cuerpo.

—Mmmh... no lo sé.—dude.

El mayor abrió su heladera dándome la espalda.

—¿Te gusta la pasta?

—Sí —asenti cuando giro a verme—. Me gusta.

( ... )

Había descubierto una faseta bastante diferente a la que presencié esta mañana, al parecer es un hombre muy divertido, lo comprobe cuando mientras él cocinaba no paraba de hablar y bromear con diferentes temas. Yo permanecía a su lado en la cocina con Mickey en mis brazos, admirando como preparaba la salsa, he de admitir que no suelo ver aquello, mayormente mis comidas son pre-hechas o compradas directamente por Delivery. Pero al probar lo que preparó...

Simplemente fue grandioso.

No sabia que alguien podía preparar una simple pasta de una forma tan exquisita, mi paladar fue bendecido por sus manos.

—¿Te gustó?—preguntó con gracia al ver la forma en que comía.

—Sus manos fueron besadas por Dios.

—Gracias, es lindo escuchar que otros disfrutan de lo que preparo.

A sus labios fueron llevados la copa de vino, con una elegancia que parecía natural, él solo bebió de esta y esbozó una agradable sonrisa. Me gustan sus sonrisas, puede que sea porque se forman unos pequeños hoyuelos bajo estas, o porque sé que me las dedica a mi cada vez vez hablamos de algo trivial. No lo sé, solo sé, y tengo en claro, que en mi estómago se forma una nueva Guerra Mundial con solo verlo, y es algo absurdo siendo honesta, es prácticamente un desconocido pero ya nos tratamos como amigos de toda la vida.

Me pregunto si él se siente solo en este departamento.

Teniendo tantas fotos, pero nadie a su lado...

—Retomando la charla de esta mañana —su voz me obligó a salir de mis pensamientos, levanté la vista del plato para verle a los ojos— ¿Por qué te empeñas en hablarme de tu madre?

—¿Y por qué usted tiene su número? —no sé de donde había salido el coraje para preguntar aquello, pero lo hice, y él quedó de alguna forma entretenido.

—Ella me lo dio ayer mientras hablábamos.

Debí suponerlo.

—Es una mujer muy amable, confío en que serán buenos amigos.—dije.

—Sin duda.—completó.

Y el ambiente volvió a ser trivial.