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pov's kim solhee

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pov's kim solhee

No quería despertar, sin embargo el incesante ruido del móvil sonando no me dejó de otra más que atender, estando somnolienta.

—¿Si?

—¡SolHee! ¿Dónde estás?

—¿Hum?—confundida me senté en la cama, analizando la hora, y sorprendida note que eran las tres de la tarde.

Dijiste que saldrías conmigo hoy, domingo. Quedamos en vernos en el Museo.

—Ah, JiMin... yo...

Lo olvidaste. —asintió, nada sorprendido— Ni siquiera sé porque no me sorprende.

—Ya mismo voy, es que estuve con algunos problemas ayer y no he podido contarte.

Esta bien, no es necesario que...

—No, no. Me cambio y estoy en cinco, lamento la tardanza. Prometo que es la última vez.—colgué, levantándome a toda velocidad de la cama.

Abrí una de mis maletas, y de esta solo saqué una falda de tuvo y una polera de cuello de tortuga, cepille mis dientes e intenté maquillarme un poco para así correr a la entrada. Lo que, ciertamente, no espere, fue ver al Señor Jung abrazar a mi madre en el sofá, mientras esta llora desconsolada, parecía no haber dormido. Curiosa —incluso con algo de preocupación– avancé hacia ellos teniendo en mi mano el teléfono, estando a punto de llamar a mi amigo.

—¿Qué sucede?—pregunté. Mamá levantó la vista para verme fijamente con sus ojos rojos por el llanto.

—SolHee .—consternada se abrazo a si misma— Debo decirte algo.

El Señor Jung desvió su vista, yo al no entender la situación solo quedé parada allí mismo, mientras la boca de mi progenitora se abría y pronunciaba unas fáciles palabras. Al terminar, no entiendo el porqué, ni el cómo, mis piernas flaquearon hasta hacerme caer al suelo conjunto las lágrimas, el mareo se apoderó de mi y la respiración me fallaba. Solo entendía que, siendo realidad, alguien ya no estaba en este mundo. Y eso me habia hecho recaer, porque la sorpresa se fundió en dolor al saber que él jamás podría volver, esto no es una broma, es la realidad.

Tenía planes con mi padre, pensaba en irme a Estados Unidos dentro de un año, empezaría la Univeridad allá, puede que dejé de ver a Hoseok, y eso me duela por mucho tiempo, pero al final lo superaría. Terminaría mis estudios allí, e intentaría regresar a Corea para verlo, entonces, yo pensaría que él me espero. Sería mayor, una adulta, todo de mi podría pertenecerle. Aunque, pensándolo bien, fui una ingenua.

Desde niña he sido ignorada por mis padres. Trabajo, amoríos, peleas... indudablemente la soledad me consumió cada día de mi frágil existencia, me siento sola, desamparada. Nadie jamás podrá amarme, ¿Qué hay de malo en mi? Sólo deseaba atención, quería ser la primera opción de mis padres, quería que mamá fuera feliz a mi lado, pensaba que ella era la mejor madre del mundo, y que se merecía un hombre como el Señor Jung.

¿Fui egoísta? No cabe duda de aquello, soy una mala persona.

Con mi pecho doliendo, fui abriendo los ojos lentamente hasta acostumbrarme de la luz del cuarto. Observé el techo blanco, hasta que una mano sostuvo mi mejilla, acariciándola. Bajé la vista, él estaba sentado en el borde.

—SolHee. —comienzo a odiar mi nombre— ¿Cómo te sientes?

—¿Dónde está?—lo ignoré, buscando a mi madre.

—Tuvo que ir a la morgue.

Era oficial, nada de esto tenía sentido.

—¿C-Cómo sucedió?—mi voz tembló al sollozar.

—Dicen que fue suicidio.

—¡Mi padre nunca podría haber hecho tal cosa! —la desolación se convirtió en furia, me senté en la cama, estando frente a su rostro hubo una guerra de miradas desafiante— Él nunca sería tan cobarde.

—Sabes que sí —sonrió sinicamente— si no lo era, ¿Entonces por qué apenas daba la cara frente a ti, como yo lo hago? Admitelo, él seguía siendo un niño que fue obligado a crecer. ¿Y de quién era la culpa? Exacto, ¡Tuya!

—¡No! —grite, mi mano se levantó con una única intención— N-No...—fuí detenida por Hoseok, sus dedos extragulaban la piel de mi muñeca, comenzó a levantarse, sin soltar su agarre me hizo hacía atrás en la cama— Y-Yo, yo no quería...

—Sí querías, SolHee. —cuando creí que al fin me dejaría libre, su mano se alzó y se estrelló contra mí mejilla, provocando que mi cabeza girara a un costado por el impacto— Espero que esto y lo de ayer te enseñen a respetar.

Ardía, mucho más cuando las lágrimas se deslizaban por el área rojiza.

Su cuerpo sobre el mío me causaban pavor.

—¿Con quien ibas a salir? Espero que no sea con ese niñato, de lo contrario, me enojaría mucho...

Mierda.

Mierda

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need to know ➵ ʙᴛs;; jhs [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora