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O35

pov's kim solhee

Ni siquiera me había despedido de la abuela, puesto que mi madre estaba tan enojada –y exaltada– que no permitió ningún acercamiento. Con ayuda del Señor Jung tomé mis dos maletas llenas y salí de la casa para subir al vehículo, en silencio abroche mi cinturón mientras mamá terminaba de retocar su labial rojo con el espejo delantero. Al notar que había salido, y como el hombre guardaba las maletas en el baúl, me observó desde el espejo retrovisor. Toda amabilidad que nos caracterizó por años se fue, nada sería igual, nuestro vínculo de madre e hija se ha roto. ¿Por qué? Porque ambas queremos a un mismo hombres.

—¿Trajiste todo?

—Sí.

—Bien. —hizo un mechón de su lacio cabello a un costado— Asegúrate de ser amable con Hoseok, sabes que él es bueno. Me gustaría que ambos tengan una buena relación.

Hipocrimamente yo asentí de brazos cruzados, si ella supiera un poco de sucedido, puede que ahora mismo no esté tan tranquila pensando que es quien lleva el control. No sé los planes del Señor Jung, pero dijo que debía confiar en él, no tengo otra opción, dependo completamente de su presencia frívola. Mi cuerpo requiere de sus besos para seguir respirando. Desearía al menos poder leer lo que hay en su cabeza, así actuaria tal cual quisiera.

La puerta de conductor fue abierta, con su boca cerrada entro y se colocó el cinturón para arrancar, nadie decía nada, no hasta que el semáforo estuvo en rojo. Nerviosa tragué saliva, sentía sus ojos negros sobre mi, desde el espejo retrovisor me analizaba, podia ver cada acción de mi cuerpo, desde mi incesante respiración entrecortada hasta las mordidas duras a mis pobres labios resecos. Subí mi mano hasta el borde de mi polera de tirantes, tenía el collar terminando en el monte de mis pechos, así que, aprovechando esto, hice un camino con mis dedos hasta esa parte más profunda. Bajé lentamente la prenda, exibiendo la desnudez de mi piel.

El Señor Jung remojo sus labios, no pudiendo apartar la vista.

—Hoseok, arranca.—la orden de mi madre lo hizo volver a la realidad.

Rápidamente aparte mis manos de todo acto pecaminoso y me dediqué a observar por la ventana mientras el camino al edificio seguía. Cuando llegamos, estando en este frío ambiente, yo tomé una de mis maletas para caminar a paso rápido al elevador. No saludé al simpático portero que todo lo vé, mi enojo me hacía actuar como una verdadera malcriada.

Estando ya adentro quise presionar el botón que me llevaría al piso establecido, pero mi madre ingreso con su bolso y mirada agria. Atrás de ella su amante o pareja, lo que fuera, cargaba mi otra maleta. Quise, sin más preámbulos, presionar el botón de una vez por todas, pero entonces una mano externa se sobrepuso, 'ahorrándome' la tarea.

Levanté la vista cuando se posicionó a mi lado, mamá delante nuestro frente a las puertas, con ambos brazos cruzados y su bolso cargando del hombro. Era una mujer egoísta, como yo, y como él. Pude notar a un costado del elevador una cámara apuntándonos, entonces, un recuerdo llegó a mi mente. Aquella vez donde primitivamente dejé que el deseo me cegara, fui profanada por sus dedos y dulces palabras. Ahora, siendo su mano libre viajar por mi cintura, subiendo a mis pechos. Acelerada por la emoción de ser descubierta me negué a su contacto, pensaba lo mismo que la primera vez.

Van a enterarse. Tengo miedo de lo que ocurrirá al ser revelado esto.

Cuando sus largos dedos rozaron mi bra, tuvimos que separarnos porque las puertas fueron abiertas en par.

—Avancen. —dijo, siguiendo su paso. Lo hicimos, pero nada me haría olvidar esa adrenalina llena de emociones— SolHee, debo ir a buscar unos papeles, acomódate en lo que vuelvo.

—Pero —la detuve— ¿Qué papeles?

—Son solo los de la custodia. —biró sus ojos con fastidio— Puedes estar tranquila, hago esto por ambas.

Ellos dicen... que hacen esto también por mi, pero en realidad, ¿Piensan en mi?