20 [Editado]

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OWEN

El viernes cuando salí del trabajo, pasé a recoger a Kara a la universidad. Quería ir a comer con ella antes de ir a casa de mis padres así que la invité al restaurante donde ella trabajaba; era su día libre y merecía ser atendida en lugar de ser quien atendiera. A pesar de que se había negado bastante, al final logré convencerla de que era una buena idea y que nada iba a salir mal, cosa que por un momento dudé al entrar y ser atendidos por Marien.

Mi novia y exnovia trabajando juntas... no me gustaba, era incómodo. ¿Por qué? No lo sabía con certeza, pero sí tenía claro que no me agradaba la idea de que ellas convivieran tanto tiempo juntas.

—¡Kara! —exclamó Marien acercándose a ella en cuanto tomamos asiento. Se agachó para poder darle un abrazo sincero que me hizo sentir menos tenso. Si se llevaban bien siendo polos tan opuestos, entonces no debía preocuparme. ¿O sí? —. Pensé que hoy era tu día de descanso —dijo confundida al tiempo que daba un paso atrás.

Lanzó una mirada de reojo en mi dirección y luego sus ojos se abrieron como platos.

—De hecho, mi novio me trajo por eso mismo —expresó Kara, pero Marien no la escuchó.

El rostro de la rubia se partió en una enorme sonrisa y luego arrojó sus brazos alrededor de mi cuello. Chilló mi nombre y yo reí nervioso abrazándola de vuelta con torpeza. Marien siempre había sido demasiado afectuosa y era una de las cosas que siempre me habían gustado de ella, sin embargo, durante ese mes con Kara me había dado cuenta de que ella podía ser algo... posesiva. Era celosa, al igual que yo con ella, y sentía que esa situación la iba a poner mal, algo que no quería para nada.

Solté a Marien y ella debió entender la indirecta porque se alejó de mí para vernos a los dos con una genuina expresión de aprobación en su rostro. Miré hacia Kara, quien me miraba con una tensa sonrisa y los ojos ardiendo de furia contenida.

—Así que son novios, ¿eh? —Marien miró directo a mis ojos y suspiró—. No puedo creer lo pequeño que es el mundo.

—Ni yo —comenté riendo nervioso. Volví a ver a Kara y vi que se encontraba con la nariz enterrada en el menú, el cual de seguro ya se sabía de memoria—. Uh, ¿podemos ordenar de una vez? —pregunté con el tono más relajado que pude. Marien dio un respingo y luego sacó una pequeña libreta del bolsillo de su mandil.

—Oh, claro. Lo siento —rio—. Me emocioné por verlos juntos y... Bueno, lo siento. —Apoyó la punta de la pluma sobre la hoja de la libreta y miró hacia Kara—. ¿Listos para ordenar?

—Solo quiero un sándwich de pavo y un té, por favor —dijo. Kara la miró con sus ojos azules y pude ver cómo se ablandaban. Se notaba que le tenía mucho cariño y me pregunté qué tan bien la conocía. Si acaso conocía todo lo que yo desconocí cuando estuvimos juntos.

—Oh, está bien. Le diré a Raúl que te lo prepare como te gusta. —Marien le sonrió y luego se giró hacia mí—. ¿Y tú, Owen?

Cerré el menú sin siquiera leerlo y le sonreí.

—Dame lo mismo que a Kara. En un rato más iré a casa de mi mamá y me va a matar si no me como todo lo que me sirva —dije en broma. Ambas mujeres rieron por el mal chiste y luego Marien se despidió dejándonos solos.

El local estaba casi desierto, si acaso una o dos personas comiendo solas en mesas bastante alejadas de nosotros, por lo que el silencio reinaba en el lugar. Solo la música de fondo a un volumen bajo estaba evitando que mis nervios explotaran. Me quedé ahí, callado, esperando a que Kara dijera lo que tenía que decir.

—Entonces... —comenzó con tono calmado, lo que me puso más nervioso aún—. Veo que tú y Marien se conocen —señaló, sonriéndole al mesero que trajo nuestras bebidas. Murmuró un agradecimiento y el chico se fue.

Sin ver atrás ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora