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KARA

El domingo temprano me despertaron unos fuertes ruidos en el departamento contiguo dejándome un poco aturdida. Cuando logré ubicarme, me desperecé y agucé el oído, sin embargo, el alboroto ya había cesado. De golpe recordé la noche anterior, la manera en la que Owen parecía haber estado sufriendo y la forma en la que había pedido que lo dejara solo. Me había dolido el que no hubiera querido tenerme cerca, pero ahora esperaba que eso hubiera pasado y que no volviera a alejarme.

Había pensado que esa etapa de esconderse y levantar muros entre nosotros ya había pasado. Yo me había abierto a él, le había contado lo que me torturaba, mi pasado, las razones por las que había sido como fui... Sin embargo, parecía que él daba un paso hacia atrás.

Estaba en shock, me dije. Seguramente la noticia/asunto/problema que Lena había querido tratar con él había sido algo muy grande, muy fuerte, y no había sabido cómo lidiar con ello y se fue contra mí, pero esperaba que la noche le hubiera servido para descansar, recapacitar y aclarar su mente. Esperaba que se diera cuenta de que la manera en que me trató no había sido la mejor.

Poniéndome de pie, sintiéndome realmente cansada, me dirigí al baño para tomar una ducha. Tenía la esperanza de que el agua fría me ayudara a espabilarme un poco, ya que yo tampoco había descansado muy bien con los sollozos de Owen arrullándome. ¿Qué había podido ser tan malo para ponerlo de esa manera? No lo sabía, pero quería estar a su lado para ayudarlo a sobrellevar lo que fuera que lo estuviera atormentando.

Después de enjabonarme y enjuagarme con rapidez, salí de la regadera y me puse la primera muda de ropa que encontré. Ese día no había fotos ni trabajo ni escuela... Podía andar en fachas, de igual manera Owen ya me había visto así. Sin maquillarme ni peinarme, tomé mi celular y salí del departamento solo para dar un par de pasos y pararme frente al de mi novio.

Al principio toqué ligeramente, de todos modos, si estaba despierto me escucharía, pero tras unos minutos sin que abriera decidí dejar de insistir y marcar al teléfono del lugar.

Cinco llamadas.

Escuchaba el timbre del aparato dentro, pero Owen no cogía la llamada. ¿Habría caído en un sueño muy profundo? Comencé a llamar a su celular mejor. Siete llamadas sin respuesta alguna, y en la octava fue directo a buzón. Me dije que tal vez seguía necesitando su espacio. Me repetí mentalmente que pronto se le pasaría, que no era nada contra mí, pero en el fondo... sentía algo. Tenía un horrible presentimiento que me ahogaba, me presionaba el pecho y no me dejaba respirar con naturalidad. Paranoias mías, pensé. Por lo menos eso quería pensar.

Entré de nuevo a mi departamento, me cambié de ropa y luego salí con rumbo al cementerio. Necesitaba despejarme y solo en ese lugar podía lograrlo con totalidad. Me sentaba frente a la tumba de Kayla y hablaba con ella, le contaba todo y luego me sentía... en paz. Triste, vacía, pero mis preocupaciones se evaporaban por un rato. Mi mente quedaba en blanco y eso era lo que necesitaba en ese instante, dejar de pensar, porque si no me iba a volver loca.

Conduje hasta ese lúgubre lugar y entré preparándome internamente para la tristeza que pronto me embargaría como siempre lo hacía.

***

Cuando llegué de nuevo a mi edificio y a mi piso, volví a tocar la puerta de Owen, sin embargo, ningún sonido me dio la bienvenida. Todo seguía tan silencioso y tranquilo como antes de irme. Seguro que había salido y aún no llegaba, por eso no notaba ningún movimiento. Era mejor pensar eso a considerar la opción de que no quisiera abrirme.

Suspirando con cansancio, entré a mi lugar, me di una ducha sintiendo un enorme peso sobre mis hombros y luego caí rendida sobre mi cama. No desperté hasta el día siguiente.

Sin ver atrás ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora