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OWEN

Después de que salí del complejo de apartamentos vi el auto de Kara llegar y sonreí recordando la nota que adherí en su puerta. Esperaba que tomara eso como una bandera blanca y pudiéramos poner un alto al fuego.

Me había equivocado al pensar que iba a sentirme mejor tomando venganza contra ella. Después de todo, ella misma había confesado su error y me había pedido perdón una y otra vez diciendo que era una chiquilla inmadura cuando hizo todo aquello... y tenía razón. Ahora era yo quien estaba actuando como un niñato inmaduro.

No deberíamos simplemente juzgar a las personas por su pasado. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra, ¿no? Yo tampoco había sido un santo después de todo.

Encendiendo mi coche, salí del estacionamiento y me dirigí al gimnasio a descargarme un poco. El ejercicio era la segunda mejor opción para deshacerse del estrés. La primera era el chocolate, pero eso me llevaría a ganar de nuevo todo ese peso que me costó perder y no me gustaba la idea de volver a pesar más de cien kilos.

Encendí la radio y Animals de Maroon 5 inundó el pequeño espacio dentro de mi coche. Tarareé la letra y golpeteé mis dedos al ritmo de la melodía cantando la canción que, no me había dado cuenta, sabía de memoria. De alguna manera mis pensamientos vagaron de nuevo a Kara. ¿Se podía decir que éramos enemigos? Ella parecía verme de esa manera y era porque yo no se lo había puesto fácil en los días pasados. En el gimnasio, en la universidad, en su departamento... Parecía que el destino había decidido ponernos lo más cerca posible, pero la pregunta era: ¿Para vengarme o para aprender a dejar ir el rencor?

Cuando llegué al gimnasio, apagué el motor y bajé mi mochila encontrándome con Dan en la entrada. Se encontraba de brazos cruzados y parecía tener la intención de no dejarme pasar. Abrí la boca para saludarlo, pero él habló antes de que yo tuviera la oportunidad.

—¿Y Kara? —Elevé mis cejas ante su tono molesto.

—En su departamento, supongo. ¿Por qué?

—Quedamos en que hoy nos pondríamos de acuerdo para salir luego, pero no ha aparecido por aquí en todo el día. Tú no tuviste nada que ver con eso, ¿cierto? —inquirió con sospecha. Resoplé.

—No. No la he visto en todo el día, hoy no me tocó darle clase, así que no he sabido nada de ella. —Decidí omitir la parte en donde la veía entrar al complejo. No necesitaba darle cada detalle sobre mis encuentros con Kara.

Dan lució sorprendido por un momento y luego dejó caer sus brazos a los lados.

—Había olvidado que también era tu alumna —expresó, mirando por encima de mi hombro y sonriendo a lo que fuera que estuviera viendo—. ¿Le pediste perdón por lo de ayer? —preguntó.

—Uhm, algo así.

—¿Algo así? —Su mirada se clavó de nuevo en mí y debo admitir que me intimidó un poco.

—Le ofrecí una tregua —informé, a pesar de que no tenía por qué darle explicaciones. Sus ojos se entrecerraron en mi dirección antes de bajar la voz.

—Lo que yo quiero es que te disculpes con ella —murmuró. Abrí mi boca para decirle que no se metiera en donde no le llamaban, pero en eso una chica llegó al lado de Dan. Bueno, no solo una chica.

Era Kara.

—Por poco no vengo —dijo ella poniéndose de puntillas para besar su mejilla—. Hoy tuve mucho trabajo y estoy exhausta, pero tal vez unas cuantas vueltas a la piscina mejoren mi humor y terminen de agotarme.

—Es bueno que vinieras. —Dan le sonrió y de repente me sentí incómodo ahí frente a ellos sin decir nada. Carraspeé y ambos me miraron.

—Hola, Owen —saludó ella. No había nada en su voz que me demostrara cómo se sentía respecto a nuestra tregua. No se escuchaba molesta, pero tampoco feliz. Era como... si no me conociera. Indiferente, lejana.

Sin ver atrás ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora