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-¡No pude, Yoon!¡No pude!¡Entiende!

-¡Y una mierda, YangMi!-su exclamación dió fin a mis sollozos-¡Se supone que trabajarás allí de nuevo!¿¡Cómo se te ocurre dejar tu currículum e irte luego de obtener el trabajo!?

-¡El director entendió que debía atender otro asunto!-me defendí...pero sabía que para él eso no era válido.

-¿¡Desde cuándo huír es un asunto!?-sus palabras llenas de verdades sólo me hacían encogerme en mi lugar-¡Apenas te dijeron que Jeon JungKook trabajaba allí, huíste!¿¡Por qué carajos lo hiciste!?

-¡Porque lo sigo amando, YoonGi!-exclamé y hundí mi cabeza en una de mis almohadas. Estando en mi cuarto y en mi cama se me hizo mucho más fácil patalear, armando un berrinche que admito era infantil-¡Tengo miedo de verlo a la cara y que me diga que él ya no siente lo mismo, que ya tiene a alguien!¡Tengo miedo de que mi corazón se rompa de nuevo!

YoonGi me iba a gritar una respuesta, pero una fina mano se posó sobre su hombro y la llegada de su esposa a la habitación lo relajó.

Y sí, YoonGi había conocido a Melissa poco tiempo después de su llegada a Estados Unidos y al año siguiente se casaron y estaban esperando la llegada de su primer hijo, teniendo mi cuñada ya unos tres meses para aquel entonces.

Ella, con su piel ligeramente tostada, conjuntamente de sus verdes ojos y castaños cabellos, era una hermana más para mí, que me había apoyado siempre y en todo momento tenía palabras de aliento para mí.

Aquella vez no fue la excepción.

Con calmados pasos y sobando su ligeramente abultado vientre, se sentó a mi lado y limpió las lágrimas que corrían por mis mejillas.

-Linda, no deberías rendirte así de fácil. No te quedes en el "¿Y sí...?" Porque así como puede resultar cierto tu temor, puede resultar falso-su sonrisa me tranquilizó en demasía y solté un pesado suspiro-. A pesar de tus treinta años, jamás te has animado a acercarte a ningún hombre porque tu corazón, mente y cuerpo los has reservado para él, así que vale la pena intentarlo. Ve con él, habla con él, dile cómo te sientes, explícale lo que pasó...Yo estoy segura de que nada has perdido, YangYang.

Solté otro suspiro, esta y me dejé caer por completo en el colchón.

-Está bien-finalmente cedí, haciendo a Melissa y YoonGi soltar una sonrisa-. Pero hay un problema-verlos rodar los ojos al unísono me causó gracia-. No sé dónde vive y preguntar en el hospital es una pérdida de tiempo y hablar con él mientras trabajamos tampoco es una opción porque juro que en cuanto lo vea lo primero que haré será abrazarlo y un pasillo lleno de doctores y pacientes no es el sitio idóneo para ello.

-¡Por Dios!¡Cómo te complicas, niña!-mi hermano alzó sus brazos al cielo y volví a reír-. Yo tengo su dirección.

De inmediato me incorporé sobre la cama y lo miré con el ceño fruncido.

-¿Cómo?¿Cuándo?¿Y por qué?

-¿Acaso no recuerdas que fui yo quien tuvo que acompañar a su amigo a su casa a buscar un par de pijamas nuevas cuando él estaba ingresado y por órdenes tuyas?- con la vista de su ceja enarcada, me puse a intentar recordar y mi mente no tardó en iluminarse-. Anoté la dirección en caso de que algún día ustedes decidieran formalizar y yo tuviera que irte a buscar y el papelito jamás ha abandonado mi cartera. Estoy seguro de que ha de seguir viviendo ahí.

Con una enorme sonrisa, me levanté de la cama a la velocidad de la luz y lo abracé entre chillidos.

-¡No sabes cuánto te estoy amando ahora mismo, Min YoonGi!¡A tí y a esa mentalidad futurista que tienes!¡Dios!¡Abre esa cabeza que te beso el cerebro!

Por supuesto que se rió de mí, pero al final, luego de que me peinara y vistiera decentemente, me dejó frente a la entrada del edificio y me indicó el departamento al que debía ir.

Acordando que él se iría y yo lo llamaría por cualquier emergencia, me bajé del auto y entré al recibidor del lugar, donde un señor que supuse era el portero me atendió muy sonriente.

-Buenas tardes, señorita ¿Qué se le ofrece?

-Buenas tardes-reverencié-. Verá, he venido a visitar a Jeon JungKook.

-¿Es usted Lee YangMi?

Mis ojos se abrieron con impresión y el sonrojo en mis mejillas lo hizo sonreír.

Aún así, asentí.

-La misma...

-El joven Jeon dejó por escrito que, si algún día la señorita Lee YangMi lo buscaba, la dejáramos pasar libremente. Lleva seis años esperándola, joven.

Mi corazón latía con esperanza y las lágrimas amenazaron con salírseme de los ojos, pero la contuve, apretando mis labios.

El señor me sonrió nuevamente con cariño y, posando su mano en mi hombro, me animó a pasar.

-Pase, señorita. El joven Jeon acaba de llegar del trabajo. Si se apresura, con suerte se lo encuentra en las escaleras ya que no le gusta tomar el elevador.

Ahora la sonrisa alegre en mi rostro no había quién me la quitase, por lo que, haciendo una última reverencia al señor, corrí hacia el elevador que por suerte estaba libre.

Sí, corrí.

El señor se rió de mí por eso.

Llegando al cuarto piso, me encaminé por el pasillo y busqué el apartamento doce, encontrándome a su dueño justo frente a la puerta, abriéndola.

Corrí incluso más que antes y llegué justo a tiempo.

Cuando JungKook estaba a punto de atravesar el umbral, con aquella bata blanca y su maletín colgado a un costado, alcancé a tocar su hombro y llamar su atención.

-Hey, mi gruñón favorito de toda la galaxia...

Rápidamente se dió la vuelta y la alegría en sus ojos me contagió.

-¡Mi ángel!

Por supuesto, ni un segundo más pasó para que sus brazos me envolvieran en un fuerte abrazo.

-Has vuelto...-su voz salía ronca y era consciente de que ambos éramos un mar de silenciosas lágrimas.

También en silencio entramos a su departamento y cuando la puerta se cerró, se separó un poco de mí para acunar mi rostro en sus manos.

-Mi hermoso y molesto ángel...

Sonreí al notar que seguía teniendo la misma actitud para conmigo.

-JungKook yo...

-Shhh-su dedo índice se posó en mis labios-. Hablaremos mejor luego ¿sí? Ahora estoy acabado de llegar del trabajo y tengo que tomar una ducha ¿Me acompañas? No tienes que meterte. Sólo quédate conmigo. Quiero tenerte cerca.

⦅αɾεɳ'ƭ ωε?⦆ °ʝεσɳ ʝµɳɠ ҡσσҡ°✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora