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Aquel muchacho al que logré estabilizar para que llegara con vida al hospital en Noche Buena, luego de cinco meses, seguía en estado de coma.

Sufrió un daño bastante severo en su cráneo y columna así que los doctores decidieron que lo mejor para su recuperación sería inducirle aquel estado vegetal y esperaban que, al tratarse de un hombre joven, sanara rápido.

Pero no, al parecer los pronósticos estaban equivocados.

El muchacho, cuyo nombre me enteré era JungKook ya que me ofrecí a ser su enfermera, era frecuentemente visitado por los Kim, una familia amiga que muy pronto también hicieron amistad conmigo ya que estaban muy agradecidos por los cuidados que le daba al chico.

Lo bañaba, peinaba, le cambiaba de ropa y sábanas, le cortaba las uñas, le rasuraba la barba; eso fuera de mi labor habitual de enfermera que consistía en revisar sus signos vitales, asegurarme de cambiarle el suero y las intravenosas y demás bla bla bla.

No era el único paciente que tenía, pero sí con el que más cuidado trabajaba.

Y es que el chico estaba prácticamente solo. Los Kim iban a verlo todos los días pero, al no ser familiares consanguíneos no les permitían quedarse más de una hora, cosa que no aprobaba del Hospital de Busan.

Eran precisamente los Kim quienes pagaban la cuenta del hospital ya que los padres del muchacho ni siquiera habían llamado.

MiYang estaba con YoonGi en Daegu, la ciudad natal de nuestro mayor, quien recién se había divorciado y quería pasar un tiempo junto a su familia por allá y mi hermano quiso acompañarlo.

Yo también quería, pero no pude. Tenía un deber que cumplir, y más en ese momento que me pasaba más tiempo en el hospital que en casa (ya que estaba vacía y no veía el motivo por el cuál estar allí) y aproveché para estar más tiempo junto al chico bonito que arruinó mis planes justo cuando salía de mi turno e iba a volver a casa para la cena.

Ok, no. No me quejo. Me gusta salvar vidas y por una vez que me saltara la Noche Buena no iba a pasar nada.

En fin, volviendo al tema JungKook.

Cada día iba y le platicaba. No sabía si me escuchaba o no, pero igual lo seguía haciendo. Le leía poemas, e incluso un libro que recién empezaba lo leía en alto para ambos. De vez en vez le ponía música...aunque casi siempre lo hacía cuando tenía que bañarlo pues...de alguna manera debía distraerme de estar pensando en que estaba limpiando tooodas sus partes más íntimas ¿no? Es algo vergonzoso pero bueno...es mi trabajo.

Esa misma mañana recién llegaba del trabajo cuando recibí una videollamada de YoonGi y MiYang...cosa muy común. Llamaban todos los días, a cualquier hora, para decirme todo lo que estaba pasando por allá.

Me platicaron de lo bien que la estaban pasando en casa de los abuelos de YoonGi, quienes vivían cerca de una playa y allí iban todos los días. Mi hermano me comentó que Daegu era una ciudad hermosa y que en un futuro él y YoonGi ya estaban haciendo planes para ir a vivir allá y hasta tenían en mente el hospital donde yo estaría trabajando.

La sonrisa que de por sí siempre llevo en el rostro se ensanchó luego de haber hablado con ellos y, sintiéndome llena de energía, di por iniciada mi jornada laboral.

Comencé con las revisiones de los pacientes que ya estaban por ser dados de alta y seguí con los que, a pesar de su mejoría, aún les quedaba tiempo en el hospital. En medio de mi rutina habitual llegaron tres casos de emergencia así que varios enfermeros estaban en esa función por lo que yo y otros más fuimos encargados de los pacientes de nuestros compañeros...y también de mantener la calma en ellos puesto que aquellos casos de emergencia habían revuelto un poco el ambiente.

¡Y al fin llegaba con JungKook!

Había sido demasiada actividad y apenas era mediodía.

Lo primero que hice al llegar a la habitación del chico fue cambiarle el suero pues la intervenosa recíen la había cambiado el día anterior y luego...me desparramé en la silla al lado de la camilla, dejando mi cabeza echada hacia atrás, casi que colgando.

Suspiré y solté la coleta que casi siempre sujetaba mi cabello y sonreí cuando sentí que la presión abandonaba mi cuero cabelludo y masajeé el mismo para mayor relajación.

-¡Ah, JungKook! Hoy el día empezó bien cargadito. Tengo un hambre voraz, así que en unos minutos debo ir a almorzar, pero igual no quería estar tanto tiempo sin darte una vuelta.

Volví a colocarme de pie y procedí a hacer lo mismo de siempre. Revisarlo, asearlo, y cambiarlo de ropa ya que llevaba tres días con los mismos pantalones y la misma camisa.

Tarareaba las canciones que se me venían a la cabeza y estuve a punto de salir de la habitación para lavar la ropa sucia y de paso ir a almorzar.

Y digo estuve porque el pitido de una de las máquinas iba más rápido de lo usual y cuando volteé a ver, los ojos del chico estaban abiertos y ya podía presentir el estado de pánico en el que entraría.

Así que rápidamente tiré la ropa en una esquina y corrí a él, apretando el botón de su camilla en un llamado a los doctores.

-Tranquilo. Respira. Todo esta bien. No tienes que preocuparte de nada.

⦅αɾεɳ'ƭ ωε?⦆ °ʝεσɳ ʝµɳɠ ҡσσҡ°✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora