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Evan.

Necesito dormir una eternidad después de la semana horrible que viví, menos mal ya era sábado, eso significaba que podía descansar tranquilo en mi hogar.

Mamá se tomó un descanso este fin de semana y decidió irse con Adela a Londres, Papá estaba haciendo el turno de el fin de semana por lo que tampoco estaría aquí, me quedaría yo solo.

Toda la semana Freya y yo hemos estado hablando por teléfono todas las noches, eso me ha hecho conocerla un poco más, ella era una persona muy abierta, le daba igual compartir pedazos de su día a día, eso sí, usualmente no hablaba mucho de su familia o vida social, hablaba de los setecientos hobbies que tenía: entre ellos leer, tejer, dibujar, origami, tocar algún instrumento. Me divertía hablando con ella.

Ahora mismo me encontraba en la ducha, dándome un baño caliente para volver en mí mismo, al terminar me vestí con ropa cómoda, prendí mi laptop para hacer una videollamada con Freya, mientras la llamaba acomode mi cuarto un poco, todavía había desorden pero ya no en exageración.

–¿Evan?– contestó la llamada.

–Hola Freya, ¿qué tal?– cuestioné entrando a la cama para ver la cámara.

Parecía que ella estuviera caminando o algo por el estilo, eso me enoja, son las 9 de la noche.

–Freya, ¿Qué carajos? Es de noche, no puedes estar caminando por las calles a estas horas.– hablé molesto y ella bufó.

–Voy camino a tu casa, aparte que aquí no suelen pasar cosas raras.– explica y eso me calma un poco.

Sin embargo, me estreso en cuestión de segundos por el hecho de lo irresponsable que es, no puedo soportar la idea de que un asesino esté allí afuera y ella esté despreocupada caminando sola.

Joder, joder, joder.

Bajo las escaleras, llego a la entrada de mi casa y espero que llegue, tarda unos pocos minutos pero llega, apenas veo su figura tras la puerta me fijo que tiene una bolsa de cosas.

Era alcohol y comida chatarra.

–¿Por qué traes esto?– cuestioné a penas lo observé.

–Pensé que me ibas a regañar, amargado.– se burló y yo bufé.

–Es que claro que estoy molesto, hace una semana que asesinaron a Madeline y no saben quien es el asesino, ¿qué pasa si tú eres la siguiente?– ella me mira fijamente.

–Evan, no moriré, al menos no hasta que me sienta feliz y llena en esta vida, el universo es justo.– aclara y mi rostro se llena de confusión. 

–Nada en esta vida es justo, Freya. Mañana puedo morir y me sentiré inconforme con todo lo que viví, aceptaré mi destino y no iré a ningún lugar "especial".– tome la palabra y ella se negó.

–Cállate, ¿te gusta el tequila?

Ella señaló la botella que tenía en sus manos.

Suspiré, me rindo.

[…]

Estaba mareado, aún no me sentía embriagado en su totalidad pero estaba a nada de llegar a sentirlo, Freya creo que estaba en la misma situación, observaba que estaba demasiado quieta en el mueble de mi casa.

–Dime que sigues viva.– exclamé a nada de allí.

–Claro que sí.– sonríe arrastrando las palabras.

Ella se mueve y se acomoda mejor para verme al rostro.

–¿A tus papás no les importa que bebas aquí?– cuestiona observando todo el lugar.

Bajo la mirada.

–Creo que no les importo en sí.– asumí y ella bufó.

–Dejate de estupideces, eres increíble, estudias, siempre sales bien, lees, cuidas a tu hermana, solo sales cuando lo ves necesario, no fumas, ni usas drogas, pasas tú día entero aquí, es imposible que no les importes teniendo tan increíble hijo.

Eso me hace sentir mejor conmigo mismo, pero Freya no entendía la situación que se vivía en mi "hogar".

–No, Freya, que alguien sea buena persona no significa que no sea mala también, mis papás no ven el lado bueno, ven el lado malo a todo, viven en esta linda casa por sus hijos, pelean cada vez que se topan, duermen en diferentes habitaciones, si es que acaso duermen aquí, no importa si eres buen hijo cuando tus padres viven en su mundo lleno de agonía.–  concluí y ella se me quedó observando, lucía bastante linda cuando curiosea.

–Evan, necesitas más alcohol, deja tus problemas a un lado, enfócate en lo bueno: la policía busca al asesino de Madeline.– comenta tomando un pequeño trago.

–Pavadas, nunca lo encontraran, todos mentimos cuando nos interrogaron.– bufé 

–¿Qué dices? Alfred y Jane no mintieron, ellos estaban juntos, vieron una película antes de irse, e incluso dejaron sus teléfonos en casa.– aclara y la miro confundido.

–¿Cómo?– ella se acomoda en el mueble tomando un poco de alcohol.

–Ellos fueron allá sin teléfono, como dijeron que íbamos a reunirnos para qué iban a traerlo, ellos son raros, y usualmente son anti tecnología, no me preguntes por que, fíjate que Jane todavía tiene el mismo teléfono desde el 2016.– toma en cuenta, ella sirve un poco de tequila en la taza pequeña– ¿Quieres?

Asiento y me lo entrega, tomo rápido para no sentir tanto ardor, pero mi garganta se quema al pasar el líquido, no me quejo, es un poco placentero.

–No sabía que no les gustaba tanta tecnología, ¿Cómo puedes durar dos años con el mismo teléfono? Yo no lo soportaría, ya llevo un año y necesito cambiarlo.– aclaro viendo mi teléfono reposar en la mesa.

Duramos un rato en silencio, supuse que Freya entró en esa etapa de dormirse mientras estas ebrio, yo mientras, analizaba la situación que me comenta.

–Evan.– su voz se cortó, la miré para saber que sucedía, tenía todo su rostro húmedo, sus ojos estaban hinchados y rojos, estaba llorando pero no entendía por qué.

–¿Estás bien? ¿Qué pasó?– me levanté y acerqué a ella, me mantuve sentado dándole su espacio por si no quería recibir un abrazo.

–Abrázame, por favor.– suplica y me acerco más a ella, la envuelvo en mis brazos y ella se appya en mí.

–Mis papás también son así.

La abrazo más fuerte para que no piense en eso.

–No veo a papá hace 5 meses, vive más en Londres que aquí, y sé que tiene otra familia porque lo veo en televisión y luce feliz. Mi mamá cuando me ve solo me saluda, es como una extraña para mí, y mis hermanos todos se han ido de allí, y no sabes Evan, cuanto odio vivir ahí, lo odio.– su voz se cortaba bastante pero solo me dedique a acariciarle el cabello para que se relaje.

–Freya, no todo en la vida da asco, aunque actualmente lo parezca, no es así.– le comenté en voz baja.

Sentí mi suéter humedecer, ella estaba llorando, solo me dediqué a abrazarla.

Era la única persona a la que me podía aferrar y yo era su única persona.

–Evan…

–Dime, corazón.– no sé porque lo dije, pero lo sentí necesario.

Ella se separó de mí, observé sus ojos rojizos, su nariz y sus mejillas también estaban rojizas, ella lucía linda en su desastre mental.

–Yo sé que tú no hiciste nada, pero sé que te sientes culpable, ten en cuenta que yo estuve a tu lado todo el tiempo y nunca dejaré de estarlo, porque te estaré apoyando.

Freya sabía que decir en el momento correcto, incluso bajo los efectos del alcohol, por eso los dos dejamos de tomar, escondimos la botella, y nos acostamos a dormir juntos, yo abrazandola, y ella acostando su cabeza en mi pecho.

Confío en ella y en que me apoyara cueste lo que cueste.


Publicado:

10/08/2021

MadelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora