¿Amor a primera vista?

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  • Dedicado a Jeniffer Olvera Conde
                                    

PROLOGO

Otro día... levantarse... más razones por las que no me quiero levantar... eso pensaba Paulo en la cama, por el silencio que escucho en su casa sabía que estaba solo, su hija de seguro ya estaba en la escuela. Hoy era la graduación de su hija y no era que quisiera ir pero le había dicho a su hija que probablemente no iba a poder quedarse toda la ceremonia por lo cual ella se enojo, porque aparte de todo... era el cumpleaños de su hija.

Él sabía que no debió decirle eso pero la verdad era que tenía que ir al banco para arreglar unas deudas y además después tenía que ir al doctor.

Sin pensárselo más, se levanto de la cama y comenzó su día.

Como tenía planeado se dirigió primero al banco, donde lo hicieron esperar casi una hora hasta que el Lic. Luis Antimo pudo atenderlo, ya que era él que estaba llevando su caso.

-Buenos días Paulo- le dijo él licenciado sonriéndole a lo que él correspondió, pues sabía que el Lic., no tenía la culpa de sus problemas.

-Buenos días licenciado, ¿Cómo ha estado?- nunca llegaba con él a tratar solamente de negocios, después de casi seis meses de ir seguido con él ya no era necesario que fueran tan formales.

-Bien, gracias Paulo ¿y usted? ¿Ya se reviso?- la semana pasada que había venido al banco le había contado a Luis sobre unas molestias que tenía en el pecho y a la hora de respirar, es por eso que él sabía de sus problemas.

-Sí, ya. Me mandaron unos exámenes de rutina... para estar seguros de lo que tengo. Lo de siempre- Luis asintió, Paulo sabiendo que no tenía demasiado tiempo para andar platicando con él, sin más distracciones pregunto lo que tanto temía –Y... bueno ¿se pudo conseguir el plazo?- el Lic., lo vio con lastima y supo que la respuesta había sido negativa.

-Lo siento mucho Paulo, pero entenderás que con tu deuda al banco se le hace difícil creer que con un plazo mayor logre liquidarla. Sin embargo... he hablado con mi jefe y le he contado de tu caso llegando a un acuerdo- eso le dio un poco de esperanza.

-¿Cuál?

-Me dijo que iba a revisar tu caso minuciosamente y por el momento acepto tu trato... me dijo que te hiciera firmar con tal de que cumplieras pero no tengo todavía los papeles. Si no te molesta esperar...

-Perdón ¿hasta qué hora?

-Como hasta las cuatro... sé que es mucho pero es un nuevo trato y los contadores están haciendo el documento junto con los abogados por lo que también va a pasar en manos de mi jefe y hay que esperar su aprobación- Paulo asintió aceptando.

-Ok... ¿hay problema si vuelvo luego? Mi hija se gradúa y tenía cita con el doctor...

-Claro que no hay problema, cualquier cosa yo le hablaré- le sonrió, de verdad estaba agradecido con él por lo que había hecho.

-Gracias, de verdad, le debo mucho

-No se preocupe, ahora vaya que si no se le va a hacer tarde- se levanto y se despidió.

Al salir del banco se dirigió a la universidad de su hija. Llego en el momento en el que solo faltaban dos alumnas más para que llamasen a su hija y justo cuando ella paso, le tomo la foto y se sintió orgulloso.

Sin más entretenimiento se fue hacia su cita con el doctor. Guardando la foto de su hija en la bolsa de su gabardina.

Paulo no se sentía cómodo dentro del consultorio de su doctor y más porque estaba impaciente por saber los resultados.  Su doctor de cabecera lo había mandado con un oncólogo, lo que por lógica lo tenía demasiado preocupado pero decidió no hacerse ideas antes de saber cuáles eran los resultados de los estudios.

Al escuchar entrar al doctor, se paro rápido, sin embargo la cara de su doctor no le trajo buena espina.

-Siéntese- le pidió el doctor y él hizo caso.

-¿Pasa algo doctor?- preguntó, tenía hasta dolor de cabeza de solo pensar lo que el doctor le diría.

-Bueno, los estudios solo confirmaron lo que ya sospechaba. Sus síntomas... y los estudios confirma en que usted tiene... cáncer- Paulo solo se lo quedo viendo, no sabía porque pero muy dentro de él esa noticia no lo sorprendió y a pesar de eso, no sabía que decir –Es difícil aceptarlo, pero con tratamiento podemos hacer que sea más sencillo.

-¿Cuánto tiempo tengo?- eso era lo único que le importaba.

El tiempo.

-De seis a doce.

-¿Años?- realmente esa era una buena noticia sin embargo la cara de su doctor le dijo que no era así.

-Lo siento, meses, de seis a doce meses- no pudo contenerse y al pararse le empezó a gritar al doctor, como si el doctor tuviese la culpa.

-¡Seis meses! ¡Eso es menos de un año! ¡Debe de estar bromeando! ¡Haga otros estudios, por favor, esos deben estar mal!- el doctor ya estaba acostumbrado a que algunos reaccionaran así por lo que no se molesto en intentar calmarlo, espero hasta que su paciente estuviera calmado para poder hablarle de nuevo.

-Lo siento, se le van a empezar a practicar las quimioterapias... le recomiendo que venga con algún familiar... algunos así lo prefieren- Paulo negó con la cabeza, pero la palabra "familiar" le hizo recordar a su hija y simplemente él no podía.

-Ok, lamento mi reacción. Yo... vendré después, gracias doctor- esa era su despedida, el doctor se levanto y estrecharon la mano en forma de despedida.

Al salir del consultorio se quedo pensando en su hija, simplemente él ya no podía continuar con todo esto. Sabia cuanto debía y sabía también que se le iba a hacer imposible pagar su tratamiento y pagar todas sus deudas. Paulo no lo pensó demasiado porque también en pensar el dolor y las molestias que le causaría a su hija... era demasiado.

Antes de tomar el camino hacía su casa se dirigió al banco una vez más, tal vez... tal vez le pudieran dar alguna esperanza por la que él decidiera dar batalla a esto y a su nueva enfermedad, el cáncer.

A pesar de que los papeles y todo lo que tenía a su nombre, el banco no había aceptado ese pago y su deuda en lugar de bajar seguía creciendo por los intereses. Él no podía seguir peleando con el banco por razones que a él se le hacían estúpidas, hizo todo lo que pudo para mantener a su hija y darle una buena vida para que ella pudiera seguir adelante.

En cierta forma se sentía tranquilo por eso... pero también se sentía culpable por todo lo que tenía que pasar su hija...

Se dirigió a su casa, decidido y sabiendo que aún tenía tiempo para estar solo. 

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