Capítulo 14.- Un espíritu perturbado.

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-¿Alguien sabe porque Robert nos convocó a todos tan temprano? -preguntó un viejo actor, quien traía un enorme vaso de café en la mano y se notaba bastante molesto.

Sus compañeros se hicieron eco de su inconformidad, ya que era muy extraño que los convocasen tan temprano sobre todo fuera de temporada. Los comentarios invadieron el lugar mientras que el asistente de Director explicaba y pedía paciencia para esperar a Robert.

En realidad, el eficiente chico no tenía ninguna idea de que trataba todo aquello, solo le habían ordenado tener a todo el elenco reunido a esa hora; Su jefe se encontraba ya en la oficina, pero no quería apresurarse a salir, pues, si las sospechas de que Kleis estaba pasando por un desequilibrio nervioso eran ciertas, entonces tenerla encerrada y a la espera por un buen tiempo la pondría justo en el estado anímico que ellos deseaban.

Aunque la joven actriz gozaba de la simpatía de Hathaway, y hasta representaba una de sus mejores fichas actorales, la motivación del renombrado Director iba más allá de una simple curiosidad; Robert debía su lealtad a Eleonor y a su buen amigo Terrence, cualquier otra persona que hubiese hecho de sus vidas esta agonía, sin duda merecía ser descubierto, despedido y encarcelado, así que en caso de que Karen resultara responsable lo pagaría y él mismo se aseguraría de ello.

George se ocupó de mantenerla al borde de los nervios toda la noche, primero irrumpieron con personal de la fiscalía en su camerino y la orden judicial para recolectar evidencia relevante, no le explicaron mucho y ella parecía no comprender a ciencia cierta por qué estaban allí, amenazó con buscar a los mejores abogados y denunciarles, sin embargo, las altas horas de la noche no le permitieron actuar al respecto.

Mas tardes como si la hubiesen estado esperando, cuando al fin llegó a su departamento, hicieron lo mismo, solo se le ocurrió llamar a su tío, quien le prometió atender el tema y viajar para apoyarla el dia siguiente. Lo cierto era que la actriz, había sumado otra noche más de insomnio y ahora la hacían perder el tiempo y la paciencia que ella no tenía. No obstante, el constante rumiar de su mente parecían mantenerla en un estado bastante perturbado. Alterada, sacó un frasco de pastillas de su bolso y tragó algunas, para luego intentar irse, fue entonces, cuando dos hombres se interpusieron en su camino, iba a protestar, pero la voz de Hathaway retumbó en el escenario.

-Buenos días!, por favor tomen asiento- aquellas palabras no se escucharon como una petición, fue una orden seca que, no dejaba duda acerca de quien ejercía la autoridad absoluta en el lugar.

Las voces y los murmullos callaron de inmediato y cada uno de ellos supo al instante que el jefe tenía algo importante que decir. Hasta la misma Kleis luego de echar una rápida mirada a los dos hombres parados frente a la puerta, dio media vuelta y se sentó; parecía una niña asustada, nerviosa y desconfiada, como sí algo o alguien pudiese a salir ,en algún momento, desde las sombras para atacarla.

Entre sus breves instantes de cordura, logro prestar atención lo suficiente, como para entender lo que decía Robert.

-Durante la investigación que se lleva a cabo por la muerte de Susana, se ha descubierto que alguien allegado a ella, quizás algún compañero de tablas, esté relacionado con su muerte...- informaba Robert, mientras se paseaba con seguridad y aplomo por el escenario, mirando a cada uno de los presentes, para luego dirigirse directo a los ojos de Kleis - así que, es prácticamente un hecho que la persona responsable de la muerte de Susana, se encuentra entre nosotros.

La conmoción generada en cada uno de los miembros de la compañía de teatro fue absoluta, las diversas reacciones se hacían notar, sin embargo, tanto los ojos del grupo de investigadores como los de George, estaban puestos en Karen.

La chica abrazaba su bolso, y tenía los ojos muy abiertos cuando él prosiguió con el anuncio, respondiendo con una mentira, a las interrogantes que le lanzaban todos a la vez.

-Han hallado una carta que dejó Susana, inculpando a su asesina!

Kleis se levantó de un salto, su mano temblorosa intentaba torpemente acallar un grito de horror que salió de su garganta, quiso salir corriendo, quiso escapar!, su mente en una fracción de segundo se convenció de que Susana, había regresado de su tumba para escribir esa carta y con seguridad también creyó que su nombre estaba allí.

Fue detenida por los hombres de George en la puerta y eso la desplomó, se quebró y comenzó a llorar como una niña aterrorizada por los fantasmas, queriendo salir de ese lugar. En una carrera el veterano director llegó a su lado y viendo el estado lastimoso en el cual se encontraba la chica, la sostuvo por los brazos, lo que la asustó aún más, dio un grito de pánico, pero al reconocer que se trataba de Robert, se lanzó a sus brazos buscando protección.

El corazón del hombre se estremeció, al ver que la muchacha era un alma perturbada, esa no era la Karen Kleis que él conocía, no pudo entender que le ocurría, o porque actuaba de aquella manera, hasta que ella comenzó a explicarle entre sollozos y suplicas.

-Por favor Robert!! Por favor, ¡por favor!... no me dejes sola!, ¡sé que ella regresó, sé que Susana está aquí, vino por mí, vino a vengarse...NOOOOO! ¡NO! ¡NO DEJES QUE ME LLEVE POR FAVOR!

-Cálmate niña! Intenta calmarte Karen, ¿Qué dices? Susana está muerta, ¿Por qué gritas así? ¿De dónde sacas estas incoherencias? -El hombre intercambió miradas con George y ambos comprendieron que necesitarían ayuda médica para sacar a la mujer de aquella situación.

-Piénsalo Robert, ¿De dónde salió esa carta después de tantos meses? Fue ella, lo he estado soñando, sé que ella volvió y tratará de culparme, tratará de matarme...yo solo quería que ella no regresara a las tablas, que se quedase en su silla de ruedas para siempre y no se metiera en mi camino, en mi carrera. -la escena era espeluznante, el derrumbe total de la actriz estaba ocurriendo ante toda la compañía teatral, quienes la veían sin comprender lo que pasaba.

-Pero ahora solo quiero que me deje en paz, que me deje dormir, ya no puedo dormir Robert, necesito dormir, ¡pero ella entra cada noche en mis pesadillas! -continuaba explicado con argumentos que rayaban en delirios.

Cuando pudo convencerla de que él le ayudaría, pero debía acompañarle, se dejó llevar, alguien le acercó un vaso de agua para intentar calmarla y ella solo lo aceptó porque debía tomar sus pastillas, con dedos trémulos sacó el frasco de su cartera y este cayó al piso, rodando hasta George, quien lo recogió, y entonces pudo leer el nombre en la etiqueta de la receta: Susana Marlow.

Continuará...

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