Capítulo 20.- La verdad y nada más que la verdad.

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El revuelo en aquella sala fue incontenible, el mismo Juez Jhonson estaba abrumado de lo que acababa de confesar Eliza, su cabeza negaba una y otra vez, sopesando el error jurídico que se había gestado en su tribunal.

Como buen hombre de leyes, cuyo criterio estaba basado en los hechos, supo que había mucho más que aclarar, pero no dejó de pensar que estuvo a punto de sentenciar a alguien injustamente; todo porque dos arpías habían tramado un engaño donde, inclusive él fue burlado y usado.

Sin embargo, los presentes menos experimentados en esos menesteres legales, en ese instante habían pensado que aquello concluía con las acusaciones contra Candy y por supuesto sus reacciones no dejan duda al respecto, algunos se abrazaban, otros lloraban, mientras que los menos afortunados, como los Leagan, estaban petrificados.

El Juez ordenó la detención de Eliza y el representante de la fiscalía habló:

—Su señoría, esto no demuestra que la Señorita Ardley no haya tenido participación en la muerte de Marlow, su inocencia aún plantea dudas— por lo que se adelantó Hartson.

— La defensa concuerda y es nuestra intensión que el nombre de la acusada quede limpio de toda sospecha. Así que por favor señor juez, requerimos un testimonio adicional en este caso.

—Confiaré en su criterio abogado— Jhonson miraba con evidente satisfacción la valentía y seguridad de su joven colega, mientras que acotaba— pensé que iba a acogerse a la máxima "a confesión de partes, relevo de pruebas", o inclusive el haber demostrado la duda razonable.

—Sería el camino fácil señoría, pero yo no vine a conseguir un triunfo cómodo, hemos venido a hacer justicia... creemos que hubo más de dos víctimas involucradas, solo permítame proseguir; quisiera llamar al estrado a la Señora Helen Smith viuda de Marlow:

La mujer ya celebraba internamente el haber resultado bien librada de todo aquello, pues pensaba que, aun sin rendir declaración, al salir de allí la estaba esperando lo acordado con Terry; lo cual alcanzaba una pequeña fortuna, similar a la que hubiese provenido del seguro y aquel maldito título de propiedad.

Todo esto le representaba tener una vejez bastante cómoda; no obstante, al escuchar su nombre ser llamado al estrado, no podía comprender lo que pasaba. ¿porque era necesario extender todo aquello?

—No entiendo abogado, ya esa joven confesó que le suministró los fármacos a mi Susi, ¡ella la mató!! —la vieja Marlow sollozaba de nueva cuenta ante el juez, quien de tanto verla ya le cansaban sus llantos, pero aquello no lo demostraba, circunspecto observaba la escena.

—Señora Marlow, durante todo este juicio usted ha sido enfática al reclamar justicia para su hija y convencidos de que el autor intelectual de su muerte debe pagarlo, hemos realizado una investigación mucho más profunda. Ya pronto lo comprenderá... por favor responda:

¿Usted y su hija contrataron este seguro de vida, donde es nombrada como única beneficiaria en caso del fallecimiento de Susana? —extendía un documento a la viuda para que lo reconociera.

—No lo recuerdo, creo que sí. —decía levemente incomoda.

—Dígame, ¿sabe usted que pasa ahora con el reclamo de esta póliza, ya que se ha demostrado que su hija estuvo involucrada en la planeación de su propio deceso?

—No lo sé, no tengo idea... es lo que menos me preocupa.

—Si de verdad no le interesaba el tema, ¿porque ha realizado un intento de cobro del mismo? Para precisar, el seguro rechazó un intento de su parte por recibir la suma asegurada y le han explicado que debe concluirse este juicio y esclarecer el motivo de la muerte para que puedan indemnizar al beneficiario. ¿Es así?

ASESINA.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora