Capítulo I: Entrega

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La joven pelinegra había llegado a la ciudad... 

Había visitado tantas veces la ciudad, pero nunca había llegado a donde su madre necesitaba que ella fuese. Era una de las zonas más lujosas, las casas eran enormes y hermosas, de dos pisos con grandes balcones, y sus jardines eran de ensueño.

El taxi se detuvo frente a una gran puerta de metal y las paredes a los lados eran cubiertas por grandes verdes enredaderas. 

De repente, el conductor y la joven se sobresaltaron cuando una voz salió de una caja incrustada en la pared a su izquierda.

-Buenos días y bienvenidos a la residencia Stanzione. ¿En qué podemos ayudarle? - era una voz elegante y profunda.

El conductor miró a la joven a través del retrovisor sin saber qué decir.... 

La joven bajó la ventanilla y explicó - Buenos días, quisiera ver a la señora Alba - su voz era temblorosa, no sabía si podría entrar y cumplir con su promesa.

- ¿Tiene cita con la señora Alba? - se escuchó de nuevo la voz tras la caja.

La joven suspiró en frustración - No, no tengo... pero... - antes de ser interrumpida por aquella voz, soltó con rapidez - Dígale que vengo de parte de Valeria... Valeria Ibáñez... por favor dígale que es urgente... -.

Antes de que la joven pudiera continuar con sus palabras, la gran puerta de metal se abría frente a sus ojos... Al notarlo, esbozó una sonrisa y una lágrima advertía en salir.

El taxista manejó a través de un camino de piedra a la entrada de la gran casa. El hombre estaba tan estupefacto, como la joven, al ver la majestuosa arquitectura de la antigua España plasmada en paredes, columnas y ventanales.

La joven se bajó cautelosamente del carro y le pidió al conductor que la esperase unos minutos. 

Su caminata era vacilante, al subir el tercer escalón de la gran escalera de la entrada se percató de que la puerta principal de madera oscura se estaba abriendo, dando al descubierto a un hombre que parecía ser mayordomo, por su vestimenta, y la hizo pasar a la gran casa.

Antes de entrar ella volteó hacia el conductor quien asintió con la cabeza en señal a que esperaría por ella. 

Ya dentro de la casa, la chica quedó totalmente enamorada de lo que sus ojos podían apreciar, las altas paredes blancas, columnas con relieve de un tono más oscuro, una gran alfombra color melocotón vestía el recibidor donde se abría paso una escalera de madera oscura. 

- Déjala pasar Roberto - una voz aterciopelada se escuchó tras una puerta corrediza de madera a la derecha, al parecer funcionaba como un separador entre el recibidor y una sala. 

El mayordomo dirigió a la joven hacia la voz, entrando a un lugar aún más bello que todo lo que había visto. El ambiente dentro de la sala era una mezcla de decoración colonial con moderna, la joven estaba tan maravillada que no se fijó en la mujer sentada en un sillón al fondo del lugar cerca de la chimenea y un hermoso bar de bebidas. 

- Acércate niña - dijo la mujer balanceado en alto su mano para que la joven la viera. 

Al salir de su trance, la chica se acercó con cuidado. Su madre muchas veces le había hablado de esta mujer, así que sus ansias de por fin mirarla eran enormes. 

Cuando estuvo frente a ella lo entendió todo... Entendió cada palabra que su madre le había dedicado a aquella mujer, porque era simplemente hermosa. 

A pesar de que tendría ya, más de 40 años, Alba era una pelirroja de ojos miel, que había conservado su joven belleza, y su cuerpo no parecía haber sido víctima de la edad. 

Alba colocó con cuidado su taza de café en la mesa a su izquierda, sus ojos no podían dejar de ver a la joven que estaba parada frente a ella. - Eres idéntica a ella - susurró. La mujer deseaba pararse y tocar la cara de la chica, sentir si era real, pero no lo haría... no tenía el valor. - ¿Cómo te llamas? - 

- Mi nombre es Julia Ibáñez - la duda estaba aclarada para Alba, obviamente era hija de aquella mujer, pero... ‘¿Por qué llevaba el apellido de su madre?’... No quiso indagar y dejó que la joven siguiera su explicación sobre qué hacía ahí… - Vine hasta acá por petición de mi madre - Julia sacó con cuidado el libro que había sido envuelto en una hoja de papel verde. 

- ¿Qué es esto? - Preguntó Alba al tener el regalo entre sus manos - ¿Acaso tu madre olvidó que no quiero nada de ella? - el odio se acentuaba amargamente en cada palabra, y Julia lo sabía. 

- ¡Por favor! Reciba este presente de mi madre - cuando la joven terminó de hablar Alba se levantó de su asiento y se acercó a ella. 

- No necesito, ni quiero algo que provenga de ella - escupió haciendo el amago de devolverle el paquete, pero Julia se apartó colocando sus manos atrás en su espalda. 

- ¡Por favor! ¡Lo prometí! ¡Le prometí que se lo daría!  – la joven intentó no llorar, pero fue en vano, las lágrimas se hicieron presentes recorriendo sus mejillas - Es su último deseo -.

Julia bajó la cabeza avergonzada, su madre le había pedido que no hiciera ningún comentario sobre su salud. Ese último comentario podría condenarlo todo. 

- ¿Ella está bien? - a pesar de su odio, en el fondo de su corazón Alba aún se sintió preocupada por aquella mujer. 

- ¡Lo está!... Yo... Yo debo irme... ¡Lo siento!... Por favor tome el regalo… ¡No lo deseche sin antes verlo! - la joven dijo rápidamente mientras corría a la puerta, tratando de salir de la casa sin darle chance a la pelirroja de rehusarse nuevamente. 

Alba sin querer entender lo que pasaba, fue tras la chica...  - ¡Julia! - gritó la mujer desde la puerta de su casa, pero ya la joven había entrado en el carro y desaparecía detrás de la gran puerta de metal. 

- Listo madre… Ya lo tiene - Julia sonreía entre lágrimas mientras observaba a través de la ventanilla del taxi. 

- ¿De vuelta a la estación señorita? - preguntó el conductor viendo a la hermosa chica. 

La joven desde el asiento trasero asintió y agradeció por su espera.

Era momento de volver a casa, y de rezar para que su madre aún estuviera ahí para recibir la noticia. Aunque no podía negar que le daba miedo de que tal vez le estaría dando una razón a su madre para irse en paz y dejarla. 

En ti se encuentra mi perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora