Capítulo XIII: Obligación

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Alba había estado hablando con sus empleados de lo que se necesitaba para arreglar el sistema de riego del jardín y del huerto. Ella podría encargarse del regado en el huerto, pero el jardín era muy extenso incluso para varios empleados.

Debía hablar con su esposo sobre el tema y poder comprar los repuestos necesarios. Ella misma quería encargarse de salir en su búsqueda.

- Señora Alba, la solicitan en el teléfono - una de las empeladas de limpieza le avisaba.

La pelirroja se acercó rápidamente a uno de los teléfonos de la casa y saludó, del otro lado del teléfono estaba su hijo.

- ¡Hola mamá! ¡Te llamaba para avisarte que ya estoy en casa de la abuela! - decía Andrés.

La mujer miró su reloj, no se había dado cuenta que la mañana había pasado con rapidez.

Un ruido se escuchó en el teléfono antes de que Alba pudiera responder.

- ¡Dame el teléfono!... ¿Se puede saber por qué no viniste con tu hijo a visitarme? - era la voz de la madre de Alba. - ¡¡No me digas que sigues molesta por aquella estupidez!!... ¡Te he dicho mil veces que los hombres son así, no puedes hacer nada! - la anciana seguía hablando mientras la pelirroja se sentía tentada en colgar el teléfono.

- ¡¡No abuela!! Así no somos los hombres... ¡¿Qué te pasa?! - se escuchaba al joven discutir con su abuela. Era como escuchar a un perro y a un gato pelear.

- ¿Terminaron de discutir? - la pelirroja preguntó, esperando que ellos se callaran... - No fui porque estoy ocupada madre. Se dañó el sistema de riego y debo comprar algunas cosas - trató de justificarse.

- ¡No me vengas con eso Alba Teresa! - su madre se quejaba y la pelirroja odiaba que la llamara por su segundo nombre... - Para eso tu marido tiene empleados, para que se encarguen de ese tipo de cosas... Deberías ser más agradecida... Dom es un hombre que trabaja mucho... -

- ¡Mamá! - interrumpió Alba a su mamá. - ¡Estoy ocupada! Si quieres otro día hablamos de tu amor por Dominic -

- ¡Alba no me hables de esa manera! - de repente se escuchó un silencio y la voz de Andrés volvía al teléfono.

- ¡Lo siento! Ella fue la que me arrancó el teléfono de la mano - se disculpaba el joven.

La pelirroja respiró profundo y trató de calmarse - Tranquilo mi amor. Trata de no discutir con ella, ¿está bien? - la mujer dijo, pero no recibió respuesta... – Andrés, ¡No discutas con tu abuela! ¡¡Ya te dije!! -

Se podía escuchar a Andrés refunfuñar... - ¡Ok! No prometo nada, pero lo intentaré... Te amo, hablamos en la noche -.

La llamada había terminado y el dolor de cabeza de Alba había iniciado.

Había ido a su cuarto para tomar una pastilla... Al hacerlo, pensó que lo mejor sería salir y comprar lo que se necesitaba. Iría con uno de sus empleados y ya en la noche soportaría el regaño de Dominic por gastar dinero sin avisarle.

Bajó por las escaleras y solicitó al empleado que había avisado sobre la avería. La idea era ir junto a él a la ferretería o local a comprar los repuestos...

Salió de la casa y se montó en la camioneta... Para ninguno de sus trabajadores, ni para Jesús quien manejaba, era raro ver a la señora Alba involucrada en éste tipo de cosas. Ella misma se encargaba de las compras de tierra, abono, fertilizantes, plantas y semillas. Su amabilidad y respeto con todos los trabajadores era reconocido por ellos.

Al cabo de unas horas ya estaban de regreso a la casa con todo lo que se necesitaba y otras cosas más para seguir plantando. Inclusive había comprado comida para ayudar a Liz a cocinar.

En ti se encuentra mi perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora