Capítulo XV: Verdades

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Alba dormía quisiera decir que plácidamente, pero no. Daba vueltas en la cama para tratar de dormir más tiempo...

El sol se asomaba por la ventana, la pelirroja no sabía qué hora era y tampoco le importaba, sólo quería dormir.

Aún con los ojos cerrados la mujer siente la presencia de alguien más en la habitación, para saciar su curiosidad abre un sólo ojo y de pie ante ella estaba David, su hermano mayor.

- ¿¡Pero qué demonios!? - preguntó tratando de quitarse la pereza de encima. - ¿Qué haces aquí? - su hermano le estaba dando la espalda.

Cuando David escuchó a su hermana, maldijo el momento en que hizo ruido y se diera cuenta de su presencia en la habitación.

Al darse la vuelta David llevaba en sus manos el libro de Alba.

- ¿Qué haces con eso? - miró asustada a su hermano quien tenía una expresión relajada.

-Sabes... Siempre pensé que esa niña desaparecería y ya no te molestaría más, pero.... ¡Mierda! ¡Me equivoqué! Cuando Dom me lo dijo, no le creí - decía con una sonrisa de lado.

- ¿Qué se supone que te dijo Dominic? Eso es sólo un libro, más nada... No significa nada...- trató de explicar la pelirroja, pero por sus ojos hinchados David no le creía. Sabía que había llorado leyendo esa porquería de libro.

~

...Flashback...

El día anterior Julia había llegado a su límite de espera. Necesitaba sacar a su mamá de viaje, pero ella estaba renuente por, 'la estúpida llamada de aquella mujer' que seguro ni había leído el libro... Al menos eso pensaba la joven Julia

Así que fue a la casa de la mujer para enfrentarla y lanzarle maldiciones.

La joven ya había armado un buen discurso, en todo el camino a la gran casa.

Al llegar la dejaron entrar y Liz la atendió porque según ella, la mujer no estaba en casa. Julia pensó que sólo no quería verla ni enfrentarla, insistió en entrar, pero no dejaban que entrara porque los dueños no se encontraban allí.

La joven caminaba molesta hacia la gran puerta donde la esperaba un taxi. A mitad de camino un carro entraba a la casa. Era un carro lujoso de color negro. Julia detuvo su paso, tal vez la mujer estuviera ahí, pero no era así...

Un gran y apuesto hombre de ojos azules bajó la ventanilla del auto.

-¡Hola preciosa! - saludaba con encanto Dominic - ¿En qué puedo ayudarte? -

-Ehm... En nada, sólo estaba buscando a la señora Alba, pero me dijeron que no estaba. - explicó la joven intimidada por la mirada azulada del hombre que la inspeccionaba de arriba-abajo.

Dominic tenía una gran sonrisa en su cara, luego de que escuchó a su mujer e hijo hablar sobre algún libro regalado por no sé quién, habló secretamente con los trabajadores para que no se le permitiera la visita de personas a la casa... Mucho menos si eran para la señora Alba...

- ¡Oh! Si, ella suele salir a menudo, pero dime... ¿Qué deseabas? Prometo decirle en cuanto la vea - dijo el hombre tratando de transmitir serenidad, pero Julia sabía muy bien con quién trataba.

- ¡Nada! Sólo necesitaba hablar con ella - respondió la chica aún con su molestia.

-Está bien... Le diré que viniste a verla. -, pero antes de arrancar el carro preguntó - Casi lo olvido... ¿Cuál es tu nombre? ...Ya sabes para decirle a mi esposa -.

Julia sabía que no podía decirle su nombre, pero estaba tan ciega de la rabia por la espera de su madre, que le importó poco.

-Me llamo Julia Ibáñez - en cuanto la joven dijo su nombre se fue.

En ti se encuentra mi perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora