Capítulo IX: Inicio

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El sol se ocultó con rapidez, dando inicio a la noche.

Ya era hora de la cena y Dominic había llegado a casa. 

El hombre se acercó al comedor con la idea de conseguir a Alba y Andrés allí, pero el lugar estaba vacío. Fue a la cocina para asegurarse de que no estuvieran ahí y sólo estaba Liz cocinando.

Tanto Alba como Andrés se mantuvieron dentro de sus habitaciones luego de su pequeña discusión. La pelirroja se negaba en aceptar lo relatado, mientras que su hijo aún no podía entender la terquedad de su madre.

La puerta del cuarto de Andrés sonó, alguien pedía entrar y él lo concedió.

Dominic hacía presencia en la habitación del joven.

- ¿Por qué no están abajo cenando? - preguntó a su hijo quien lo veía con molestia.

- No me había dado cuenta de la hora, es todo. - el joven respondió parándose de su cama. Dom se paró frente a él y le pidió que se sentara.

- En el almuerzo, fui cortés contigo y pregunté acerca de tus estudios - decía Dom mientras su hijo se sentaba de nuevo en la cama. 

El joven rió con ironía, - Después de gritarle a mi madre... Que amable de su parte - ... 

Para Dom todo lo que hacía o decía su hijo era un acto de insolencia... - ¡Quiero recordarte que yo no soy tu madre, tú a mí me debes respetar! - lo señaló...

Andrés se levantó de su cama una vez más, cansado de siempre escuchar lo mismo de su padre... - ¿No basta con que estudie lo que tú decidiste que estudiara? ¿También se supone que deba agradecerte con la cabeza gacha? - el rostro del joven era de incredulidad.

Su padre molesto se acercó, - Más te vale que me agradezcas por cada mínima cosa que tienes en tu vida, y de lo que tendrás... ¿O es que acaso creías que iba a permitir que mi hijo estudiara alguna carrera mediocre? -

La pasión de Andrés era la cocina, pero para su padre eso era algo que sólo las mujeres debían hacer. Dominic creía que algo como eso sería una burla para la familia Stanzione, así que obligó a su hijo a estudiar algo digno de un hombre de la familia…

Alba salía de su cuarto para ir con su hijo, cuando estaba cerca de la puerta escuchó la voz de su esposo y luego la voz de su hijo lanzando maldiciones. La pelirroja entró en pánico y abrió la puerta del cuarto, viendo como Dominic había abofeteado a su hijo.

- ¿Qué carajo haces? - le reclamó a su esposo yendo al lado de su hijo. 
- ¡Enseñándole modales a este insolente! - dijo el hombre con rabia - Algo que fuiste incapaz de enseñarle - negaba con la cabeza viendo como Alba defendía a su hijo - ¡Ni para ser madre has servido! - fueron las últimas palabras de Dom antes de retirarse de la habitación.

En el momento que Dominic se había ido, Andrés quitó las manos de su madre que se habían posado en sus hombros.  

- ¿Aún puedes decir que no es un hombre abusivo? - reclamó. - Ni se te ocurra decirme que me lo busqué por contestarle... ¡Estoy harto! - gritó. - Harto de que siempre me vea como si fuese menos que él... ¡Estoy cansado de que me compare para hacerme ver como un mediocre... Mamá, estoy cansado! - sin darse cuenta Andrés había comenzado a llorar.

Durante su adolescencia tuvo problemas de confianza y autoestima, a pesar del amor de su madre, él nunca se sintió suficiente para el amor de su padre... Dominic siempre lo comparaba con sus primos o consigo mismo, haciendo creer a Andrés que sólo era alguien fútil. 

- ¡No llores mi amor! ¡Por favor! - pedía Alba abrazando de nuevo a su hijo... Para ella era imposible el no llorar luego de que su hijo expusiera sus sentimientos, y muy en el fondo Alba sabía que se sentía igual que él…

Los minutos pasaron y las emociones se habían calmado un poco permitiendo que los dos bajaran a comer… Una vez en el comedor, ambos se dispusieron a comer en silencio. 

Al terminar su cena, Andrés colocó su mano sobre la de Alba para que le prestase atención, - Debo volver a la universidad dentro de unos días y le prometí a la abuela que iría a verla - suspiró antes de seguir hablando. - Sé que no están en buenos términos ahora, pero te vendrá bien salir unos días -. 

Alba negó con la cabeza, no podría ver a su madre en estos momentos. No después de la pelea que había tenido con ella sobre cómo llevar su matrimonio. La pelirroja sentía que todos la señalaban con mucha facilidad cuando de errores se trataba.

- Estaré bien, ve tranquilo con la abuela. - dijo la mujer a su hijo con un pesar en su corazón. Ella quería que su hijo se quedara más tiempo, pero con la universidad era algo imposible. - Prométeme que para navidad no vas a estar haciendo planes con alguien más - se quejó y Andrés rió.

- Estaré aquí a tu lado... Aunque deberíamos hacer un viaje...  Mmm…- el joven hizo una mueca como si pensara en algo y luego dijo - ¿Qué tal un viaje a tu viejo granero? - una sonrisa pícara había en su rostro.

- Hace años que se vendió ese granero - recordó Alba con tristeza.

- ¿Ella sigue viviendo ahí? - el chico tenía curiosidad por el paradero de Valeria.

Alba lo miró confundida - La verdad es que no lo sé... Había perdido contacto con ella hasta ahora -

Toda esa discusión le daba una idea al joven...

- Necesito que me prometas algo - pidió Andrés levantándose de la mesa. Su madre tenía un mal presentimiento... - Prométeme que sin importar qué, terminarás de leer ese libro y luego me contarás todo sobre ella -.

La pelirroja no sabía cómo responder a eso. Hace unas pocas horas había desistido de leer el libro por completo y ahora su hijo se lo pedía en promesa.

El joven esperó de pie al lado de su madre. - ¿Lo prometes? -

'Qué mal podría haber en terminar de leer algo que ya vivió', pensó Alba.
Se levantó de la mesa y estrechó la mano de su hijo - ¡Ok! ¡Lo prometo! -

Andrés se sentía feliz de haber logrado eso. Tal vez así su madre entraría en razón y se alejaría de Dominic...

Antes de que cada uno fuese a su habitación, compartieron un té con Liz, quien se los había ofrecido en la cocina cuando llevaron sus platos...

Al llegar a su habitación, Alba consiguió a un Dominic despierto hurgando en el closet de la mujer...

Ella con pánico se acerca al hombre, - ¿Qué haces en mi closet? - preguntó con voz temblorosa...

Su esposo al percatarse de su presencia, volteó a verla. - Estaba buscando unos papeles que había guardado hace unos meses aquí -

- ¿En mi closet? - preguntaba un poco incrédula.

- ¡Si! ¡En tu closet! ¿Cuál es el problema? - reclamó levantándose del suelo. - ¿Acaso no puedo? Te recuerdo que es mi cuarto también -

- Yo sé que es nuestro cuarto, pero ese es mi closet y ahí no hay documentos - aclaró la pelirroja. Esta vez en su voz se denotaba la molestia, por lo que su esposo retrocedió en su búsqueda.

- Buscaré en mi oficina de nuevo - dijo Dom al salir de la habitación.

Alba exhaló con fuerza el aire contenido en sus pulmones. Fue directamente al cofre y sacó el libro colocándolo dentro de unas sábanas. Algo dentro de ella le advertía que debía guardarlo en otro lugar.

Lo que la pelirroja ignoraba era que su corazonada estaba en lo correcto.

En ti se encuentra mi perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora