Capítulo XVII: Final

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Al día siguiente la camilla estaba vacía...

La habitación... había sido arreglada como si no hubiese estado alguien allí dentro.

Valeria siempre pensó que los hospitales eran un lugar donde reinaba la ironía, con pasillos llenos de tristeza por quienes se iban y otros pasillos llenos de alegría por aquellos que llegaban a la vida. Sin saber qué tipo de vida le tocaría, incluso la alegría en esos momentos era relativa.

Este pasillo, en particular, estaba vacío, sólo reinaba el silencio y sin emociones alrededor de él.

Una mujer entró a su camioneta...

El camino a casa era largo, aunque nunca sintió que fuese suya...

Se daba cuenta que nadie tenía el control de las cosas. En un momento puedes ser feliz y en otro momento no... Simplemente te arrebatan la felicidad.

Al llegar, subió las escaleras para ir a su habitación. Su idea era ducharse y tomar todas sus cosas, o al menos las que pudiesen entrar en la camioneta, con rapidez.

Trataría de evitar chocar contra cualquier cara indeseada, el tiempo que fuese necesario...

Terminó de colocar sus cosas en la camioneta y se montó.

- A pesar de que me duele que se vaya... Sé que es lo mejor que hará... - fueron las últimas palabras que escuchó al arrancar.

Debía irse y no mirar atrás, era ahora o nunca.

... ... ...

El sol estaba en lo alto...

Las ramas de los arboles bailaban al son de la fría brisa que corría con fuerza...

El canto de algunos pájaros se mezclaba con los susurros de las personas sentadas en el amplio lugar...

Había rosas de varios colores, y sillas blancas.

- Lectura del libro de Job -, empezó el sacerdote. - En aquellos días, Job tomó la palabra y dijo: "Ojalá que mis palabras se escribieran; ojalá que se grabaran en láminas de bronce o con punzón de hierro se esculpieran en la roca para siempre. - mientras el sacerdote leía de la biblia en su mano, las lágrimas se hacían presente en muchos. - Yo sé bien que mi defensor está vivo, y que al final se levantará a favor del humillado; de nuevo me revestiré de mi piel y con mi carne veré a mi Dios... "-

Alba estaba en las últimas sillas, el sentimiento de culpa y el dolor la consumían, y cubrían su cuerpo como aquel vestido de seda negro...

Muchas cosas quedaron sin decir y muchos momentos se perdieron por el orgullo, por la rabia, por la indecisión.

Era algo que la pelirroja lamentaría toda su vida...

La pérdida de un ser amado es algo de lo que todos hablan, pero que nadie está realmente preparado.

-Lamento mucho todo esto -, susurraba Tobías quien se había sentado a su lado. Apenas llegaba al trágico evento. - Siempre odié los funerales, este ambiente me ahoga... - decía con pesar.

-No entiendo... ¿Por qué no puedo llorar?... Quiero hacerlo... Pero no puedo... - Alba sentía rabia consigo misma por no poder desahogar su tristeza.

Tobías la miró con pesar... - Yo... Te entiendo... -, dijo y Alba lo miró esperanzada...

- Es difícil, pero no todos tenemos el mismo momento para demostrar nuestro dolor... Algunos lloran aquí...- dijo señalando hacia una caja de madera, donde había dos jóvenes colocando sus manos en el vidrio que dejaba ver aquel cuerpo sin vida. - Otras personas lloran en la soledad... O en el momento que menos lo esperen... se quiebran -

Ambos vieron como el sacerdote pedía a alguien que diera unas últimas palabras para la despedida.

- ¿Estás segura? - preguntó Tobías cuando Alba se levantó de la silla.

La pelirroja asintió y caminó despacio para estar más cerca de ella.

Tras soltar un gran suspiro, habló. - Supuse que algo como esto dolería, pero nunca imaginé cuánto. Siempre te dicen que es algo natural, pero lo que no es natural es el dolor que dejan al irse...

Eras una mujer maravillosa, inteligente, y que sin importar qué, me brindaste todo tu amor...

Quisiera poder regresar el tiempo y compartir todo lo que pudiese a tu lado...

Y ese es el error más común del humano...

Al sufrir la pérdida es cuando nos arrepentimos de todo, de lo que no dijimos, de lo que no hicimos... O de lo que dijimos e hicimos...-, la voz de Alba era quebradiza.

- Yo sólo pido perdón... Perdón por no haber hecho algo antes, por no estar cuando me necesitabas... - Las lágrimas que tanto espero estaban naciendo en lo más profundo. -Perdóname por no disfrutar más de ti... Perdóname por todo... Por favor... -, dijo tocando la caja frente a ella... - Por favor... Sólo perdóname. ¿Sí? -

Alba no pudo decir más, no sabía qué más decir...

Su hijo fue hasta ella y la abrazó... La abrazó con fuerza, intentando que no cayera al caminar...

Tobías se acercó y ayudó al chico a llevar a Alba a la silla, pero ella se negó...

Quería y debía estar de pie para despedirse...

Mientras el ataúd bajaba lentamente por la fosa...en el momento que la tierra empezaba a cubrir aquella caja, fue el momento en que Alba más lloró.

Era el momento donde se sentía real el hecho de que esa persona no volvería a estar a tu lado, no tomaría de nuevo tu mano, no te abrazaría o besaría una vez más.

Todo se hacía extremadamente más doloroso.

Al terminar todo, Andrés llevó a su madre al carro...

Serían varias horas las que pasarían hasta llegar a su destino.

-Nos veremos pronto...-, dijo Tobías cerrando la puerta del carro y despidiéndose de Andrés...

El viaje se hacía largo, y las lágrimas aún estaban haciendo acto de presencia. La pelirroja estaba en la parte de atrás, se había quitado sus zapatos de tacón y se había cubierto con una manta. El frío que había en su corazón se estaba reflejando en su cuerpo...

Al llegar a su destino, Andrés ayudó a su madre a bajar y entrar a la casa... Sin mirar a su alrededor, sin decir ni una palabra, y obviando las pocas personas que habían ahí, la pelirroja subió las escaleras y fue a la habitación...

Necesitaba descansar, dormir y olvidar ese día...

Se acostó en su cama sin siquiera quitarse el vestido, hundiendo su cara en la almohada.

-Sé que duele, pero todo estará bien- un brazo se posó alrededor de su cintura.

- ¿Lo prometes? - preguntó acurrucada en el abrazo, recibiendo un beso en su frente.

-Lo prometo-.

- ¡Te amo! - susurró.

- ¡Yo te amo más! - respondió la pelinegra a su lado...


...Fin...

En ti se encuentra mi perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora