Capítulo II :Insomnio

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- ¡Maldita sea! - era la cuadragésima vez que Alba maldecía en silencio a mitad de la noche. Volteó a ver a su esposo quien dormía plácidamente a su lado y suspiró amargamente.

Habían pasado tres largos días en los que Alba no había podido dormir, en los que trató hacer mil cosas para distraerse, pero nada servía... Nada sacaba de su mente aquel paquete que había recibido y que había sido incapaz de abrir.

El rencor y los recuerdos le impedían abrir ese maldito paquete, pero no lo soportaría por más tiempo. Sentía que se volvería loca si no hacía algo.

Se levantó de la cama, abrió su closet y de la parte baja sacó un cofre donde estaba el paquete envuelto en sábanas. Con el “regalo” en mano bajó por la larga escalera hacia la sala donde estaba la chimenea.

Estaba parada frente a la chimenea con un fuerte deseo de lanzarlo y verlo quemar, pero algo dentro de ella le decía que no lo hiciera. La voz de la joven se repetía una y otra vez en su mente… "Es su último deseo".

- ¡Ugh! ¿Por qué? ¿Por qué después de tanto tiempo Valeria? - agarró con fuerza el paquete y cerró los ojos. 

A su mente volvía la imagen del rostro de Valeria, el momento de la última vez que la vio, y sintió de nuevo aquel dolor que había devastado su corazón... 

Abrió sus ojos de golpe y cuando estuvo a punto de lanzarlo al fuego, El destello de un rayo se hizo presente y un fuerte trueno se escuchó, retumbando dentro de la sala, abriendo una puerta a más recuerdos. - ¿Aún le temes a las tormentas? - preguntó a la nada con una sonrisa y la melancolía saliendo por su pecho.

Con mucho cuidado quitó el papel y dio a descubrir un libro.

Era un libro pequeño, se podía apreciar que no había muchas hojas, pero lo que más llamó la atención de Alba era la hermosa portada que llevaba tatuado el nombre de aquel libro en un color dorado, "En ti se encuentra mi perdón"...

La pelirroja al leer esa simple frase se encontró en una encrucijada de si abrir y leerlo o no. Respiró profundamente y luego de dar vueltas al rededor del sofá junto a la chimenea decidió abrir el libro que estaba en sus manos. 

Al abrir el libro, notó que la primera hoja estaba en blanco. 

- Mmm... ¡Esto es una señal! Me está dando la oportunidad de arrepentirme... ¡Es obvio! - dijo con nerviosismo, y como mandado hacer, otro trueno retumbó entre las paredes de la sala. - ¡Ok, lo leeré! ¡Maldición! - dijo frustrada. 

Se sentó en el sofá y pasó a la siguiente hoja, donde podía reconocer la hermosa caligrafía de aquella mujer. Alba pasó sus dedos con suavidad sobre la hoja, imaginando las manos de Valeria trazar cada una de las palabras plasmadas. 

"Querida Alba, por mucho tiempo estuve tratando de escribir correctamente este libro, y si ha llegado a ti es porque lo he conseguido. 

He logrado plasmar todo aquí dentro. 

Durante años esperé poder saber de ti, cuando me enteré de que habías vuelto, una luz de esperanza se encendió en mí. 

Espero que puedas dejar a un lado todo ese odio que me guardas y leas cada una de estas páginas que te he dedicado. 

Aunque para ser sincera, sé que lo harás porque has llegado hasta aquí.

La hoja en blanco al inicio... Era tu última oportunidad, no puedes retractarte. 

Con amor Val."

Alba rió amargamente, ella sabía que esa hoja en blanco era una oportunidad que Valeria le había dado. - Me conoces bien - susurró. 

Ahora se sentía con más responsabilidad de terminar aquel libro y sabía que si no lo hacía no podría dormir en paz. 

Pasó a la siguiente hoja donde había un pequeño poema. 


"Éramos muy jóvenes y el amor nos apuntaba a la cara como mosquete de guerra, pero no lo sabíamos. 
No nos dimos cuenta. 

Nuestro toque era torpe dejando nuestros cuerpos sedientos como soldado en el desierto, pero no lo sabíamos. 
No nos dimos cuenta. 

Nos ahogamos en un pecado declarando nuestra entrada al infierno, pero no lo sabíamos. 
No nos dimos cuenta. 

El tiempo pasará arrancando nuestros momentos juntas, dejándolos en el olvido, y no lo sabremos. 
No nos daremos cuenta. "


Al terminar de leer el poema Alba cerró con fuerza el libro y las lágrimas brotaban de sus ojos sin control. 
- ¿Cómo pudiste por tanto tiempo guardarlo?... ¿Cómo pudiste siquiera recordarlo? - la pelirroja lanzaba preguntas al libro como si pudiera responderle. 

Ese era un poema que la misma Alba le había dado a Valeria hace mucho tiempo atrás. 
 
La mujer alzó su mirada al reloj sobre la chimenea, era más de medianoche y ella estaba sentada en aquel sillón abrazando con fuerza el libro. 

- Había olvidado por completo, qué era llorar por ti a mitad de la noche… - susurraba con miedo de ser escuchada. -… 20 años han pasado desde la última vez… - suspiró limpiando sus lágrimas. 

En ti se encuentra mi perdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora