C.018

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Barrotes

Claudia intenta acomodarse a la que será su nueva cama; es pequeña y dura, pero probablemente lo que más le incomodará para dormir será el collar que el secretario Ross le ha regalado.

En su cabeza no para de repetirse la frase que le confesó a sus amigos; aquella mención tan extraña que Eric le hizo esa noche o simplemente preguntándose como amanecería el día de hoy.

No solamente estaba a solas con sus pensamientos.

Cuando entró a su celda, al principio pensó que iba a estar sola, después descubrió que una tranquila respiración convivía en la celda del al lado. Le era imposible saber quién era tanto que sus poderes habían sido neutralizados como que las horas que los sacaban no coincidían.

Hasta que finalmente se manifestó como lo haría de costumbre.

De esa manera su estancia consiguió hacerse más amena.

Solo un poco.

...

9 meses después

...


-¿Te dan bien de comer?- pregunta con aparente preocupación a través del cristal.

- Tranquila mamá.- responde Claudia con una amplia sonrisa. - No es la peor que he comido en toda mi vida.-

-¿Seguro? Tal vez puedo hablar con ellos y...-

- No te preocupes Sam, en serio, estoy bien.- añade intentando tranquilizarle. Siempre que iba a visitarla le preguntaba lo mismo. -¿Tu vida bien? ¿Cómo va lo de ser el capitán américa?-

- Bueno, no es tan glamuroso como lo hacía parecer Steve. La gente es muy pesada a veces pero se sobrelleva bien.- responde con una falsa sonrisa. Eso Claudia lo sabía bien y aceptaba el esfuerzo por parte de su amigo, incluso la mirada cansada que portaba cada vez. - Te ves triste.-

- Estoy cansada.- añade ella rascando su cabeza. - Me duele la cabeza estos días.-

Su pelo había crecido hasta la cintura y ya se había acostumbrado al collar, a las ojeras y la pesadez del lugar. Se había vuelto demasiado humana; gracias a ese collar experimentaba lo que era un resfriado, una migraña e incluso un brazo roto.

- Deberían quitarte el collar cuando te sientes mal.-

- Si, están ellos como para arriesgarse.- ríe sarcástica mientras vuelve a rascarse la cabeza. - Dejar a un perro de 2 metros suelto en una fortaleza submarina. El sueño de sus vidas.-. Su tono sonaba cada vez un poco más molesto. - Bastante que te dejan venir a verme.-

- Es lo mínimo que puedo hacer.-

- Más de lo que ya han hecho otros.- susurra en voz baja, aun así Sam lo escucha perfectamente. - Venir aquí solo mancha tu carrera.-

- Me da igual. No deberías estar aquí, ambos lo sabemos.-

- Me ordenaron matarte Sam y lo iba a hacer. Estaba tan segura de hacerlo...-

- Pero no lo hiciste, cambiaste las cosas.-

Esta vez ella no responde, simplemente mira a otra parte mientras aguanta el llanto. Su amigo por el contrario la observa a través del cristal con gran pena, en total silencio. Ya ni siquiera se pregunta que discurre por la mente de ella.

Había pasado meses luchando contra la administración para que le prestasen más caso a Claudia, pero Eric se había preocupado de dejar las cosas bien marcadas para tenerla encerrada allí hasta que a él le conviniese y por mucho que replicase el mismísimo capitán américa, todo caía en saco roto.

II 𝐋𝐨𝐛𝐨 𝐛𝐥𝐚𝐧𝐜𝐨 II  ★ Bucky Barnes - Falcon y el soldado de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora