Capítulo 33

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Doyoung supuso desde un principio que se iría al infierno (si es que existía uno), porque había pecado de tantas formas que ya había perdido la cuenta y un Jungwoo casi desnudo no le resultaba de mucha ayuda, el muchachito en síntesis era la tentación de cualquier persona con sangre en las venas.

Mientras Doyoung continuaba mirándolo, las comisuras de los labios de Jungwoo se curvaron hacia arriba en una sonrisa lobuna.

—Vamos, Señor Kim—Le picó suavemente, tendiéndole la mano—No vamos a hacer nada malo.

—Jungwoo, nosotros no deberíamos…si Seulgi se entera de esto ella es capaz de meterme a la cárcel—Mientras él hablaba, el pelirrojo había comenzado a avanzar, lentamente, con la inocencia de un pequeño gatito tímido que se dirige a tomar su primera lamida de leche. El corazón de Doyoung comenzó a palpitar con tal fuerza que cada latido retumbó en todo su cuerpo; alterando sus hormonas y el calor de su piel, Jungwoo se veía tan receptivo, pero sería un pecado tocarlo nuevamente. Sin embargo dejarlo ansioso y varado allí sería un pecado mayor.

—Yo no la veo cerca, es imposible que ella se entere—El pelirrojo le tomó las manos y se empujó hacía él—Además yo lo necesito.

—Pero…

Y sin terminar la frase, Jungwoo lo calló con sus labios. En el instante que Doyoung sintió aquel cálido contacto, le invadió una ola de deseo desenfrenado que anuló su total miedo irracional. Gruñó suavemente y entreabrió los labios para sentir más cerca a su pequeño amante, le rodeó la cintura desnuda y lo levantó para que se ajustara perfectamente a él, como si fueran dos piezas de un rompecabezas bien armado.

De pronto la cama crujió bajo el peso de los dos cuerpos, Jungwoo abrió las piernas para albergar al cuerpo caliente de Doyoung entre ellas, le acarició la espalda y lo ayudó a desvestirse, ninguno de los dos podía negar que aquello resultaba divertido y emocionante a la vez.

Cuando Doyoung quedó desnudo también, los ojos del menor no dudaron en pasearse por su cuerpo, se relamió los labios de nuevo, mirando fijamente a la erección que llevaba el señor Kim, tan dura y gruesa que era imposible no verla, se sintió vació de repente, el lo necesitaba, estaba dispuesto a rogar y pedirlo con gestos infantiles.

Al siguiente segundo Doyoung tomó una bocanada de aire inestable y comenzó a pasear sus dedos resbaladizos por las pequeñas nalgas de Jungwoo, frotó el lubricante alrededor del ansioso agujero antes de empujarlos de repente.

—Estoy listo, estoy listo…—El señor Kim se inclinó hacia el pequeño pelirrojo para besarle la boca mientras sus dedos se empujaban solos, gruñó al sentir la absorción en sus dedos y las dulces mordidas que el aún inexperto Jungwoo le daba.

Cuando ambos se cansaron de aquella situación desbordante, Jungwoo se mordió el labio mientras dejaba que Doyoung hiciera todo el trabajo, el pequeño amante sintió cada sensación pegada en su cuerpo, sintió las mano duras del pelinegro recorrerle la piel como agua caliente, sintió las pulsaciones de su corazón y también las emociones que él tenía; cuando cerró los ojos la erección del pelinegro se empujó en su pequeña entrada, forzándolo a tomarlo, hasta que tocó fondo.

Jungwoo había aprendido algo durante todo este tiempo: Doyoung solía ser suave al principio pero cuando estaba dentro comenzaba a ser rudo, y eso precisamente al pelirrojo no le molestaba en absoluto. El pelinegro comenzó a moverse dentro de él con un gruñido animal en tanto Jungwoo se empujaba en la dureza que lo llenaba como un pequeño niño necesitado de afecto.

Gruñidos y gemidos hicieron eco en toda la casa Kim, cualquier podría verlos y/o escucharlos, Jungwoo sabía que estaba jugando con fuego pero era eso o morir en el helado invierno de su cuerpo, el “tic tac” del reloj se congeló por un segundo y luego por otro, cuando Doyoung se enterró por completo en el cuerpo de Jungwoo el mundo literalmente, palideció.

¿Qué Esconde El Señor Kim? °Dowoo° NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora