El río estaba a unos pocos kilómetros de distancia, y el recorrido le pareció a Muna un espejismo borroso del bosque, quizás por la adrenalina que seguía corriendo por su cuerpo. No podía sacarse de encima los ojos del enmascarado, esos ojos que parecían recorrerla una y otra vez, reclamarla, exigirle algo que no podía darle.
Y por un momento había estado a punto de rendirse ante esos ojos. Estuvo a punto de decirles que ya estaba cansada, que ya no quería correr. Y esos ojos, parecían haber entendido, parecían decirle que sólo ellos podían entender completamente, y nadie más podría hacerlo. Esos ojos le habían dado la bienvenida, le habían dicho que todo estaba bien, que se suponía que debía ser así, que ella pertenecía le a él, dócil debajo de su mano firme, debajo de esa mirada siempre penetrante.
Un segundo después, los ojos se habían cerrado y Waro había soltado un grito de dolor, y había dejado ir el látigo. En cuanto los párpados volvieron a abrirse, el odio había vuelto a sus ojos y ella había despertado del trance.Ahora no podía dejar de sentir esa mirada en la nuca. Varias veces había mirado hacia atrás para encontrarse con el bosque vacío, y sin embargo... esos ojos no la dejaban en paz.
En cuanto visualizaron el río, Pietro redujo la velocidad hasta detenerse en la orilla. Muna lo imitó. Los tres desmontaron. En cuanto Muna puso los pies en la tierra, los brazos de Pietro estuvieron ahí para sostenerla, y luego para revisarla completamente, buscando heridas en cada parte de su cuerpo.
–¿Estás bien? –le preguntó Pietro tomando su rostro con ambas manos.
Muna no pudo responder, algo en la garganta le obturó cualquier intento de palabra. Las lágrimas empezaron a correr libremente y el sollozo explotó con una fuerza que la sorprendió. Inmediatamente los brazos de Pietro se enredaron a su alrededor y la trajeron a su pecho duro y reconfortante. Su mano fue a su cabeza, y comenzó a acariciarla lentamente, mientras que la otra la mantenía firme en la cintura.
–Shhh –le dijo al oído–. Todo va a estar bien.
Y eso era todo lo que necesitaba para terminar de explotar, esta vez dejando que la angustia se volviera ceniza, y que la bronca volcánica estallara en su cuerpo.
–¿Todo va a estar bien? –preguntó con el veneno de la ironía– ¿Acaso no viste al monstruo psicótico que me persigue?
Pietro no contestó pero su agarre se intensificó en su cintura cuando ella empezó a golpearle el pecho.
–Un príncipe maldito me persigue –golpe en el pecho– y nadie me quiere decir por qué –golpe–. Mi abuela es una vieja narcisista y sádica –golpe, bofetada– que probablemente ya está muerta –golpe– a mi mejor amiga le crece un látigo en la muñeca –golpe, golpe– y tú, de un momento a otro no eres mi hermano.
–Muna...
–Muna nada, no pienso dar un paso más antes de que alguien me explique qué está pasando, algo... lo que sea –la última frase no pudo esconder la desesperación que Muna sentía.
–Muna –susurró Pietro mientras le acariciaba el rostro con los nudillos llenos de callosidades, que terminaban raspándole la mejilla más que reconfortarla–. Voy a contarte todo lo que sé... Yo e Isla vamos a explicarlo todo... pero necesito que crucemos el río primero.
–¿Quién es Isla? –volvió a preguntar Muna, no dispuesta a moverse sin al menos un mínimo de información.
–Es igual que tú.
–¿Humana?
Pietro sonrió.
–No hay nada humano en ti, Muna.
Muna abrió la boca para refutar, para cuestionar esas palabras que querían cambiar todo de su insulsa pero segura vida. Sin embargo un grito de furia que, lamentablemente, ya había aprendido a reconocer con facilidad, como si hubiera estado siglos en la parte trasera de su mente, les recordó que el demonio estaba cerca y seguía al acecho. Sin decir una palabra más, los tres muchachos se lanzaron al río que en aquella parte era profundo pero sereno.
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En el fuego, la sangre
FantasyMuna vive en aquelarre más grande de la comuna del sur. Trata de adaptarse a un ambiente hostil, siendo una bruja sin magia entre seres que, generalmente, actúan como todopoderosos sin medir las consecuencias o la crueldad. Todo cambia cuando el "pr...