EPÍLOGO

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En mi corazón y en mi cabeza

El auto se aparca frente a un edificio de dos pisos al que me dijeron que fuera.

La verdad es que no puedo evitar el fuerte martillo en el que se convirtió mi corazón; admito que estoy nervioso, aunque sé que en esta ciudad de Yokohama y en esta calle no habrán más peligros.

Después de todo, ya habían pasado 10 años desde que escape y me reforme. Los hombres que alguna vez causaron estragos, ya no están y yo debería poder respirar con normalidad.

Pero claro, aún hay otra razón por la que temo entrar al establecimiento frente a mi.

Es un café, al que asisten civiles normales, pero también, los miembros de cierta organización, los cuales, por cierto, parecen llevar minutos esperando mi llegada.

Veo los distintos rostros y los identificó por los comentarios que un amigo me hizo sobre ellos. Quisiera seguir observando y planificar cómo saludarlos, pero una fémina me ve y obviamente me reconoce, por lo que me llama para que me acerque.

Lo hago. Me acerco y me hacen un espacio para sentarme. Tres de ellos, incluyendo a la mujer que me habló se sientan frente a mi y el resto se pasan a la mesa de enfrente, como sí el asunto presente no fuera asunto de ellos.

Bueno, de todas formas, son los más jóvenes agentes los que están ahí.

Un hombre rubio de pulcra apariencia saca un folder con papeles que procede a leer en su mente. Ya se que documentos están ahí. Mi amigo lo envío después de todo.

—Muy bien— el hombre baja los documentos, dejando hasta arriba, una foto mía. Después suspira y acomoda sus lentes con un movimiento sutil de sus dedos. —¿Porqué no nos hablas de ti?; Aquí no hay mucha información y debo recalcar que no vamos a aceptar a nadie a quien no conocemos.

Por supuesto que no había información. No antes de hace ocho años, estuve muy ensimismado en borrar mi pasado, pero veo en el rostro del jefe de la organización, aquel hombre con lentes y cabello rubio, que no me dejará ir sin que yo hable.

Observó a los tres frente a mi. Sobretodo al azabache que parece dormir en medio de la conversación y luego a la mujer que me sonríe, supongo que falsamente porque no confía en mí.

Bueno. Sí quiero tener una verdadera vida, tendré que decirlo.

—Verán... Mi vida es una larga historia— explico con una sonrisa en mis labios que no es más que un derroche de mi nerviosismo —Nací en medio de una familia japonesa, recuerdo que todos eran muy amorosos conmigo, el menor. Sin embargo, mi familia fue atormentada por hombres de negro y helado corazón, todos murieron bajo sus pies y yo... Bueno a mí me llevaron con ellos, aún no entiendo porqué, quizá como un símbolo de victoria o solo para burlarse sobre los cadáveres de mis padres que no podían hacer nada...

—¿Qué hombres eran?— el sujeto de semblante somnoliento me interrumpe y yo ahora mismo no estoy en posición de reclamar su falta de respeto, así que respondo con un tono ambiguo.

—Mafia Rusa...— y mis palabras parecen ser algún tipo de tabú, cómo sí fuera a invocar al demonio, pues sus expresiones cambian de la sorpresa, al miedo y después al rencor, todo en menos de diez segundos. Pero yo continúe con mi relato, está vez seguro de que nadie me interrumpirá —... Fueron varios años sirviendo a esos hombres, algo así como un esclavo para ellos, pero poco a poco la situación iba cambiando. Es cierto que les tenía miedo y ellos pensaron que justo por eso, nunca me revelaría. Me mostraron cómo pelear, cómo usar un arma y cómo volverme uno de ellos. Así conseguí ser uno de los hombres de confianza para el líder. Mi líder que tenía un contrato aquí, en Yokohama, con la Port Mafia.

P E L I G R O. {Soukoku/ Fyoya}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora