Capítulo 4: La finca del agua y el demonio.

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Llegó la mañana, Kyojuro se apresuró a guardar todo y a comer algo antes de partir, se sentía emocionado y ansioso. Hasta ese momento, no había ninguna noticia sobre el haori de dos patrones, así que Tomioka solo vistió el uniforme habitual de los cazadores de demonios.

Unos cabellos rojizos se aproximaban a la habitación y sin poder anticiparlo, el pilar del agua se vio rodeado por dos brazos pequeños y unas manos fuertes que se entrelazaron sobre su abdomen.

—¡Tomioka san estoy muy feliz de que ya se encuentre mejor! —Era Tanjiro, la emoción le había hecho salir algunas lágrimas de los ojos—creí que moriría, tuve mucho miedo de perderlo.

Con la mano izquierda tocó la cabeza del pequeño y alborotó su cabello, Kyojuro solo observaba, pareciera no estar incluido en la plática—Yo también lo creí, cuídate mucho Tanjiro—correspondió al abrazo.

Durante unos segundos, el pequeño percibió en el pilar un aroma distinto "Es extraño, Tomioka san siempre despedía un olor a soledad y enojo, pero hoy se siente distinto, huele como a..."

­—¿Sucede algo joven Kamado? —le preguntó el pilar de la flama su tsuguko al notar una mirada extraña en él.

—Nada, no pasa nada, estoy muy feliz porque ambos están bien, los estaré esperando en cuanto se recuperen para poder entrenar a su lado—el chico se apartó y salió rápido de la habitación. Afuera le esperaban Inozuke y Zenitsu, ese día ayudarían a las niñas de la finca mariposa con las compras de la cocina, pues, aunque seguían en rehabilitación también, no se encontraban tan mal y sanaban muy rápido.

Estaban listos para partir, el camino era un poco largo pero la mañana era fresca, los rayos del sol se asomaban entre las ramas del bambú, el viento movía las hojitas de los árboles y Tomioka se sentía por primera vez (en muchos días), libre. El kasugai del usuario de la flama descendió sobre el brazo de este y le entregó lo que parecía una nota, pero decidió no abrirla en ese momento, no quería que aquella magia del ambiente se perdiera, entonces el cuervo volvió a irse. Caminaron juntos en silencio durante un tiempo, hasta que fueron intervenidos por...

—¿Qué haces aquí Tengen? —le preguntó Tomioka con fastidio.

El chico alto y de cabello platinado tardó unos segundos en responder, primero que nada, los miró a ambos con picardía, extendió su brazo izquierdo y dibujo círculos invisibles con su dedo derecho, poniendo inmediatamente incomodo a Kyojuro haciendo que se sonrojara.

—Solo vine a desearles suerte, los estaré visitando en cuanto tenga un tiempo libre—se despidió y desapareció.

Este incidente fue el inicio de una conversación sin fin hasta la finca entre los pilares de la flama y el agua, no obstante, no eran cosas muy relevantes ni personales lo que hablaban y prácticamente era Kyojuro el que decía mil cosas, siendo escuchado por el otro.

—Te va muy bien ese nuevo peinado Tomioka.

—¿En serio? Yo me siento un poco extraño—respondió con incomodidad, tocándose unos mechones.

—Para nada, deberías sentirte más seguro, yo siempre he pensado que luces increíble.

A lo lejos, se observaba al lado del camino una barda elaborada con varas de bambú, un tejado grande y prominente se asomaba por las alturas. Tomioka le indicó a Kyojuro como abrir aquel portón enorme, el cual anunciaba ser la entrada principal. Una vez dentro, el pilar de la flama estaba sorprendido, no imaginó que la propiedad fuera tan grande, además, no se observaba (aparte de ellos dos), a nadie más por ahí, todo estaba solitario.

Un pequeño estanque se ubicaba al centro de la finca, la mayoría de los detalles en ella eran un tanto sombríos, no había muchos colores, pero esa seriedad era matizada por la presencia de pajarillos, que en su mayoría tenían tintes luminosos y llamativos, también había algunos árboles de glicinias adornando las orillas.

El reflejo del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora