Capítulo 6: Calma.

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El equipo partió a la misión asegurándose siempre de borrar el rastro tras de sí, ya que la posibilidad de que volvieran en busca de Giyu era muy alta. Los primeros tres días él solía despertar de su letargo cada pocas horas intentando saciar su hambre, las píldoras de Shinobu no surtían un efecto prolongado, volviéndose así un viaje tortuoso. Durante el día dos dormían y uno hacía guardia, cuando esta corría a cargo de Shinazugawa, saturaba al demonio con un poco de su sangre, para permitirle descansar y reponer fuerzas en caso de algún encuentro inesperado. Sin embargo, el cansancio para los tres pilares ya comenzaba a hacer estragos en sus sistemas.

Para el inicio del cuarto día llegaron a hospedarse en una de las casas con el blasón de glicinas y allí notaron que Giyu "durmió" más tiempo, permitiéndoles recargar energía.

—Un día más y seguro habría tenido un desmayo—dijo Shinobu mientras abría los ojos luego de una siesta—¿Cuánto tiempo ha pasado? Ya está por hacerse de noche—volteó a ver que Tomioka tenía los ojos cerrados.

—Han transcurrido seis horas—Sanemi había despertado momentos antes.

—Es extraño que no despierte, pero al menos pudimos descansar—ella se levantó y comenzó a despabilarse—ojalá nos permita avanzar mucho esta noche, ya estamos muy cerca.

Kyojuro estaba en una esquina terminando de redactar una carta para el antiguo pilar del agua, Sakonji Urokodaki, ató el papel a la pata de su cuervo y este enseguida se fue del lugar.

—¿Y eso? —le cuestionó su compañero.

—Me siento en la obligación de poner al tanto sobre el estado de Giyu a quien fue su instructor. También fue instructor de Kamado Tanjiro y sé que este ayudó a su hermana, quizá pueda darnos una pista para poder controlar su instinto demoníaco.

—Al fin algo bueno, pero hay que darnos prisa y salir en cuanto el sol se oculte, ya no soporto cargar con Tomioka—el albino lucía en serio distinto, los desvelos le calmaron aquel terrible temperamento y ahora lo único que deseaba era llegar. Se sujetó unos mechones de cabello como queriendo arrancarlo, símbolo del estrés, sus compañeros rieron un poco, pero comenzaron a prepararse.

Una vez todo listo, se despidieron y dieron las gracias a sus anfitriones, como de costumbre ellos les desearon buena fortuna.

Casi llegada la media noche cruzaban a las orillas de un pueblo en el que parecía haber una celebración, había mucha gente y el aroma a comida impregnaba el aire.

—Deberíamos parar a comer algo—el pilar del viento se detuvo mientras dejaba a Kyojuro sosteniendo todo el peso del demonio—ya me duele la espalda—una vena le resaltó en la frente mientras lo observaba con desagrado.

—Deberías agradecer que lleva casi todo el día dormido y logramos llegar más lejos—la chica se sentó en el suelo exhausta.

—Está bien Shinazugawa, no negaré que también siento un poco de hambre—respondió al escuchar la sugerencia sobre buscar un aperitivo.

Por fortuna, un puesto de comida estaba cerca y completamente vacío.

—¿Un poco? Yo sí estoy muy hambrienta, hemos caminado demasiado.

Kyojuro en ese momento comenzó a sentir leves movimientos sobre su hombro, eran muy débiles, Tomioka estaba despertando, pero a diferencia de otras veces, apenas podía mantener los ojos abiertos. Lo cargó con ambos brazos en una posición más cómoda y le recargó la cabeza sobre su hombro derecho, mientras tanto Sanemi se estiraba un poco.

—Giyu está muy raro hoy—le dijo el rubio a los demás.

—¡Tonterías! Quiero comer ya—Sanemi sacó de su mochila la cuerda que había fabricado—vamos a dejarlo atado un rato.

El reflejo del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora