Capítulo 12: Celos y misterios.

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Autor de la imagen: No lo encuentro T_T más tarde lo actualizo.

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Aún le quedaba una semana de descanso a Kyōjurō, pues pronto se estaría reincorporando a sus misiones habituales, así que aprovechaba al máximo el tiempo que podía pasar al lado de Giyū.

Durante esos días notó un pequeño crecimiento en él, aprendía a relacionarse con más personas y gracias a Hinatsuru no hubo ningún problema en cuanto a la alimentación y medicación, estaba llevando una vida casi normal, con excepción de la exposición a la luz del sol.

Habían estado durmiendo juntos, Tengen los instaló así con el pretexto de que no había más espacio, sin embargo, eso era una mentira. Le divertía ver a Kyōjurō con la cara llena de arañazos causadas por las uñas largas de Giyū.

Aunque pilar de la llama sabía que el "sueño" de un demonio era falso porque era inducido, disfrutaba tanto estar así a un lado suyo, pasaba con ternura su brazo por abajo del cuello del azabache y luego hundía su nariz en esa melena negra.

Cierta mañana, mientras aún estaba acostado, el rubio buscó con su mano a Giyū y al sentir el espacio vacío se levantó a buscarlo, nunca solía irse así, sin avisar.

Se puso una bata y bajó apresurado por las escaleras, sentía como si su corazón fuera a salirse, pero de pronto una hermosa escena se dibujó frente a sus ojos.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron todos.

"Aquí estás". Lo único que su mente tenía en aquel momento era ese chico de hermosos ojos azules.

—¡Giyū! —corrió a abrazarlo.

—Preparamos esto para ti —. Aunque ahora le daba temor sonreír por evitar mostrar sus colmillos, estos lograban asomarse un poco entre sus labios, no era fácil disfrazar la felicidad con tranquilidad.

Todos se acercaron a darle un abrazo grupal y comieron los deliciosos platillos que Suma hizo especialmente para el amigo de la familia.

Giyū a veces parecía ajeno en todo esto, pero se adaptaba rápido, la familia Uzui siempre lo hacía sentir incluido en cada actividad que realizaban, el mismo Tengen lo cuidaba como a un hermano menor.

—¡RENGOKU KYOJURO! —un cuervo gritó en la ventana —se solicita tu presencia en la sede —. El ave salió volando casi de inmediato.

—Tendré que darme prisa —respondió mientras llevaba un poco de pescado a su boca.

—¿Te asignarán una misión? —preguntó Tengen.

—Quizá me den algún informe.

El resto del desayuno continuó con platicas fuera de temas de trabajo, pues notaban que Giyū estaba algo inquieto por la futura partida del rubio.

Cuando terminaron fueron otra vez a la habitación. Kyōjurō se preparaba frente al espejo, peinaba su cabello cuando sintió una mirada impaciente sobre sí. Su acompañante estaba a unos metros de ahí sentado sobre el tatami.

—¿Pasa algo, Giyū? —se volteó, caminó hacia él y se arrodilló, lo tomó por las mejillas, intentando hacer a un lado el flequillo.

—¿Volverás hoy mismo? —. Se mostraba temeroso y apenado, sus mejillas se ruborizaron y desvió la mirada.

Ante aquel acto tan tierno no pudo evitar emocionarse, pero lo único que podía hacer por ahora era dejarle un beso en la frente.

—Estaré aquí en la tarde — se puso de pie y salió.

En el piso de abajo Kyōjurō se despidió de todos y se fue, no estaba tan lejos de la sede, pero quería darse prisa para poder volver y pasar el resto del día en la mansión.

El reflejo del aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora