Epílogo II

249 22 0
                                    

Es curioso como la vida nos puede cambiar en un solo instante, en el segundo en que tus ojos se encuentran con los de tu alma gemela por primera vez. Ese salto inesperado y tempestuoso que da tu corazón es el indicativo de que has encontrado a la persona ideal, a la que te pertenece desde antes de nacer. Justo eso me pasó con Billie, lo supe desde que estuvimos frente a frente en el aeropuerto y me miró con sus hermosos ojos oceanicos que me invitaron a sumergirme en ellos aún cuando moría de miedo por lo sorpresivo e inesperado de lo que experimentaba. Nunca imagine que en mí existían tantos sentimientos, tantas sensaciones diversas y desconocidas. Con ella todo es nuevo, todo es hermoso, todo tiene otro significado y va más allá de la simpleza.

Pase de ser la joven soñadora y liberal que daba todo por perseguir sus metas y anhelos en el mundo de la moda a ser la chica alocada y enamorada que haría cualquier cosa por el amor de su vida. Por supuesto que dejaría todo por mi Bills si fuese necesario porque ella es todo para mí, el inicio y el final de mis mejores y más divertidos momentos. Es la dueña de mis sueños más cursis y cada uno de mis planes futuros llevan su nombre y apellido. Soy incapaz de pensar en un instante sin ella, sin que tome mis manos o me diga al oído que me ama, que soy su morena guapa y que muere de amor por mí.

Nos imagino con una hermosa familia de tres pequeños viviendo en París, disfrutando de sus tardes de música y arte mientras caminamos a orillas del Sena tomadas de las manos y vemos a nuestros hijos correr para alcanzar las palomas que emprenden su rápido vuelo. Así es como quiero que sean mis días, con ella a mi lado, con su sonrisa iluminando todo a nuestro alrededor y su voz diciéndome una y otra vez que lo mejor está por venir y que lo recibiremos juntas.

Mi carrera sigue siendo importante, no lo voy a negar, pero ya no es mi prioridad ni mucho menos. Ahora administro mejor mi tiempo, delego funciones en mi equipo y sigo creando, aunque ahora mi fuente de inspiración es una muy distinta a la de hace dos años. Ahora me inspiro en mi misma, en lo que siento, en lo que me rodea, en Billie, en lo que somos. Ya no busco afuera completar vacíos y responder incógnitas porque me basta con lo que tengo y lo que siento. La mejor parte de todo es que tengo a mi fan número uno en casa.
Billie me acompaña a cada pasarela, en cada presentación, en cada entrevista importante, y lo hace con una enorme sonrisa de satisfacción. Veo como brillan sus ojos y se hincha su pecho de orgullo cuando compra las revistas de modas donde salen notas sobre mí y mis colecciones o cuando hablan en la tele sobre el éxito de mis colaboraciones con otras marcas y diseñadores famosos. Eso me llena el corazón y me confirma que ella es y siempre será la opción correcta en mi vida.

Intentamos llevar la menor cantidad posible de trabajo a casa para tener lo que nos gusta llamar "el tiempo O'Connell Hawk". Es nuestro tiempo, en el que nos damos mimos y compartimos una copa de vino, en el que charlamos de cosas serias y triviales a la vez, en el que soñamos sin límites. Allí es donde nacen nuestros mejores planes, de escucharnos mutuamente y respetar nuestra opiniones individuales y no permitir que nos afecten en lo colectivo. Me gusta escucharla hablar de su día, de sus negocios, es lindo y divertido escuchar sus quejas sobre la subida y bajada de sus acciones en la bolsa. Disfruto tanto a la Billie intelectual que leé sobre las inversiones en mercados globales como a la Billie chiquita y divertida que juega video juegos y ve caricaturas en la tele los fines de semana en la mañana. Así es como se alimenta nuestro amor, de respeto y admiración mutua.

Este amor que tenemos no conoce cómo disminuir y muy por el contrario solo crece y crece a un ritmo que a veces me asusta, pero es un buen susto. Es del tipo que sabes que no hace daño, sino que más bien te sorprende porque piensas que tienes un límite y te das cuenta de que cuando se trata de ella ese límite no existe. Lo que siento por Billie no tiene explicación y tampoco la necesita, solo disfruto sentir como se acrecienta en mí cada segundo.

Nuestro amor es el motor de la pasión casi interminable entre ambas, disfrutamos del sexo y nos atrevemos a hablar sobre ello. No tenemos miedo de experimentar cosas nuevas en la cama y fuera de ella, de charlar sobre nuestras fantasías y cumplirlas siempre que ambas estemos de acuerdo. Somos de la filosofía de que el amor y el sexo es cosa de dos y que no hacen falta terceras personas para satisfacernos en la cama ni en ningún aspecto de nuestras vidas, cosa que agradezco de sobre manera porque he descubierto que tengo ciertas tendencias a los celos. En mi defensa ella es todo mi mundo y es perfecta, no podría culpar a ninguna mujer por querer tenerla o intentar seducirla. Mi Bill es sexy, hermosa, inteligente, divertida y, siendo completamente honesta, es una especie de diosa en la cama. Pero mejor no vayamos por ese camino porque hoy es el día de nuestra boda y me basta con los nervios que siento por nuestro gran dia como para sumarles más tensión a todo lo que traigo dentro.

Cuando mi ojiazul me propuso casarnos no dude ni un instante en hacerlo, era el paso lógico y correcto. Establecernos definitivamente como un matrimonio formal, no porque necesitáramos un papel o la aprobación del mundo para confirmar nuestro amor, sino porque formar una familia era el sueño común de ambas. Deseábamos tener un vinculo en todos los ámbitos, establecer un hogar como todo ser humano lo debe tener. Ya teníamos a Shark, pero queríamos tener hijos y darles la oportunidad de crecer bajo un matrimonio con todas las de la ley y los derechos y responsabilidades que eso implica.

Una vez que tuvimos fecha nos tomó casi cuatro meses organizar lo que sin duda es nuestra boda de ensueño, con el mínimo posible de invitados. Solo treinta personas, familiares y amigos cercanos, esos que nos han apoyado desde el primer minuto y nos han acompañado en todo nuestro proceso de adaptación la una a la otra. Le pedí a mi mejor amiga, Clau, que fuera mi madrina de bodas porque la adoro y después de todo gran parte de mi felicidad se la debo a ella por infundir me el valor necesario para ir a buscar a mi rubia cuando pensé que la había perdido para siempre. Billie por su parte se lo pidió a su hermana Natalia que aceptó con la mayor de las sonrisas en su rostro y expreso sentirse privilegiada ante la petición. Ambas no podían estar más felices de sus respectivos papeles en nuestro enlace matrimonial y nosotras no podíamos estar más alegres con que aceptaran, pues ambas eran personas esenciales en nuestras vidas.

Durante la organización del evento contamos con la invaluable colaboración de Kels, la fiel y discreta asistente de Billie que se mudó a nuestra ciudad para continuar trabajando para ella, y de Cecy, aquella amable joven de la floristería que ayudó a Bill cuando vino en mi búsqueda a New York. Ellas organizaron prácticamente todo y se encargaron de cumplir cada una de nuestras peticiones y sugerencias.

Mi suegra vino a los Estados Unidos para ofrecernos su apoyo en todo lo necesario para nuestro gran día, la lista de invitados, la selección de los menús, el pastel, las invitaciones, el lugar de la ceremonia, en prácticamente todo. Siempre respetando nuestras decisiones y la forma en que deseábamos que fuera nuestro gran día. Su colaborativa visita me permitió compartir un poco más de tiempo con ella, porque la verdad es que por temas de distancia no podemos interactuar tanto como quisiéramos. Disfrutar de su compañía, escuchar sus consejos y, sobre todo, escucharla hablar de Billie era un placer. La hermosa manera en que hablaba de sus hijas y del amor que sintió por su finado esposo era algo digno de escribir en un libro. No puedo evitar la sonrisa que se asoma a mi rostro al recordar la petición que me hizo la señora O'Connell cuando se enteró que nos íbamos a casar: "Cuida el corazón de mi hija porque lo tienes en tu manos. Te ama con locura y esa es su mayor virtud, pero también su punto más débil". Por supuesto que le prometí que cuidaría su corazón, no solo porque ella me lo pidiera sino porque el corazón de mi mujer es lo más hermoso que existe en este mundo y el amor que siento por ella me obliga a protegerla de todo lo que pueda dañarla. En fin, mi relación con la madre de mi casi esposa es estupenda y muy genuina, al punto que puedo considerarla como una madre. Adoro su honestidad al hablar conmigo y la manera en que nos cuida y está pendiente de nosotras, sin rayar en la intromisión de los temas de pareja.

En cuanto a mi cuñada Natalia solo puedo decir que es un ángel, la forma en que quiere y cuida a su hermana mayor es maravillosa. Aun cuando están lejos físicamente su contacto es impecable, se comunican todos los días y las decisiones transcendentales de la empresa las toman en conjunto a pesar de que Billie le dio pleno control de todo el conglomerado de empresas O'Connell. Ella también vino con nosotras por un par de meses para apoyarnos en todo cuanto hiciera falta y, sin duda alguna, también fue pieza vital en todo lo que armamos para nuestro día especial. Me alegra enormemente saber que contamos con ella para todo, es lindo saber que ella está de nuestro lado y nos apoya. Secretamente deseo que pronto encuentre una persona digna de ella y su gran corazón, que la cuide y la respete, que la haga tan feliz como me hace su hermana.

Tú, Yo & Nuestra historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora