Epílogo II (segunda parte)

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Nuestros vestidos de novia los elaboré yo misma durante meses, no permitiría que nadie más tuviera ese privilegio porque en el fondo tenía una necesidad intrínseca de mi vestir a Billie en nuestro gran día. Digo, evidentemente, mi rubia es la musa de ensueño para cualquier diseñador por su figura perfecta y sus delicadas facciones. Por eso desde el día que le di el "Si, acepto" la obligue a prometer que no seguiríamos esa regla absurda de que una novia no puede ver el vestido de la otra y viceversa.

La pieza que lucirá Billie esta tarde mientras me espera en el altar es, sin duda alguna, mi mejor trabajo. Tal vez porque lo hice con más esmero y dedicación que ningún otro o porque es un sueño hecho realidad en todos los aspectos, como mujer que pasa de prometida a esposa y como diseñadora que tiene la oportunidad de vestir a una princesa. En este caso, y gracias al cielo, esa princesa era mía y compartiría el resto de mi vida con ella.

El vestido lo diseñé tal y como lo había soñado durante una madrugada, me desperté pasadas las tres y de inmediato empecé con el boceto que más adelante afinaría. Es en color blanco, a la altura de la mitad de sus kilométricas piernas, dejando al descubierto sus estilizados y trabajados hombros y parte de su espalda alta. Con detalles a mano de pedrería de Swarovski en frente, a la altura de sus senos, y falda plisada en tela semi satinada. Sencillo, pero elegante y digno de ser lucido por mi diosa personal. Decidimos combinar todo con unos sencillos accesorios en oro blanco y maquillaje muy natural que resaltara sus hermosos y enigmáticos ojos azules. Su fascinante cabellera la lleva suelta, acariciando su espalda y complementando de manera perfecta a su estilismo.

Para mi elegí un diseño que había elaborado hace casi cuatro años, no porque soñara con una boda sino porque tenía la curiosidad de crear algo para mí de esa índole. La parte de arriba del vestido tiene detalles de delicados encajes bordados a mano, con tirantes en el mismo estilo que se cruzan en la espalda y la parte de abajo está elaborada en gasas degradadas que se abren en vuelo. Alcanza a cubrir mis tobillos y, en la parte trasera, deja ver hasta dónde termina mi espalda, es sobrio y delicado, sencillo y llamativo a la vez. Evoca sensaciones de emprender un vuelo a una nueva vida, justo como el que estamos iniciando el día de hoy. Mi maquillaje muy natural, cabello recogido con una ligera y hermosa trenza que hace resaltar mis rasgos más característicos. Mis accesorios eran inexistentes pues decidí solo llevar unos sencillos aretes en oro rosa y el anillo de compromiso que Billie me había obsequiado en su propuesta.

Elegimos casarnos, al aire libre en horas de la tarde noche, en un hermoso viñedo a las afueras de New Jersey. Este lugar es maravilloso, lleno de paz y tranquilidad, rodeado de naturaleza y con un aroma propio del mosto. La recepción se llevará a cabo en una área exclusiva del viñedo que ha sido decorada con exquisitas luces amarillas a juego con delicados manteles de tono marrón degradado y centro de mesas con flores blancas y tonalidades verdes. No porque sea nuestra boda, pero la decoración está más hermosa de lo que jamás he visto en mi vida. Cada detalle ha sido supervisado por nosotras la noche de ayer y todo quedo de punta en blanco. Muero de emoción por salir allí afuera a dar el "Si" más importante de mi existencia, el que permanecerá para siempre.

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Camino a la par del brazo de Clau, sobre la elegante alfombra gris dispuesta sobre la grama verde, ya que ella como madrina me llevaría hasta el altar en donde mi preciosa rubia de ojos azules aguardaba por mí cual princesa de cuento de hadas. Con cada paso se aceleran los latidos de mi corazón, en mi reina una mezcla de ansiedad por llegar hasta ella y de nerviosismo que hace que el camino se sienta eterno. Claudia sujeta una de mis manos para infundirme un poco de tranquilidad, probablemente porque notó como cada centímetro de mi ser se deshace en nervios y empiezo a sudar. El lugar donde Billie me esperaba de pie fue decorado con un arco en flores blancas y luces amarillas, con una mesa que contenía algunas velas blancas y hermosos detalles florales en tono verde claro, detrás de ella se ubicaba una joven de estatura promedio vestida de traje negro que haría las veces de jueza civil encargada de unirnos en matrimonio de manera legal.

Tú, Yo & Nuestra historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora