Capítulo I: ❝Cinci zile❞

651 75 43
                                    


Bela cuidó la caligrafía y la prudencia de sus palabras.

Quizás sería una idea demasiado tonta, el simple hecho de tomar con confianza el atrevimiento, de invitar a Lady Beneviento a ceder ante una proposición de tal significado. Sabía que tarde o temprano, aunque probablemente muy temprano, la mujer de velo negro se preguntaría el porqué de tal proposición.

No había maldad en su osadía. No había intenciones perversas. Solo quería tomar sus blancas manos, y sostenerlas con cuidado, mientras los pies de ambas se mecían instintivamente, en el suelo del salón, al ritmo de la buena música de la época.

Un baile, solo eso. Aceptarlo sería despejar la culpa por su primer encuentro, y quedar en mejores términos. Y no es que las gardenias blancas y las disculpas, no fuesen algo suficiente para ganarse un perdón, pues Lady Beneviento ya lo tenía ganado desde el primer momento, en el que Bela comprendió el motivo de su presencia allí. Quien debía pedir perdón era Bela.

Quizás también, más que una danza de reconciliación, o de iniciación hacia una posible amistad sin intenciones interesadas detrás, podría ser la excusa perfecta, para conocer a alguien ajeno a sus zonas de confort, y animarse a tomar el riesgo, de olvidar su lugar seguro por unos instantes. Recordar también que había un mundo detrás de las puertas, que las mantenían separadas, y a salvo de los peligros exteriores.

Bela podría ser la primera de sus hermanas, en salir del castillo por algo que no fuese cazar débiles presas, y simplemente divertirse con la compañía de un ser amable y caritativo, que no fuese su madre o alguna de sus hermanas. No quería presumir esa oportunidad; quería gozarla.

Por ello firmó sin pena alguna su carta, y por ello sin pena alguna abrazó el papel, que poseía su preciada contestación.

"Gracias por la amable invitación. No comprendo realmente, una necesidad por un nuevo encuentro más formal, pero, supongo que reflejo mis propios temores en la posibilidad de rechazar tu propuesta. Y lo entiendo, quizás el problema fue el que me tuvieras que recibir en un mal momento, y dentro de un hogar del que querías salir unos instantes atrás, para darte un respiro. Quizás si te abro mis puertas, pueda remediar de una vez este malentendido, y dejar atrás la primera impresión. Guardaré silencio en persona, pero mi respuesta es "Sí". Genuinamente acepto tu proposición. Te esperaré a la hora que me has marcado, para que el frío de la noche no te impida regresar a tu hogar. Nuevamente, gracias."

Donna Beneviento.

La rubia ni bien había terminado de leer aquella carta, abrazó el papel con cuidado de no arrugarla, y suspiró felizmente en su cama. Ella había firmado con su nombre real, sin formalidades, y eso era un indicio de que podría tenerle algo de confianza.

Ahora, en cuanto a sus hermanas y a su madre, ya tenía la excusa perfecta.

. . .

─¿Disculpas?─ Lady Dimitrescu dibujó una expresión incrédula en su mirada, pero en parte lo comprendía. Aunque, la rabia de que una de sus hijas no se hubiera dirigido con propiedad a una de las jerarcas, comenzaba a florecer dentro de ella, reflejada como espinas alrededor de la rosa casi marchita, que era su corazón.

─Sí, madre. Disculpas. Realmente lamento haber causado una impresión desfavorable a mi persona. Lady Beneviento necesitaba darse un respiro de la reunión, y yo también, pero aún así, debí tener en mente la posibilidad de que me dirigiera a una posible cuarta jerarca─.

─Cientas de veces. Cientas de veces mencioné el número de jerarcas que existían en estas tierras. ¿Por qué dudar de mi palabra?, ¿no has visto lo que ha causado eso en tu reputación?, Bela─.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora