Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛

Capítulo XXII: ❝Biroul lui❞

El aislamiento a veces es el mejor recurso para garantizarse algo de paz, y Donna Beneviento era un sujeto experto capaz de probar la eficiencia de tal práctica.

No quería dejar a Bela y a Angie solas. Lo cierto es que solo había ido a buscar en su estudio algún libro interesante para llevar al salón principal, y luego enseñarle a Bela parte de su colección de estudios sobre botánica. Le honraría muchísimo el hecho de que la rubia apreciase sus intereses y también se interesara en estos. Quizás no sería algo suyo al final, pero, no era mala idea intentar darle a conocer esos aspectos de ella también.

Al final, ni bien se adentró al estudio y caminó hacia las estanterías con libros, para escoger el más ligero pero atrapante y decidir llevárselo a Bela como sorpresa, terminó fijando su completa atención en su escritorio. Allí, solo estaban las anotaciones que estaba haciendo respecto a su investigación más interesante hasta el momento: Bela Dimitrescu.

Quería investigar a Bela. Conocerla más allá de su personalidad. Debía admitir que todo su ser era una incógnita para ella. Una incógnita atrapante que quería deducir. Aunque, quizás la palabra incógnita era poco para describirla. Bela era un teorema incompleto.

No sonaba como algo posible, pero, quizás no había que exagerar tanto con las proporciones. Al final, solo se sentó en su escritorio y comenzó a revisar sus anotaciones, comentarios, observaciones y conclusiones respecto a todo el ser que de nombre reconocería como Bela.

Se decepcionó de tener tan poco. Solo tenía bocetos de cómo era su cuerpo aproximadamente. Su estatura, su fisionomía, y el hecho en claro de que era prácticamente un enjambre de moscas y una persona a la vez.

Investigar a Bela le había provocado gran entusiasmo a la ventrílocua. Intentarlo requería conocer muy a profundidad a la chica y apreciar cada mínimo detalle o nimiedad respecto a esta. Admirar con ojos de asombro todo lo que hiciese y... fijarse en ella de una forma que podría incrementar un nivel mucho más elevado de afecto como consecuencia.

Temía la relatividad de esa variable.

No es que no quisiese querer o adorar a Bela. No le asustaba ni lo consideraba algo incorrecto o despreciable. Pero, todo dependía del nivel de afecto que le tuviese a la rubia al final. Quererla demasiado al punto de no saber cómo llamar a ese nivel de afecto, le aterraba. No pensaba llegar tan lejos al final.

El invierno se acercaba, y la intensidad de las tormentas en el pueblo daba señal suficiente. Tenía muy poco tiempo para pasar con la rubia, y sería una lástima, porque no podría investigarla de la forma adecuada.

Además, sería un poco descuidado escribirle cartas solo para preguntarle sobre su cuerpo. No tenía idea de cómo se lo tomaría la rubia, y eso que ni siquiera pensaba contarle sobre cómo le estaba dedicando una investigación completa a ella, pero, Donna tenía facilidad para intentar ponerse en su lugar. Si alguien le preguntara sobre su cuerpo en cartas, en vez de su estado de ánimo, su día, y detalles sobre su vida que acreditasen un gran interés de parte de la persona por su bienestar y no por verla como un sujeto de experimento, se sentiría muy herida y hasta ofendida.

Ella misma se ponía trabas en el camino, y lo sabía. También era algo que odiaba de sí. Y compadecía a Bela por intentar conocerla más allá. Un día se aburriría de lidiar con una atmósfera tan sofocante y debería dejarla ir. Lo sabía, y le dolía.

No tuvo idea del tiempo que pasó viendo esas anotaciones e intentando aportar algo a estas, pero su vestido ya no estaba tan empapado, y ahora que lo recordaba, debía cambiarlo.

Admiró el pequeño florero que había en un rincón de su escritorio. Flores amarillas purificaban el ambiente a su alrededor. Las observaba por un tiempo considerable y reflexionaba respecto a estas. Las ilusiones eran algo que parecía plagar su vida por completo. ¿Habría algún sentimiento real que la acompañase por fin, y no tenga que ver con el rencor, el miedo o la tristeza?