Capítulo IV: ❝Nu mă vei uita niciodată❞

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Escalofríos comenzaban a recorrer las espaldas, de todos los presentes.

Donna amaba la música clásica, sobretodo si transmitía la sensación de estar reviviendo el pasado, a través de ella, por eso, consideró adecuado hacer una meticulosa elección de temas, y de entre sus discos; "Halloween Waltz" pareció ser el más apropiado para la ocasión.

Era el primer baile de ambas, quizás lo apropiado sería buscar algo bailable; divertido, pero aún así nostálgico. No quería que ambas se perdieran en sus pensamientos tampoco; debían estar en el presente al mismo tiempo.

Pasos tímidos retumbaban contra el suelo, ante la atenta mirada de Angie, Cassandra y Daniela; dos de las cuales no entendían que sucedía, pero no pensaban interrumpir nada. Después interrogarían a su hermana.

─Nunca me olvidarás─ susurró Bela, al oído de quien por la cintura la tomaba ─¿Y sabes porqué?─.

─No─ respondió a secas pero intrigada la ventrílocua; intentando que su voz no fuese distinguida por los presentes en la sala.

─Porque esta es mi canción favorita, y sé muy bien como bailarla─.

Como un barco sobre las olas del mar, ambas se mecían de un lado a otro, intentando llegar a todos los rincones del salón, pero sin salir demasiado de la zona central. Beneviento tomaba la iniciativa, siempre sin soltar las manos de la vampiresa rubia, mientras la otra se agachaba ligeramente bajo sus brazos, por cada giro que hacían.

De un lado a otro del salón, ambas mujeres plasmaban sus recuerdos y anhelos, los cuales se convertían en el eco de cientos de espíritus del pasado, que intentaban recobrar forma. Sus miradas no se apartaban la una de la otra, pero la sensación de estar viendo sus vidas pasar desde su infancia hasta la actualidad, a su alrededor, como una cinta de película corriendo a cada segundo, jamás desaparecía.

La música causaba eso; un eco en todo el salón que lo llenaba de vida. Bela sentía como los primeros momentos de su vida, desde que abrió los ojos y contempló parte de lo que creía era el mundo, se plasmaban en el salón. De pronto había olvidado que tenía espectadoras observándola, y ya sin esa sensación, se apegó más al cuerpo de Lady Beneviento. Un impulso por escapar del frío la hacía llegar a eso.

Donna ni se inmutaba, también estaba consumida por las ilusiones del pasado, que volvían al presente, solo que esta vez, contrario a cada día de su vida, no venían a atormentarla, sino a mostrarle momentos felices. Recordaba cosas que había creído olvidar, al son de la música y los pasos de vals.

Bajo su velo, una sonrisa genuina se dibujaba. Sentía que algo en su pecho recobraba un poco de vida, y eso se reflejaba en su único ojo funcional. Aún así, el brillo de aquella gema, se distinguía bajo el velo, cuando la pareja se acercaba demasiado a la chimenea, o a la luz de los candelabros con velas. Y Bela lo veía; veía vida en una mirada que intentaba permanecer escondida, y aquello le fascinaba.

Con cuidado, la rubia tomó la mano de Donna nuevamente, luego de haberse separado para dar un buen giro, y posteriormente, revirtió el efecto de su acción. Donna soltó la cintura de la rubia, y giró sobre sí misma, mientras su mano continuaba arriba, sostenida por la joven.

Desde la perspectiva de las espectadoras presentes, lo hechizante que era aquella danza, no tenía palabras para ser descrito como experiencia. No parecían ser dos personas, o dos cuerpos sincronizados, sino dos almas, bailando y reflejándose en el piso del salón.

La luz de las velas hacía brillar el cabello dorado de la joven Dimitrescu, mientras que la chimenea por su lado, destacaba cierta luz en el velo de Beneviento. Podrían ver que bajo aquella delgada pero imperturbable tela, había un rostro; débilmente marcado, pero con brillo en una atenta mirada, y una boca que parecía esbozar una sonrisa.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora