Capítulo XVI: ❝Vreau să te pictez❞

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Bela como podía, contenía su emoción ante el recuerdo de su última conversación con su madre, en la sala, y en presencia de Daniela y Cassandra.

─Preparé un carruaje para ir a lo de Beneviento, a pedirle los ramos de flores que le encargué ayer, pero lamentablemente no podré asistir. Tengo demasiadas responsabilidades, y necesito de Daniela para ayudarme en varias de ellas. Mientras tanto, Bela, confío en que no tienes mucho que hacer para traerme esos pedidos hasta aquí. Por supuesto, son unos cuantos y no creo que puedas cargarlos tú sola, así que... te acompañará Cassandra. ¿Te parece bien?─.

─¡Por supuesto, madre!─.

─Me será un placer acompañar a mi hermana en su misión─.

─¡¿Por qué yo no puedo ir?!─.

Alcina reía a sus adentros y le explicaba a Daniela, el porqué era justo que Cassandra fuese, luego de que ella en la anterior visita a Beneviento fuese junto a Bela. La idea era turnarse, aunque dentro de la mente de Alcina, el plan estaba más que claro, y evidentemente tenía más cosas a considerar en este.

Bela ahora se hallaba en su habitación; empacando su lienzo y sus recipientes con pinturas, pues también tenía claro qué hacer al llegar. No podía depender solamente de un vals; la idea era alegrarle el día a Beneviento de una forma diferente, cada vez que la visitara, para hacer sus encuentros memorables. Además, había pensado en cómo hacer que Donna conociese un par de facetas ocultas de Bela, y la pintura no podía faltar.

Cassandra simplemente la observaba atentamente, desde la puerta de los aposentos. Ver esa emoción en su andar, y cómo tiernamente miraba a sus alrededores; deseando no olvidar ningún detalle; ansiosa de demostrar sus habilidades en las artes plásticas, internamente le carcomía el corazón. Quizás nunca le demostraba afecto alguno a sus hermanas, pero no podía negar que sin ellas su vida sería una miseria.

─¿Cómo me veo?─ Bela volteó a ver a su hermana, quien con desinterés le dio un corto vistazo.

─Más zorra que ayer, pero menos que mañana─.

─Tú y tus estupideces─.

─Bien. Te ves bien, Bela. ¿Qué tanto te preocupa?, ¿vas a pintarla a ella, o le vas a pedir que te pinte a ti?─.

─Bueno... no lo había pensado─.

─Bela...─.

─¡No, definitivamente yo la pintaré a ella!─ la rubia cerró la maleta y se dio un par de cumplidos mentalmente, luego de verse al espejo. Más confiada finalmente salió de la habitación, y Cassandra cerró la puerta detrás de ella, para seguir a su hermana, que llevaba la maleta consigo.

Justo en las puertas, Daniela y Alcina las esperaron. La castaña solo le dedicó un par de mal de ojos a sus hermanas, con envidia por tener que quedarse a reorganizar las mazmorras, y supervisar a las nuevas sirvientas, mientras que ellas podían salir libremente a disfrutar de un té y un vals.

Alcina observó detenidamente la vestimenta de Bela; viendo que no había nada demasiado sugerente o vulgar, y luego dejó un tibio beso de madre en la frente de la rubia, y otro en la de la morena, para despedirlas.

Vio a sus dos princesas abordar el carruaje, y junto a Daniela, las saludó desde la puerta, hasta notar que la distancia ya era suficiente, como para que no hubiese marcha atrás.

─Madre─ Daniela llamó a la mujer de alta estatura, quien siguió observando atentamente y con una sonrisa, las montañas entre las que se distinguía la mansión Beneviento ─¿Puedo dudar acerca de algo relacionado a esta situación?─.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora