Capítulo X: ❝Moartea dansează❞

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Miedo. Miedo y nervios recorrían las fibras venosas, del cuerpo pálido y poco cálido de Lady Beneviento. La idea de que su torpeza y distracción, arruinasen su tan preciado y esperado segundo vals, con Lady Bela Dimitrescu, parecían querer arruinar su mañana. La despediría, y eso realmente no quería hacerlo.

Bela sintió una sensación diferente, al tocar las manos de Beneviento. No sentía esa calma y paz que le transmitió, la primera vez que las tomó en su primer vals. No, sentía otra cosa, algo más revoltoso e incesante. ¿Donna no quería bailar realmente?

No estaba segura en realidad. Bela aún así, vio que había cierta iniciativa, lo que se notaba en como Donna daba cada paso por el salón; pisando con firmeza, y siempre caminando hacia adelante. Jamás retrocediendo.

─¿Está segura?─ la pregunta de Bela, hizo que la mujer de velo negro, voltease a mirarla levemente. Capaz había entendido que Bela no quería bailar, por ello la misma intentó arreglar su pregunta a tiempo ─No piense en si me molestaría a mi o no. Piense en usted. ¿Tiene miedo?─.

Bela pareció fruncir el ceño en muestra de preocupación, y fingió una sonrisa intentando no demostrarlo tanto. Se detuvo en el centro del salón, y observó a Donna pensando; esperando una reacción. La mujer de velo sin embargo, intentó no titubear, pues ya tenía la respuesta, solo era simple cuestión de dar ese paso y continuar. Después se arrepentiría si lo dejaba para más adelante.

Justo cuando Bela iba a volver a preguntar; algo dudosa, su cintura fue tomada con firmeza y audacia por Donna. La mujer de velo negro, levantaba la vista hacia su rostro, y hasta casi podría atreverse a decir la rubia, que veía una sonrisa tras aquel velo.

─El miedo me haría una presa. No seré una presa para ti, Dimitrescu─ ese tono calmado en su voz; casi osado, dibujó una sonrisa más sincera en el pálido rostro de Bela. Realmente comenzaba a adorar los pequeños diálogos que ambas tenían, antes de ejecutar una acción juntas.

─Me parece perfecto, Beneviento─ Bela se acercó un paso más, sintiendo como la ventrílocua quedaba a la altura de su cuello ─Ahora veamos quien es el cazador, en todo esto─.

─Muero por saberlo─ y el vals comenzó.

La ambientación ciertamente no había cambiado, comparada a la que precedió días antes del esperado y dichoso segundo encuentro. Esta vez, una danza más alegre y menos macabra, decoraba el salón, entre retumbantes pasos, y el ardor de aquella chimenea.

La tormenta había terminado hace horas, quizás esa era señal de que lo que vendría después, podría ser mucho mejor. De igual forma, Daniela no estaba tan concentrada en el baile a presenciar, sino en el desconcierto de poder ser regañada por su madre, gracias a este pequeño interludio mágico, que su hermana estaba disfrutando. Aún así, sería egoísta no dejarla disfrutarlo.

Daniela volteó a ver a Angie, que saltaba emocionada a un lado del tocadiscos, y daba pequeños pasos, como si quisiese bailar en el salón. Angie le devolvió la mirada, aún con la misma euforia que la caracterizaba, y la muñeca lo entendió.

─No se preocupe. La Casa Beneviento las respaldará esta vez─ y con aquella pequeña oración, la castaña dejó de estar tensa. Tenía razón, seguían siendo invitadas, y tenían a las dueñas de la casa, para defenderlas en caso de que su propia casa les recriminara algo por no estar presentes.

El salón retumbaba entre pasos de tacón, y era decorado con más alegría y vitalidad esta vez. No era un baile muy formal, contrario al anterior, e incluso se notaba cierta aura de confianza. Donna aún así, comenzaba a tener vagas ilusiones, respecto a los fantasmas de su pasado. Sin embargo, Bela prefería ignorar a sus antepasados Dimitrescu aquella vez, y centrarse más, en la hermosa mujer que le sostenía de la cintura, y le hacía girar de un lado a otro.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora