Capítulo XVII: ❝Feriți-vă de ea❞

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Pueblo que tocase Bela; pueblo que caía ante ella. Donna no por nada conocía los rumores dentro del castillo y fuera de este, que decían sobre no acercarse a esa chica, ni a ninguna familiarizada a las Dimitrescu.

Daniela era una buena fuente de chismes cuando el vino la embriagaba, para luego verla bailar en la sala piezas de Chaikovski. Sí, Donna por más que no lo quería, al final la escuchaba hablar. Aunque, ahora solo estaba Cassandra en su lugar, y esta no usaba la lengua para otra cosa que no fuese lanzar cizaña hacia su hermana presente, o hablar de la que estaba ausente.

Pero Bela, oh, ella sería el centro de atención por lo visto, en lo que quedaba de su mañana. La veía preparar el lienzo, y elegir cuidadosamente qué colores usar.

Las ventanas habían sido despejadas de las cortinas que las protegían, para que la luz finalmente pudiese pasar. La ventrílocua estaba sentada sobre un sillón de cuero beige, y si bien usaba su típica vestimenta de luto, tenía un par de helechos florales detrás, para revivir el ambiente, y contrastar contra el tapizado grisáceo de la pared.

Angie había puesto música clásica pero alegre en el tocadiscos, que sobre una mesa se hallaba; animando incluso a Bela a danzar mientras sacudía el pincel sobre el lienzo. Cassandra mientras tanto, se conformaba con observar en completo silencio todo, y comer algunas de las delicias, que Angie y la ventrílocua prepararon. No negaba que las cosas dulces le subían el ánimo.

Donna realmente se arrepentía de haber elegido posar con su velo. Al final, Bela hacía un esfuerzo por demostrarle sus habilidades artísticas; desgastando su tiempo y esfuerzo, y ella ni siquiera dejaba ver una pequeña mitad de su rostro, para no hacerle sentir a la otra que pintaba una estatua sin cara.

─¿Por dónde vas?─ interrogó la ventrílocua.

─Recién estoy haciendo un boceto, ¿por?, ¿necesitas cambiar de postura o algo?─.

─¿Te molestaría si...?─ Donna desvió la mirada hacia Cassandra, quien seguía comiendo en silencio, y luego hacia Angie, que le intentaba animar ─¿Te molestaría si me quito parte del velo?, me agobia un poco, y creo que... sería lindo no pintar una figura sin rostro, la primera vez que vienes a retratarme. Deduzco que haces todo lo que gozas hacer, con bastante detalle, y sería un desperdicio de arte y tiempo─.

─Oh, ¡por supuesto!─ Bela sonrió aún más, y tan animada como la música en el ambiente, le hizo señas a la mujer de negro, para que se retirase parte del velo; ansiosa de ver aunque sea una parte, del rostro de Donna, el cual aseguraba ser una belleza sin necesidad de conocerlo actualmente ─Como gustes, querida─.

Donna suspiró y trató de no moverse demasiado; solo los brazos y manos para hacer una especie de cortina en su velo, y que se viese solo la mitad intacta de su rostro. Temía ilusionar a Bela con una imagen incompleta de su apariencia, pero algo era algo. Mejor a pretender encariñarse con un ser sin rostro era, al menos.

─¡Hermosa!─ admitió orgullosa la rubia, y procedió a seguir dibujando, una vez la ventrílocua se enderezó en su postura anterior.

─Así es─ admitió también Angie, bailando aún en la sala, mientras Cassandra miraba por el rabillo del ojo la escena que se formaba.

Quizás Daniela había visto al par de tórtolas danzar y charlar en la cocina, pero no sería nada comparado a ella haber visto parte del rostro de Beneviento. Y agradecía en ese entonces, tener memoria fotográfica, como todas sus hermanas.

Donna no podía evitar sentirse algo incómoda, pero era necesidad de acostumbrarse a esa postura, y hasta incluso olvidaría que parte de su velo lo había corrido. Por ahora, observaba a una Bela pincelando un lienzo que ya tenía bastante color, y menear las caderas y piernas, mientras la música decoraba el ambiente.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora