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Todo parecía regresar a la normalidad, el revuelo creado en el barco y la repentina batalla entre Uma y Mal había pasado a ser un recuerdo con una mala experiencia, la gente acabó restándole importancia, sobre todo después de que la Guardia Imperi...

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Todo parecía regresar a la normalidad, el revuelo creado en el barco y la repentina batalla entre Uma y Mal había pasado a ser un recuerdo con una mala experiencia, la gente acabó restándole importancia, sobre todo después de que la Guardia Imperial de Auradon localizasen a Uma cerca de la costa y consiguieran regresarla a la Isla de los Perdidos, junto al resto de villanos.

El rey Ben dio su aprobación para el proyecto Villan Kid's que Mal y Evie le propusieron desde la fiesta; que había muchos jóvenes que necesitaban salir de ahí, repetían. Una vida que no merecían pagar por los delitos de otros y era de esperar que el rey de Auradon decidiera darle paso a toda aquella lista, tan bien planificada con cariño de parte de la hija de la Reina Malvada.

La calma consiguió que la gente volviera a su vida cotidiana, y a seguir con los estudios y trabajos respectivos. Todos excepto una. Mal llevaba tiempo sin conciliar el sueño, no solo por la inesperada propuesta de matrimonio de su novio, sino porque también llevaba varios días teniendo unas pesadillas relacionadas con una manada de dragones negros quemando y avasallando el reino de Auradon, y entre ellos, había un enorme dragón negro y morado que se asemejaba mucho a su madre, pero era algo distinto, más terrorífico y grande, que lanzaba unas flameantes llamas verdes que rompían los muros inquebrantables del castillo. La joven pelimorada entreabrió los ojos en su cama y tras reincorporarse observó que Evie yacía haciendo algo en su escritorio con una sonrisa satisfactoria. La extensa y detallada lista de chicos de la isla que merecían estar aquí, junto al resto.

—Cada día te levantas más tarde —apuntó Evie observando a su amiga de reojo con una leve sonrisa— ¿Te has peleado con la almohada? Una futura reina no debería levantarse tan despeinada.

Tras observarse un poco, Mal vio que parte de su pijama estaba plisado, su pelo alborotado le daban un aspecto de loca del pueblo parecido a Madam Mim, por no hablar de lo arrugadas y pateadas que yacían las sábanas.

—Déjame, últimamente no consigo dormir bien... —le siguió, acercándose al escritorio, tras crujir su espalda doblada.

—¿Pensando en la propuesta de Ben?

Mal suspiró un poco agobiada.

—¡Aparte de eso! —dijo Mal rodando los ojos y se sentó frente a ella, algo más nerviosa—. Desde que me transformé en dragón tengo pesadillas relacionadas con una misteriosa manada de dragones que destruyen Auradon, entre ellos, mi madre...

—No dejan de ser sueños, eso no va a suceder, Mal —intentó calmar la situación mientras seguía anotando gente en la lista con su pluma—. Auradon está muy bien protegida, tanto por la Guardia Imperial y el Hada Madrina como por la futura reina y sus fieles amigos.

Mal deseaba darle la razón, no obstante no era la primera vez que soñaba con algo que devendría un porvenir en su futuro, como una especie de premonición. Fue de esa misteriosa manera que supo de la existencia de Ben; en un profundo sueño en el Lago Encantado donde sus primeras impresiones fueron asustarse de esos ojos almendrados tan principescos.

—Lo sé, cuento con todos, pero ese sueño me tiene atormentada desde hace semanas... —sonrió Mal algo más aliviada y para quitar hierro al asunto cambió de tema—. Recuerda que Ben nos deja traer máximo cuatro jóvenes de la isla por mes, tu lista crece demasiado rápido para la academia, eh.

—¡Es que estoy muy emocionada! Pensar que estamos logrando que finalmente la isla quede totalmente vacía... ¡es increíble! —suspiró alegrada sin poder quitar esa sonrisa de su rostro—. Pensaba que este día nunca llegaría.

Meses atrás, Evie no habría imaginado que tendría la posibilidad de salir de esa apestosa isla, nunca se imaginó un futuro más digno y esplendido del que están cosechando ahora. Solo de recordar la ansiedad que le causaba pensar que estarían ahí metidos por siempre mendigando migajas, sus pelos se erizaban del pavor.

—Bueno, totalmente vacía... Querrás decir aquellos que si quieren una vida mejor, ¿no? —preguntó apoyada en el escritorio y tras ojear la lista vio que anotaba gente que no le convencía en absoluto.

¿Había gente que no se merecía estar ahí? Desde luego, pero no toda.

—Todos merecen una segunda oportunidad, Mal, como nosotros. —Evie recalcó varios nombres con una breve descripción que alarmaron a la joven pelimorada, aunque trató de esconderlo bajo su perspicaz mirada.

—Evie, adoro tu buena voluntad, de verdad, pero el proyecto VK's sirve para aquellos chicos que se puedan adaptar a Auradon o que no hayan cometido delitos..., sabes perfectamente como yo que muchos otros no abrazarían este mundo como nosotras —Mal señaló varios nombres de esa lista e intentó hacerle pensar en aquello que le explicaba— ¿Crees qué Nix y su grupo se adaptarán aquí? Forman una de las bandas más peligrosas de la isla, ¿recuerdas? 

Evie hizo un suspiro en plena resignación.

—No los conozco tanto, te recuerdo que pasé toda mi infancia exiliada..., pero por lo que tengo entendido, les encanta desfasarse en las fiestas... ¿no?

«Eso solo era una minucia...», pensaba Mal, las bandas criminales de la isla forman parte de un sector de la población demasiado testarudo y dañino, rencoroso y peligroso. Sabía que Evie los conocía de oída, al igual que Carlos, pero eso fue gracias a que Mal y Jay pactaron que fuera así, ese turbio pasado solo formaría parte de ellos dos, así lo pactaron años atrás. 

Preferían que sus otros dos mejores amigos permanecieran alejados de toda esa gente.

—Yo si que los conozco un poco más y eso es solo la punta del iceberg..., tienen muy claro lo que piensan hacer con Auradon, y ni nosotras ni Ben les vamos hacer cambiar de opinión—. Tras esto Mal tachó algunos nombres haciendo que aquella voluminosa lista se quedará en unos pocos nombres—. Así mejor.

—Pero les estamos juzgando su libertad —algo menos alegre, Evie miraba molesta el papel y aquella gente tachada—, los descartamos sin darles una segunda oportunidad.

—No lo veas así —continuó Mal mientras se cambiaba el pijama—. Puedes rellenar los huecos de esa gente con otra que sí quiera cambiar de vida. Además, Yen Sid sigue dando clases de bondad en la isla, él puede decirnos quienes más merecen venir.

—Sí..., así salvaríamos a más gente —suspiró algo menos convencida. Era demasiada gente tachada.

—Oye, a mí tampoco me gusta ser quien decide que sucederá con la vida de esas personas, pero hay que pensar en el bienestar de Auradon y no atraer con el proyecto VK's la desgracia de la isla a este paraíso. Hay que andar con pies de plomo.

 Hay que andar con pies de plomo

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Descendientes: Desquite en la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora