Capítulo 3: Evadirse de las verdades no cambia el futuro

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El pequeño grupo seguía en el Castillo de Hades

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El pequeño grupo seguía en el Castillo de Hades. Después de vaguear unas dos horas, aunque ciertamente no tenían ni idea, ya que al terminar varias de las botellas de alcohol perdieron la noción del tiempo por completo, Jaxon estaba holgazaneando medio autista en el sillón de cuero negro inmerso en sus pensamientos y la chica pirata se estaba bebiendo sola la botella de la Sangre de Pulpo que había traído de más. Al tener más aguante que el resto, incluso más que Nix, necesitaba mucha más bebida para afirmar que estaba ebria.

—Ojalá tener al grupo de Mal en frente, les metería tal paliza... —soltó Réizma, tras dejar por ahí tirada la botella vacía—. Dios, ¡qué rabia de gente!

—¿A quién le tienes más ganas? —le preguntó Nix entre risas— ¿Evie? ¿Carlos?

Ambas sabían que se par eran de los más vulnerables cuando todavía estudiaban en el Palacio del Dragón, de no ser por juntarse con Jay y Mal probablemente hubieran terminado muy mal. 

—Nah, no malgastaría mi tiempo con esos fracasados... —continuó la pirata yendo a la nevera para picar algo—. ¿Qué tal Mal? La chica mala que va de buena, a esa si le hace falta un escarmiento. ¿No lo negarás, no?

Deseando ver una reacción enfurecida, Réizma se percató que los ojos de Nix no yacían inundados de odio, si no más bien de resentimiento y pena.

—No lo niego, aunque no sé qué pensar ya, tía —le siguió algo más seria, ese nombre todavía le dolía nombrarlo y más ahora que iba sentimental perdida por la borrachera—. Quiero aferrarme a que todavía es mala... si no, no puedo entender por qué decidió eso.

La pirata soltó un suspiro de resignación.

—Nix, no puedes seguir así de ciega —le espetó Réizma alarmada. Ella era, probablemente, la que más odiaba al grupo de traidores.

—¿Y qué quieres que piense, eh? Para mí era como mi hermana pequeña... —le espetó en su mismo tono—, no me quiero hacer a esa idea, ¿vale?

—Tarde o temprano vas a tener que plantarle cara a la realidad. No puedes vivir aferrada al pasado. Ya no son lo que eran.

—Chicas, sé que vais a discutir así que os paro un momento —cortó Jaxon levantándose del sillón cercano al sofá de plástico y pallets, que era donde yacían ambas— ¿Tú no ibas a sacar a tus perros del averno?

—¡Ah! Cierto, gracias por recordármelo, Jax —le respondió evadiendo la disputa que iba a estallar con Réizma y se dirigió a la puerta principal.

—Y ahora salta el pelota de turno —siguió la joven pirata desquiciada, pero al ver que su compañera no iba a seguir la conversación se relajó un poco y se volvió más vacilona, esta vez clavando su mirada en su siguiente oponente—. Pobre, pobre Jaxon, ¿Cuánto hace que no te la tiras? Menudo calzonazos estás hecho.

—A mí no me gusta Nix, chavala —se cabreó Jaxon con Réizma.

—Lo que tu digas, grandullón —le respondió la pirata dándole unas palmadas en el hombro—. Eso no lo dices de fiesta cuando estás que te mueres por que te bese y te siga el juego.

Descendientes: Desquite en la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora