Como habían predicho, parte de la Guardia Imperial resguardó a los ciudadanos de Auradon bajo los muros de los castillos de cada reino, desde el más alejado Arendelle, hasta los altos muros de Charmington y Auroria. Justo después de que sonara una alarma penetrante y sonora por todo el estado entero.
Ben se había acercado al Museo de Historia Cultural entre el caos que se había originado tras Maléfica irrumpir en la ciudad y comenzar a arrasar con todo a su paso. A su mismo tiempo, la Guardia Imperial, junto al poderoso Consejo de Hechiceros, trataban de hacerle frente como podían. Armas y varitas en mano. Era difícil, puesto que dotaba de un séquito de dragones que seguían sus órdenes a rajatabla. Varias casas terminaron azotadas por las bocanadas de fuego de los dragones, tan parecidas a balas de cañones en llamas que terminaron de teñir la capital de un rojizo intenso. Las viviendas explotaban con un solo impacto y la desolación comenzaba a azotar con fuerza lo que antes todo estaba bañado de paz y armonía.
Entre los objetos decorativos del museo, Ben se quedó magnificado ante la espada que empuñó, ahora el nombrado rey Felipe, en su batalla contra Maléfica. «Tal vez funcione una segunda vez con ella», pensó decidido y suficientemente esperanzado para arrancarla de su pedestal.
Ya con espada en mano y sin perder tiempo, Ben se dirigió a los enormes establos donde yacían los caballos nerviosos y tensos. Pasó por las cercas donde Khan, Aquiles y Máximus relinchaban presos del pánico con cada temblor que ocasionaba Maléfica. Tras abrir una puerta, un elegante corcel color alazán se alzó sobre sus dos patas blancas, asustado. El joven trató de calmarlo y sin perder más tiempo subió sobre su peludo lomo y lo dirigió desde su cobriza melena al viento.
—¡Adelante, Galán! —tras punzar su vientre, el caballo comenzó a galopar a toda velocidad por la ciudad sucumbida por la guerra y destrucción, junto a su valiente jinete.
Cabalgando entre las llamas verdes intentaba rodear la incandescente y reñida batalla que se disputaba a las puertas del instituto recién destruido. Aquella terrible bestia arrojaba su fuego mágico tan poderoso que rivalizaba contra el Consejo de Hechiceros entero, y eso que estaba formado por los brujos más poderosos y cualificados del mundo.
—¡Hada Madrina! —Ben llamó la atención de aquella mujer que recibió un poderoso golpe, tan fuerte, que terminó sobre los tejados de unas casas prendidas en llamas.
Su cuerpo estaba magullado, su pelo alborotado, su piel con heridas y restos de ceniza, sin embargo, su mirada no denotaba que iba a ser vencida con tanta facilidad.
—¡Majestad! —exclamó tras verlo junto a la espada— ¡Ahora! ¡Lanzad la espada directa a su pecho!
Con toda su fuerza sobrenatural de bestia, Ben arrojó aquella afilada cuchilla directa al corazón de Maléfica, pero a pesar de ello, el dragón frenó el golpe con una de sus manos antes de que tocase sus escamas violetas del pecho, la afilada cuchilla había herido la pata del dragón, pero ni de lejos iba a matarla.
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Descendientes: Desquite en la Isla de los Perdidos
Fantasy~Desde que me transformé en dragón tengo unas pesadillas relacionadas con una misteriosa manada de dragones que destruyen todo Auradon, lo que no imaginé era que se trataba de una advertencia de un futuro oscuro~ . Tras la derrota de Uma, Auradon co...