Volver a sentir MARIPOSAS

CAPITULO 29: MARCOS

Narra Ana:
Este último mes de embarazo, específicamente no lo estoy llevando bien, no puedo levantarme casi de la cama de los dolores que me produce en la espalda. Martina no se despega de mi, cada minuto que pasa pregunta si pasa algo con su hermanito.
-Mami-sube corriendo a mi cama y me da un beso-papi está preparando una sopa riquísima.
En cuanto a Alex, aún no he podido hablar con el del todo bien, pero si que algo ha cambiado, hay más besos, mucho más abrazos, pero no terminamos a ser pareja como tal.
Ahora toda nuestra familia está cerca de nosotros, mis padres junto a mi hermana se mudaron a la casa de Madrid, tanto mi cuñada como mi suegra no paran de comprar ropita y traer de sus hijos. Mis padres se encargan de comprar todo de juguetes, es decir, siempre hay alguien en casa con quien no aburrirme.
-Ana, cariño, voy a bajar a comprar lo que me pediste, ¿necesitas algo más?
-Chocolate-Alex me mira desafiante-lo siento, necesito chocolate. Tú hijo me va a matar como no coma chocolate.
-Enseguida te lo traigo-Alex se acerca y besa mi tripa, y antes de salir besa mis labios.
Sin duda cuando nos dimos cuenta que íbamos a ser uno más, nos olvidamos de todos nuestros problema, o lo intentamos. Respecto a Alberto, hablé con el y quedamos en amigos, es cierto que lo empece a notar muy cariñoso y abierto conmigo y decidí cortar, desde mi conversación con mi cuñada Estefi, tenía razón, no podía seguir haciéndole celos a Alex, se lo estaba currando y yo no aguantaba a estar separada más de él.

-Cariño perdona, estaba comprando y de repente estaba mi madre y la tuya comprando-por la puerta se asoma nuestras madres, como siempre, con una sonrisa en la cara.
-Hola hija-mi madre se acerca y acaricia mi barriga y mi suegra repite la acción.
Mientras comentan los preparativos de la comida del sábado, recibo un dolor molesto y doloroso.
-Ana, hija, ¿te encuentras bien?-mi suegra es la primera en darse cuenta.
-De pronto me ha llegado un dolor en la espalda.
-Vamos al médico-afirma Alex.
-No Alex, estoy bien, simplemente.....-mierda para que hablo, otro dolor hace que me retuerza de dolor entre las sábanas blancas de mi cama.
Mi madre se acerca y posa su mano en mi frente y toma mi temperatura.
-Hija, estás ardiendo, tienes fiebre.
Intentando negar lo evidente, como de una broma pesada se tratase, rompo la bolsa manchándome entera.
-Mierda-Alex me mira sin saber bien que hacer-ya viene el bebé.
Mi madre y mi suegra enseguida se altera, eso hace que yo estalle en un nido de nervios. Alex enseguida que se da cuenta de mis palabras, me cojo en brazos, y me lleva al baño.
-Tranquila mi amor-me besa-date una ducha y cámbiate y nos vamos al hospital.
Nerviosa y sin saber bien que decir asiento. Ya se me había olvidado el parto de Martina, que ahora es cuando pienso en todo lo bonito y bello que fue.

Hemos llegado lo más rápido al hospital, es decir, como una moto. En cuanto he llegado, me han sentado en la silla de ruedas y me han trasladado a una habitación.
-¿Como estás hija?
-Hecha un manojo de nervios. ¿y Alex?-intentó buscar con la mirada a Alex.
-Ha ido a llamar al médico.
Las cuatro horas siguientes han sido de los más dolorosas, solo contracciones y más contracciones.
-Venga Ana, un esfuerzo más y tenemos aquí al pequeño-anima la enfermera.
-Listo, pasamos a paritorio. Juan encárgate de Ana.
Esas palabras que resuenan en el pasillo del hospital, hacen que mis nervios aumenten.
-Mi amor, en nada estamos con el enano.
Mientras me llevan al paritorio, Alex me coge con fuerza la mano sin soltarme la en el camino.
-Ana, todo va a salir bien, ¿lista?-Asiento temblorosa.
Después de unos cuantos empujones, dolores y llenos de incertidumbre, llegó el grito más hermoso que en cinco años había escuchado.
-Ya está aquí, mi amor, lo has hecho genial-Alex me besa. Enseguida me acercan a mi pequeño en mi pecho. Sentir su piel contra la mía es lo mejor sin duda. Un hijo es una bendición.
-Bienvenido al mundo, Marcos.
-Marcos...llegas para alegrarnos la vida.
Y si, Marcos, de felicidad, de esperanza, y sobre todo, de amor.